Las guerras y la letra pequeña
En la guerra por el control de una gran compañía, como está ocurriendo ahora mismo en Repsol, la atención principal de los medios es quién se queda con el poder, en definitiva, quién gana y quién pierde. Una vez concluida la batalla, si el que pierde es el presidente de la compañía, queda claro que el siguiente paso es su salida. Pero esta consecuencia tiene su letra pequeña. En concreto, la marcha del máximo directivo siempre va acompañada de un terremoto interno. Aunque no sea de una manera inmediata, los altos cargos nombrados por el máximo ejecutivo suelen acompañarle a la hora de hacer las maletas. Y precisamente esto es lo que estos días se respira en la petrolera. Los altos cargos, y sus familiares, velan armas a la espera de que finalmente ello no suceda.