El guardián de los precios en la zona euro se marcha como llegó
El presidente del BCE abandona el cargo orgulloso de contener la inflación y deja a su sucesor, Mario Draghi, la decisión de bajar tipos
En los ocho años que ha estado al frente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet no ha cejado en su empeño de no tocar ni una sola coma del guion con el que se presentó ante el consejo de gobierno del BCE el 1 de noviembre de 2003. Ese plan se basaba en tres puntos: control de la inflación, supervisión del cumplimiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento y adopción de medidas extraordinarias para evitar la falta de liquidez en el sistema bancario.
La prioridad para Trichet ha sido, por encima de todas, el control de los precios. En la última rueda de prensa tras presidir el consejo de gobierno del BCE reiteró ayer hasta en tres ocasiones que es una premisa imprescindible para lograr crecimiento económico y empleo. De esta manera, Trichet se marcha tal y como llegó, sin atender las reiteradas peticiones de los organismos internacionales y de algunos países, como Francia, de bajar tipos para evitar un estancamiento o incluso una recesión, al estilo de las directrices seguidas por la Reserva Federal en EE UU.
Pese a las críticas por su ortodoxia, Trichet ha vivido tres ciclos económicos bien diferenciados en su gestión en los que ha aplicado recetas alternativas. El primero, claramente inflacionista, se inició con su llegada al cargo. El precio del barril de Brent, de referencia en Europa, estaba en 27,36 euros (un nivel irrisorio para los actuales precios) y emprendió una escalada hacia arriba que le llevó a duplicarse en tan solo dos años. Ese encarecimiento acabó con cinco años de tipos al 2% y provocó la primera subida en ese periodo hasta dejarlos en el 2,25% a finales de 2005. A partir de esa fecha, el precio del crudo siguió al alza y alcanzó máximos históricos superando los 147 euros en julio de 2008. Esa fase se resolvió con sucesivas subidas de tipos hasta alcanzar el máximo del 4,25% ese mismo mes.
La segunda comenzó a partir de julio de 2008 con el inicio de la crisis económica. El precio del crudo bajó cien dólares en seis meses y ello obligó al BCE, disipadas las tensiones inflacionistas, a bajar los tipos casi en dos puntos y dejarlos en el 1,25% en abril de 2009.
La última tomó cuerpo con el agravamiento de la crisis de deuda y llevó al BCE a tirar de medidas no convencionales. Entre ellas, la barra libre de liquidez para evitar un colapso de la banca y el inicio del programa de compra de deuda soberana de países fuertemente castigados por los mercados, como los tres rescatados (Grecia, Irlanda y Portugal) o los dos con mayores problemas (Italia y España).
El 1 de noviembre se producirá el traspaso de poderes entre Trichet y Draghi. El presidente del Banco Central de Italia y futuro presidente del BCE tendrá que afrontar la presión para bajar tipos en la misma medida que la Reserva Federal (Bernanke los ha dejado en una horquilla entre el 0% y el 0,25% al menos hasta finales de 2013). Además deberá proseguir con el mensaje machaconamente repetido por Trichet sobre la necesidad de realizar reformas estructurales, especialmente en aquellos países que se han estancado, poner coto al programa de compra de bonos soberanos del BCE, que debe ser relevado por el fondo de rescate, e impulsar la creación de los eurobonos.