Merkel y Sarkozy. Sus claves para una nueva Europa
¿Se ha planteado oficialmente la escisión del euro?
No, de hecho, el Gobierno alemán negó ayer que esté pensando en jibarizar el euro. Pero Berlín y París quieren plantear en diciembre una reforma del Tratado de la UE que permita a los socios del euro avanzar en su integración fiscal y económica. Y los asesores de ambos gobiernos no ocultan su intención de llevar a cabo el proyecto con todos o con parte de los socios. Países como Irlanda se resisten a esa reforma si incluye la armonización fiscal.
¿Tendrían que renunciar esos países al euro?
No, el plan no prevé la expulsión de ningún socio. La moneda única seguiría circulando por los 17 países actuales. El proyecto, en principio, no tendría consecuencias negativas para ellos, porque seguirán presentes en el BCE, la institución encargada de fijar los tipos de interés para toda la zona euro. Pero si la integración se acelera, podrían quedar relegados a un segundo plano y perder, como mínimo, influencia política sobre las políticas de la Unión.
¿Y qué ventajas tendrían los que participen?
Dependerá de la concreción del proyecto. Pero fuentes comunitarias apuntan que uno de los objetivos del nuevo grupo sería la emisión de conjunta de deuda o eurobonos, lo que permitirá contar con un mercado de deuda pública mucho más líquido y con capacidad de abaratar la financiación de los Estados elegidos. El resto tendría que financiarse por propios medios o con el fondo de rescate, aunque a condición de someterse a programas de ajuste.
Para el núcleo duro, ¿no habría condiciones?
Sí, pero previas, como el firme compromiso de mantener el equilibrio de las finanzas públicas. Y la aceptación de un salto cualitativo en la cesión de soberanía fiscal y económica, hasta el punto de aceptar la fiscalización de sus presupuestos o la armonización de impuestos. Llegado el caso, incluso podrían tener que acatar las órdenes de un futuro de un ministro de Finanzas europeo que podría intervenir en áreas tan sensibles como el mercado laboral.
¿Qué piensa la Comisión Europea de todo esto?
Está totalmente en contra. En parte, porque teme quedarse al margen de un nuevo diseño basado en acuerdos entre las capitales, como ya ha ocurrido con el fondo de rescate de la zona euro. Pero también porque teme que se provoque una fractura tanto dentro de la zona euro como con el resto de la UE. Bruselas propone como alternativa endurecer el control y ser más rigurosa a partir de ahora en el examen para el ingreso en el euro. Berlín no se fía demasiado.