Línea directa con el ciudadano
Estamos a la escucha y respondemos. Danos pistas sobre tus inquietudes o manifiesta tus quejas. Te contestaremos por correo electrónico", es la ventana online que el Ayuntamiento de Tres Cantos, en la Comunidad de Madrid, tiene abierta a sus 42.000 vecinos desde el mes de junio, cuando José Folgado, del Partido Popular, tomó posesión como alcalde del municipio. La idea de abrir este buzón electrónico responde a que "en época de crisis hay que echarle imaginación a la gestión, y la colaboración ciudadana es indispensable", explica Beatriz de Munck, primera teniente de alcalde y concejal de organización, calidad y sociedad de la información de Tres Cantos.
El municipio recurrió a los servicios del gigante de telecomunicaciones Cisco para instalar el sistema, y desde su inauguración, la participación de sus habitantes se ha multiplicado por cinco. Las sugerencias de los vecinos atañen sobre todo a las obras en las calles, y el Ayuntamiento se compromete a responder en un plazo máximo de 10 días. Una vez recibida, la Administración envía a uno de sus concejales a verificar la queja y se ocupa de solventarla. "Cuando la gente comprueba que el problema se ha solucionado, hasta invita a tomar café al alcalde", añade De Munck.
Con ayuda de la tecnología, municipios y Ayuntamientos de todo el mundo se van sumando a las ventajas de una smart city, es decir, una ciudad más sabia que hace más fácil la vida de sus habitantes. Este modelo de urbe es más transparente y recupera la comunicación con el ciudadano, empujándole a participar en la gestión de los servicios que le atañen, desde el agua hasta la energía o el transporte. "Resulta difícil decir dónde empezó a gestarse el concepto de una ciudad inteligente. Ha ido evolucionando a medida que se respondía a problemas concretos", explica Javier Gil, director del área de smarter cities de IBM en España. Esta compañía fue una de las primeras en acuñar lo que multitud de urbes estaban haciendo sin darle nombre. Estocolmo, por ejemplo, fue pionera en Europa en resolver el problema de los atascos y de la contaminación por el tremendo flujo de coches. La Administración municipal recurrió en 2007 a IBM para fijar un sistema de franjas horarias de acceso a la ciudad que discrimina el tipo de conductor y aplica un peaje en función de la hora de entrada. "A las cuatro de la madrugada no cuesta nada, en hora punta es mucho más caro", explican desde la compañía. Lo interesante de la medida es que el Gobierno dedica el saldo de este gravamen exclusivamente al desarrollo del transporte público, en el centro y en los barrios periféricos, lo cual ha reducido sustancialmente el uso del vehículo privado para entrar en Estocolmo.
En el municipio madrileño de Móstoles, la compañía Philips está desarrollando un proyecto piloto de iluminación urbana de tecnología led que incrementa o disminuye la intensidad de las luminarias a medida que los transeúntes se acercan o se alejan del punto de luz. "En España estamos acostumbrados a que de noche parezca de día, por ello es muy importante sensibilizar a la gente de que por la noche no es necesario tener la misma intensidad de luz", explican desde la compañía en España. Ese mismo despertar del ciudadano sobre los servicios de los que disfruta se está intentando inculcar en la gestión de la energía. Málaga es una de las primeras ciudades en España que han instalado contadores inteligentes en las viviendas, que no solo informan al usuario de su consumo, sino que además calculan la mejor combinación en el uso de los dispositivos para ahorrar electricidad.
El ahorro de todas estas medidas no solo se mide en dinero, sino sobre todo en tiempo y quebraderos de cabeza para quienes tienen que vivir en espacios cada vez más poblados. Extremadura, por ejemplo, optó en 2009 por crear una receta electrónica en sus 680 farmacias. El sistema es tan sencillo que bien podría ser un modelo para otras comunidades autónomas. El sistema de información de gestión sanitaria del Servicio Extremeño de Salud aloja el historial clínico de cada paciente y permite que el médico prescriba un tratamiento de hasta un año de duración sin que este deba acudir a su centro de salud para una nueva receta cada vez que necesita medicación. Basta con que presente en la farmacia el impreso con el código de barras del fármaco en cuestión.
El broche de hasta dónde puede llegar una urbe más sabia tiene una de sus escalas más pequeñas en el barrio de Vauban de la ciudad de Friburgo, al suroeste de Alemania. Este experimento de ecobarrio se levantó a principios de los noventa y fue uno de los primeros espacios urbanos cien por cien ecológicos, donde prácticamente todas las viviendas de sus 210.000 vecinos se alimentan de energía procedente de paneles solares fotovoltaicos y los tejados alojan jardines para aislar del frío en invierno y refrescarse en verano. Por sus calles apenas transitan coches, y cuando sus vecinos quieren subirse a un vehículo lo hacen en coches compartidos, un sistema de alquiler en autoservicio que ofrece un vehículo por horas o minutos.
Barcelona quiere ser, precisamente, una de las ciudades que lideren en España la apuesta por el vehículo, pero eléctrico, "con mucho menor ruido, lo que afecta directamente en la calidad de vida de los habitantes", explica Sonia Recasens, segunda teniente alcalde de economía, empresa y ocupación de la Ciudad Condal. En esa búsqueda de más inteligencia para la urbe, el Ayuntamiento lanzó en 2008 22@urbanlab, una plataforma de pruebas para empresas que quisieran probar productos y servicios innovadores para la ciudad. Llegaron 50 proyectos y por el momento se han aprobado 14. De esta lluvia de ideas ha salido un sistema de cámaras de control del tránsito en autopistas que informa al conductor dónde está el atasco o en qué punto se ha producido un accidente, mapas sobre la localización del ruido en la ciudad o una nueva señalización para los carriles bici. El siguiente paso de Barcelona será "establecer más canales de comunicación directa con el ciudadano, por ejemplo a través de una tarjeta inteligente para acceder a todos los servicios de la ciudad, desde una biblioteca hasta cualquier medio de transporte público o el servicio de bicicletas", añade Recasens.