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Políticos en el IBex

Consejeros con pedigrí

Los políticos que pasan a la empresa privada aportan visión estratégica y contactos

En las últimas semanas hubo un cierto revuelo por un choque dialéctico entre Miguel Sebastián, ministro de Industria, y el expresidente socialista Felipe González. Detrás del conflicto estaban los intereses empresariales en Repsol. González reclamó al Gobierno que mantenga "la españolidad" de la petrolera, ante el acuerdo de la constructora Sacyr y la mexicana Pemex para tomar el control en la gestión de su participada. Pero Sebastián urgió al exdirigente "a dejar en paz al Gobierno", además de recordar algo que para la mayoría de los ciudadanos podría haber pasado desapercibido: el compañero de partido Felipe pertenece también al consejo de administración de Gas Natural, uno de los accionistas de referencia de Repsol y más proclive a su actual máximo directivo, Antonio Brufau.

A algunas personas les sorprenderá que González se haya unido al club de expolíticos que pasan al sector privado, como hiciera antes su sucesor José María Aznar, a cambio de un sueldo millonario. Pero la realidad es que esta frontera cada vez es más traspasada. Líderes europeos, de EE UU o decenas de exministros y altos cargos ocupan responsabilidades en corporaciones, comúnmente no en la gestión diaria, sino en órganos de gobierno o en labores de asesoría. "No veo el escándalo. Sí debería haber un debate sobre la transparencia del proceso, pero yo lo percibo como un símbolo de madurez de la sociedad. Nuestros gobernantes son cada vez más jóvenes y cuando se retiran tienen toda una carrera por delante. Si queremos encerrarles en una biblioteca para que escriban sus memorias, habrá que pagarles mucho más", opina David Bach, profesor alemán de Dirección Estratégica en IE Business School.

Menos comprensivo fue en su momento Gaspar Llamazares, diputado de IU, que observó censurable que los expresidentes sigan cobrando una pensión vitalicia mientras reciben un salario de alguna empresa.

Joan Fontrodona, profesor de æpermil;tica Empresarial en la escuela de negocios IESE, considera que "es muy bueno y muy sano que los altos cargos tengan en su currículum experiencia en el sector privado. A veces nos quejamos precisamente de aquellos políticos que solo saben vivir de la política".

¿Pero qué buscan las empresas de estos altos cargos? Lo habitual es pensar que lo que quieren de ellos es su red de contactos, que cualquier presidente o ministro se ponga a una llamada suya. Y es precisamente en ese punto donde los expertos ven más problemas de control entre la delgada línea que separa las relaciones institucionales con el tráfico de influencias.

"El papel en la empresa de los que han sido buenos políticos es el de aportar una visión estratégica en un campo que dominan, además de ejercer la función de conseguidor, en el buen sentido, de un lobista que genere actividad. Pero a diferencia de lo que la gente cree, tres cuartas partes de su trabajo consisten en ofrecer solo una visión estratégica y no en la red de contactos", indica José Medina, presidente de la empresa de búsqueda de directivos Odgers Berndtson. Este experto ha participado en el fichaje privado de algún exministro, pero reconoce que en el caso de los grandes nombres, las compañías contactan directamente con el interesado.

Bach argumenta que también aportan un conocimiento de cómo se forma el proceso político "formal e informal" y cómo afecta al entorno competitivo. "Además, deben crear una opinión pública. Escuchan y hablan con otros líderes y periodistas y se convierten en portavoces informales de la compañía en foros o escribiendo artículos de opinión", añade. "Disponen de una visión amplia del entorno y de la globalidad. Por otra parte, están acostumbrados a lidiar con asuntos muy complejos, así que el manejo de la complejidad es interesante para las empresas", alega Francisco Longo, profesor de Gestión Pública en Esade.

Sin embargo, las críticas surgen en casos concretos. Si Gerhard Schröder pasa de la cancillería alemana a directivo de la petrolera rusa Gazprom en unos meses, si un comisario europeo de Telecomunicaciones ficha por Telefónica cuando aún estaba en su cargo... aparece el escándalo, y los ciudadanos se preguntan por los límites. La legislación española y la europea hacen hincapié en la restricción temporal que existe para que un alto cargo pueda incorporarse al sector que regulaba anteriormente.

"Existe un límite muy fino entre las buenas y las malas prácticas. Yo recomendaría a las empresas españolas mucha más transparencia, publicitar el cargo y el sueldo", cree Bach.

"O si el expresidente, por ejemplo, escribe una opinión en un periódico, que también aparezca su cargo empresarial si habla de energía", añade. "Y si fichan a alguien como Felipe González, que quede claro cuáles son sus funciones exactas y por qué se ha incorporado a la compañía", coincide Fontrodona.

"La línea que no se debe cruzar es muy vidriosa y puede haber un mal uso de la información privilegiada. Ante una duda, que se comporten de usted y con corbata, es decir, que pequen de conservadores", apunta el directivo de Odgers Berndtson. "La diferencia estriba entre conseguir un contrato por amiguismo o por criterios objetivos", aclara el profesor de ética Fontrodona.

Pero para el cazatalentos Medina también se dan otros abusos: "Yo diferencio entre los buenos políticos, que pueden aportar mucho a la compañía, y los chusqueros, aquellos oportunistas y arribistas que solo han vivido del partido. Y las empresas abusan de contratar a estos como agradecimiento a servicios prestados", por alguna ventaja competitiva que hubieran conseguido en el pasado gracias a la mano amiga. "Cuidado con los chusqueros. Mi experiencia es que a la empresa que han ido, han funcionado como trituradoras del equipo y del buen clima, son gente que no saben trabajar en equipo", advierte.

El profesor de ética concluye con una reflexión más: "Sería muy bueno un periodo de transición. Si no queremos que los políticos pasen al sector privado, deberían ganar lo suficiente para estar fuera de circulación. Un presidente de Gobierno no tiene un sueldo acorde con su responsabilidad", una cuestión, la de subir las retribuciones a los exaltos cargos, difícil de aceptar por la opinión pública. "Quizá hay que hacer un gasto de energía en explicárselo a los españoles", subraya.

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