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Italia se va de las manos, con la prima en 560 puntos

Qué puede hacer Europa cuando un país es 'irrescatable'

Como siempre, Europa llega tarde. La rentabilidad de los bonos italianos está fuera de control y la prima se dispara ante la inacción de las instituciones comunitarias. Pero Italia no es Grecia; es mucho peor. ¿Cuáles son las posibilidades de paliar el desastre?

BCE, BCE y nada más que BCE. Por una vez, los mercados han dejado claro que Silvio Berlusconi no era el único problema. Puede que su presencia al frente de un Gobierno dividido no ayudara nada a la situación y que su cabeza fuera una pieza a cobrar indispensable, pero el anuncio de su abandono (quizá porque no es inmediato y genera dudas) y la convocatoria de elecciones solo han proporcionado un respiro momentáneo a los parqués de acciones y de deuda del maltrecho Viejo Continente. Después ha llegado el infierno.

Los analistas dan por seguro que Italia por si sola no podrá salir del abismo al que le ha llevado su abultada deuda de 1,9 billones de euros, el 120% de su PIB, la segunda mayor de Europa, según los datos a cierre del primer semestre. Solo Alemania tiene más, 2,5 billones. Francia se queda en 1,7 billones y Reino Unido supera ligeramente los 1,3 billones. Al lado de la cifra italiana, los 700.000 millones de endeudamiento nacional quedan en nada. Si Grecia ha provocado una hecatombe continental con un pasivo de 340.000 millones, ¿cuál es el escenario con Italia? ¿Cuántos bancos europeos caerían con ella y pondrían en jaque al sistema?

Toda reforma, estructural o no, será bienvenida, al igual que los recortes del gasto y los mayores impuestos (siempre desde el punto de vista de los mercados, no tanto para los ciudadanos). Pero no servirá de nada. Tampoco lo ha hecho la tutela del FMI anunciada a bombo y platillo la semana pasada, a juzgar por la reacción de los mercados.

El FMI no solucionaría el problema y el fondo de rescate no tiene tamaño para hacerlo

En principio, las opciones de rescate pueden venir de tres vías. La primera es el Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que implica una financiación externa, también complementada de ayuda de otros países fuera del euro (¿China?). Es la propuesta más rápida y posiblemente la primera que se tome, pero ¿será eficaz? "Eso proveería efectivo, pero no crédito", dice, tajante, un informe monográfico de Barclays sobre el dilema italiano. Al final, por tanto, se volvería a la casilla de salida.

La segunda opción evidente es el fondo de rescate europeo. Pero las dudas sobre su utilidad son casi tan grandes entre los analistas como lo son sobre el FMI. En primer lugar, por el tamaño del problema transalpino. Por mucho que el reformado FEEF se haya ampliado para alcanzar una potencia de un billón de euros, entre los 1,9 billones de deuda italiana y el dinero que ya se está usando o se ha comprometido en otros países con problemas, una simple resta da idea del calado de la incapacidad. ¿Por qué no se vuelve a aumentar?, puede ser la pregunta. Porque la capacidad de los países que actúan como garantía lo impide, contestan varios expertos.

Eso deja una sola respuesta encima de la mesa: el Banco Central Europeo. Y enciende otra vez la indignación del mercado y de los países que están sufriendo el contagio, con España a la cabeza. ¿Por qué no ha actuado antes? ¿Por qué se quedó con los brazos cruzados cuando la prima de riesgo italiana traspasó el punto de no retorno la semana pasada y sobrepasó los 450 puntos básicos, un nivel marcado en rojo en las circulares de las cámaras de contrapartida bancarias?

El resultado se ha visto este miércoles. Con Berlusconi en vías de dimisión (aunque puede ser un proceso muy largo), la principal cámara de contrapartida ha aumentado las garantías exigidas a Italia y eso ha detonado el desastre.

En este punto, todos los ojos están puestos en el BCE, en que actúe como lo han hecho sus homólogos de Reino Unido, Estados Unidos o Japón, que compre deuda en cantidades ilimitadas y que la monetice, de forma que genere más dinero en el sistema. En estos momentos, es la única institución con un balance capaz de asumir la tarea de rescatar a Italia (y de paso al euro) del abismo.

"Todos los caminos, incluso los que solo lo son a medias, para la salvación del euro dependen ahora de un cambio radical en la política del BCE", escribía este miércoles el premio Nobel Paul Krugman en su blog del New York Times. Pero el pasado más reciente de esta institución no permite demasiado optimismo, obsesionada con la inflación cuando Europa amenaza con romperse en pedazos.

Las esperanzas de los expertos se centran en que Alemania reduzca la presión sobre el BCE y que se alcen las voces de otros países que llevan tiempo pidiendo un papel más importante para el banco central. Mientras tanto, la prima de riesgo italiana sigue subiendo... La rentabilidad de sus bonos a diez años cada vez se acerca más a la irlandesa.

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