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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La calculada obsesión por el 2%

Pragmático, decidido, riguroso, comprensivo, calculador son calificativos que definen a Jean-Claude Trichet según sus colaboradores más cercanos en el banco con sede en Fráncfort. El francés, nacido en Lyon hace 68 años, ha conseguido mantener durante sus ocho años de mandato un difícil equilibrio y convivencia entre los llamados halcones y las palomas, o lo que es lo mismo los guardianes de la ortodoxia monetaria y los partidarios de estimular el crecimiento económico en la eurozona. Parte de su éxito en esta materia se debe, precisamente, a su formación académica mixta, por un lado de ingeniero de minas, y por otro de economista y diplomado en estudios políticos. Como ingeniero, ha mantenido a raya el dogma sacrosanto de la institución: el objetivo de estabilidad de precios, plasmado en la máxima "una inflación cercana, pero por debajo del 2%". Su obsesión por el 2% le ha llevado a cometer algunos errores de bulto como el de promover una subida de tipos de interés en 2008 en plena tormenta financiera mundial, pocas semanas antes de la quiebra de Lehman Brothers. Gracias a esta obsesión ha conseguido que la evolución media real de la inflación en la zona euro se sitúe justo en 2%, el objetivo previsto, algo de lo que gusta presumir en foros privados financieros.

Como diplomático y político ha sabido contentar, al menos parcialmente, a aquellos que alertaban de que la reactivación del crecimiento económico necesitaba también de la ayuda del BCE, vía contención de tipos y compra de deuda soberana. Ello le ha granjeado férreos enemigos dentro de la institución como Axel Weber y, en última instancia, Jürgen Stark, cuya dimisión hace apenas un mes como economista jefe, hizo tambalear los cimientos de la entidad. Y es que, como él mismo dice, siempre ha sido muy complicado para un francés abrirse camino en suelo alemán. Pese a sus férreas discrepancias con la canciller Angela Merkel, sobre todo en las últimas semanas a cuento de los eurobonos y la participación del sector privado en el rescate de Grecia, Trichet se ha ganado un prestigio del que careció su antecesor, Wim Duisenberg. Prueba de ello es que a su despedida oficial el 19 de octubre en la âpera de Fráncfort ya han confirmado su asistencia figuras históricas como Helmut Smith, Valéry Giscard d'Estaing y la propia Merkel. Queda para un futuro próximo, la necesidad de un BCE con más amplitud de vuelo, como tiene la Reserva Federal, para que halcones y palomas no acaben devorando su espacio vital.

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