Por los lagos de Plitvicka y las calles de Zagreb
Una escapada de tres o cuatro días permite conocer la capital de Croacia y el mayor parque natural del país
Una de las escapadas pendientes en estos dos últimos meses del año puede tener por destino Croacia. La pequeña dimensión en territorio del país dálmata permite combinar en solo tres o cuatro días una visita a la capital, Zagreb, y otra a su mayor parque natural, el de Plitvicka. Un viaje que combina las rutas urbanas con los paseos por la naturaleza.
Zagreb es una de las grandes capitales europeas, como descubrirá el turista en sus primeros pasos. Un recorrido ordenado comienza por su centro urbano, la plaza de Ban Josip Jelacic, con una estatua ecuestre del gobernador que le da nombre. Es un punto de encuentro para muchos de sus habitantes y por tanto una fotografía de la vida cotidiana de la urbe. La segunda etapa puede ser la cercana -y monumental- catedral de la Asunción de la Virgen María, ubicada junto a unas murallas renacentistas, la capilla de San Esteban y una singular fuente con las esculturas doradas de la Madre de Dios y de los cuatro ángeles que representan las virtudes cristianas (fe, esperanza, caridad y modestia).
Queda claro que la mayoría de la población de Croacia (4,4 millones de personas) profesa la religión cristiana, con importantes colectivos ortodoxos.
Zagreb es una de las grandes urbes europeas. El turista lo descubrirá desde los primeros pasos
Si el paseo continúa por la senda de los monumentos, después de atravesar el parque Ribnjak se puede visitar la iglesia de San Francisco y la torre de Prislin.
Para dejar de ver piedras, el turista puede reposar y ver pasar gente en las terrazas de la calle Tkalciceva. A pocos metros está la sede de uno de los muchos mercados al aire libre de Croacia, el de Dolac, donde se venden desde primera hora de la mañana los productos frescos de alimentación y también flores.
Igual ha llegado el momento de subir cuestas, hacia la Ciudad Alta, por ejemplo por una corta calle, la del Puente Sangriento, donde luchaban las poblaciones medievales de Gradec y Kaptol. También con pendiente elevada, la calle Radiceva, con parada ante la estatura de San Jorge, que en este caso se descubre ante el dragón que ha abatido. Una vez superada la Puerta de Piedra, lugar de peregrinaje para miles de croatas -siempre habrá personas orando-, se accede a la plaza de San Marcos, que es el centro de la Ciudad Alta, donde está la iglesia que es uno de los iconos de Croacia por su tejado de un color intenso.
A dos horas en coche desde Zagreb está el Parque Natural de Plitvicka. La mejor opción es alquilar un vehículo, pero cuidado con las compañías locales. Hay que revisar bien todos los daños antes de recoger el coche para que conste en un informe. De lo contrario, pueden aparecer golpes que luego cuestan cientos de euros.
En Plitvicka, el visitante se quedará asombrado por sus 16 lagos y numerosas cascadas y arroyos. La visita se hace por senderos muy fáciles para su recorrido e incluye tránsitos en ferry y autobús. Es un plan para pasar todo el día.
Claves para organizarse
Aeropuerto. El aeropuerto de Zagreb está a 30 kilómetros de la capital. Cada media hora, aproximadamente, un autobús enlaza con el centro urbano. Las agencias de coches de alquiler ofertan sus servicios en el aeródromo. La mayoría de los turistas se organizan para devolver el vehículo el día que sale su vuelo de vuelta a España. Si el viaje se limita a Zagreb, una ciudad con tranvía, los transportes públicos son suficientes para desplazarse.San Marcos. Antes de llegar a la plaza de San Marcos, en la Ciudad Alta, se pueden cumplir varios ritos. Para ahorrarse las cuestas, la subida por el funicular de la calle Ilica dura solo 55 segundos, el trayecto por este sistema más corto del mundo. A su salida, está el cañón que truena puntualmente a las 12 del mediodía (los niños siempre se llevan un susto, porque el ruido es potente). Con solo girarse, el visitante puede caminar por el paseo J. J. Strossmayer o dirigirse hacia la iglesia de San Marco (la imagen de arriba), custodiada por la mañana por soldados engalanados, para que los turistas se fotografíen con ellos.