Europa se juega su futuro en apenas un par de cartas
Las recetas para salvar el euro que recomiendan los expertos pasan por una intervención masiva del BCE, una mayor integración fiscal y medidas de estímulo
Europa se encuentra ya al borde del colapso. Los líderes políticos han fracasado estrepitosamente a la hora de frenar el contagio de la crisis y el riesgo de una desintegración del euro empieza a percibirse como una realidad. Nadie desea un resultado tan drástico por los efectos devastadores que acarrearía a nivel mundial -Lehman quedaría como una mera anécdota- pero el tiempo se acaba. Los problemas se agravan por minutos y si no se encuentra la fórmula para relajar las primas de riesgo en Europa, el efecto en la economía real amenaza con resultar destructivo. ¿Existe una salida?
El margen de maniobra se agota. Alemania parece dispuesta a llevar al límite la situación para garantizar que los países afectados adopten medidas de recorte y las soluciones rápidas ya no se vislumbran. Cada día que pasa se teme que las opciones que quedan resulten poco eficaces o muy costos. Las recetas de los expertos apuntan a una intervención masiva del BCE, una mayor integración política y fiscal a nivel europeo, acompañada de medidas de estímulo económico para evitar la recesión. Incluso hay quienes hablan ya de la necesidad de una solución global que implique a los países emergentes o al FMI.
La situación es crítica y apenas un mes después de que Europa presentara un plan anticrisis que quedó obsoleto a los poco días, la necesidad de medidas más drásticas apremia ante la dimensión que están tomando los acontecimientos.
La deuda de Italia y España está al límite de lo sostenible
Las primas de riesgo de España (441) e Italia (467), dos economías que representan el 30% del PIB de la zona euro, pese a relajarse el viernes, rondan los 450 puntos básicos, nivel que una vez rebasado desató los rescates de Grecia, Irlanda o Portugal. La amenaza, además, se extiende ya mucho más allá de la periferia y ha dado de lleno en el centro de Europa al disparar también los costes de financiación de países como Francia.
La pregunta es qué se puede hacer para devolver la confianza en el euro con rapidez y frenar el contagio de una crisis que amenaza con desestabilizar el sistema financiero mundial. Fitch, sin ir más lejos, ha advertido esta misma semana sobre el efecto de la crisis periférica en EE UU. Teme que la perspectiva del sector bancario estadounidense empeore si no se encuentra una solución pronto. Y es que aunque la deuda soberana de los países en el punto de mira está fundamentalmente en manos de Francia o Alemania no se puede olvidar la interconexión del sistema financiero, como puso de manifiesto la quiebra de Lehman.
En este contexto, Europa realmente tiene pocas opciones. Puede pelear para encontrar la fórmula que garantice la supervivencia del euro o bien se enfrenta a escenarios demoledores donde el impago desordenado, las reestructuraciones en cadena o la disolución de la UE se presentan como las principales amenazas. "De una ruptura del euro nadie saldría ganando ni a nivel europeo ni a nivel mundial. En resumen veríamos una recesión global", advierte Miguel Ángel García, director de estrategia de Banco March.
La quiebra, el rescate o la salida del euro son las únicas salidas reales cuando hay deudas que no se pueden pagar. La buena noticia es que de momento, los países amenazados como Italia o España son capaces de afrontar sus compromisos de pago. La clave es por cuánto tiempo. "España puede realizar dos o tres subastas al 7% pero si esto no cambia puede haber dificultades", señala Fernando Ballabriga, director del departamento de economía de Esade.
La espiral resulta cada vez más destructiva y amenaza con convertir el problema de liquidez de algunos países en uno de solvencia. La temida profecía auto cumplida. Un mayor coste de emisión obliga a los Estados a destinar cada vez más recursos al pago de intereses, lo que resiente otras partidas del presupuesto, reduce la efectividad de los planes de ajuste, complica la reactivación económica y la deuda, en vez de reducirse, continúa aumentando.
"Solo hay una salida y hay que cruzar los dedos para que funcione. Convertir el BCE en la Reserva Federal para que pueda ser el comprador de último recurso", explica Lorenzo Dávila, jefe de investigación del IEB. Una receta que para este experto debe basarse en tipos a cero, compras masivas de deuda por parte del BCE y subidas de impuestos que permitan ampliar el gasto público para implementar medidas de choque que estimulen el crecimiento.
Día a día van creciendo las voces de quienes apuestan por medidas para estimular el crecimiento como parte de la solución. "Se puede proponer un cóctel revitalizante. Uno que conllevara un papel más activo del BCE con paquetes de austeridad y al mismo tiempo políticas fiscales más expansivas en los países que se lo pueden permitir como Alemania o Francia", coincide Ballabriga.
Fomentar el gasto en países como Alemania o Francia para que compren las exportaciones españolas o italianas y ayuden así a revitalizar el sector exterior hasta que el consumo interno se vaya recuperando es una solución que plantea este experto. El problema, como siempre, es el tiempo. "Esto requiere uno o dos años para que se empiecen a notar los efectos pero no se podrá hacer si los ataques van a más porque se van a cerrar los mercados", añade Ballabriga.
Dos años es un plazo impensable cuando el diseño del fondo de rescate sin ir más lejos ha quedado ya obsoleto. A corto plazo parece que las opciones son escasas y cada día crecen más las presiones para que el BCE actué para garantizar la solvencia de los países que de momento no tienen problemas de liquidez.
"El BCE tiene capacidad para dedicar entre dos y tres billones de euros a comprar deuda sin poner en riesgo la estabilidad de precios", añade Ballabriga. "El problema es que no lo van a hacer", reconoce Dávila. Lo cierto es que Alemania no ha parado de repetir su oposición a convertir el BCE en el prestamista de última instancia. La canciller Alemana ha pedido la reforma del tratado de Lisboa y una "solución política" que conlleve la cesión de soberanía fiscal a las instituciones comunes como paso definitivo hacia una Europa más unida. Una receta que insiste se haga "paso a paso".
Al final no hay duda que una mayor integración de Europa es la respuesta pero está por ver si el mercado da tiempo a realizarla. "Hay tres opciones desde el punto de vista técnico. Una es reducir los desequilibrios. Las economías tienen que converger. Eso significa que los italianos tienen que hacerse más alemanes y los alemanas más italianos. La segunda opción es implementar instrumentos que faciliten la integración. Quizá mediante una unión fiscal o el instrumento del eurobono. La tercera opción sería volver a las divisas originales", comenta Asoka Wöhrmann, responsable de inversiones de DWS Investments.
El problema está en la velocidad a la que se está deteriorando el entorno. Una situación que al poner a Italia y España al borde del precipicio hace a muchos pensar que al final el BCE no tendrá más remedio que actuar. Esta misma semana ya se hablaba de la posibilidad de que el BCE preste al FMI para que sea el organismo quien compre deuda soberana en el mercado, una forma de sortear las trabas legales que impiden al BCE utilizar sus recursos para apoyar presupuestariamente a los países del euro.
¿Cuál es el mejor escenario que se puede esperar? "Supongo que en el corto plazo si el BCE hace algún tipo de anuncio eso contribuiría a una mayor estabilidad. Pero no creo que las compras masivas del BCE surtan todo el efecto que desea el mercado", advierte Jacques Cailloux, economista jefe de Royal Bank of Scotland. Experto que augura una crisis política en Europa. Una tormenta que desemboque en una revisión de los tratados para definir así con claridad el futuro de la UE y resolver el problema.
Las soluciones globales se ven como el último recurso. La respuesta de los emergentes en el último G-20 fue decepcionante pero nadie duda que el mundo se unirá si la situación llega a ser límite porque la estabilidad mundial está en juego. De momento, eso sí los focos siguen en el BCE.
Algunos escenarios a la vista
1Unión fiscal. Es la respuesta que muchos demandan como solución definitiva para atajar la crisis. Traería consigo algún tipo de gobierno europeo y probablemente un Tesoro común que permitiera la emisión de eurobonos en la región.2El euro aguanta. El BCE se embarca en la compra masiva de deuda y garantiza la supervivencia de la moneda. Es el escenario que más probabilidades tiene de cumplirse pero se teme que tarde en materializarse por la oposición alemana.3Dos monedas. El euro se rompe y se crean dos divisas, una bajo el paraguas de Alemania, Finlandia, Holanda y Austria, mientras que la otra agruparía a Francia y periféricos. Difícil que salga adelante por la previsible negativa francesa.417 monedas. La crisis se desboca, no se encuentra una solución y Europa se rompe. Es el escenario menos probable y el más demoledor. Implicaría una grave recesión a nivel mundial por el previsible colapso del sector financiero mundial.
PREGUNTA Y RESPUESTA ¿Cómo se explica la tensión actual de los mercados?
¿Por qué es tan preocupante que suban las primas de riesgo? Encarecen la financiación y restan efectividad a las medidas de ajuste retrasando aún más el crecimiento. Grecia, Irlanda y Portugal han necesitado rescates. Ahora con Italia, Francia, España y Bélgica también en el disparadero, el 60% del PIB de la zona euro se encuentra amenazado.Obama insiste en que Europa sufre un problema político. ¿Por qué no se envían los mensajes adecuados para establecer la confianza? Alemania quiere asegurarse de que los países con problemas de endeudamiento continúan aprobando medidas de ajuste. No quiere más indisciplina, como la de Grecia. Permitir que la prima de riesgo de Italia se desbocara la semana pasada precipitó la caída de Berlusconi, un paso que muchos perciben clave para devolver la confianza en el país.¿No es un poco arriesgado poner la zona euro al borde del precipicio? Sin duda. Alemania es probablemente el país que más perdería si se rompiera el euro. Ello supondría la quiebrade su sistema financiero, una vuelta al marco, una moneda que se dispararía y que provocaría una pérdida de competitividad de sus exportaciones, uno de los principales motores de su economía.¿Puede aguantar las tensiones el sistema financiero si persiste el cierre de los mercados?La espiral nociva es cada vez más preocupante. La deuda soberana se utiliza como garantía para obtener préstamos en el BCE y en las cámaras de contrapartida. A medida que va perdiendo valor, las cámaras exigen más garantías, lo que complica aún más la financiación.¿Qué implicaciones tiene para la economía real?Menos crédito, más morosidad de empresas y familias y más dificultades para reactivar la economía.