El opositor que espera, desespera
La congelación y los recortes del número de plazas de empleo público mantienen en vilo a los aspirantes, pero las alternativas no son siempre malas
El futuro de una buena parte de los opositores de nuestro país está pendiente de un hilo. La crisis repercute ?y mucho? en aquellos que aspiran a funcionarios, y en este momento ni las horas de estudio ni el esfuerzo son suficientes para lograr una plaza. La escasez de dinero y los recortes han mermado como nunca las convocatorias en casi todos los ámbitos y grados. Pero las citas de empleo público acusan, desde antes de la crisis, una bajada exponencial del número de puestos ofertados justo en el momento que más demanda hay.
Un expediente académico universitario brillante y mucha fuerza de voluntad fue lo que Silvia Llobregat necesitó para lanzarse a preparar las oposiciones de técnico de la Administración Civil de la Comunidad de Madrid (TAC), especialidad en Justicia. Recién licenciada en Derecho, en 2006 tomó lo que para ella fue "el camino más difícil". Se puso a estudiar y a cantar (lo que se conoce en el argot como recitar oralmente el temario) con la ayuda de un preparador particular. Y, como la mayoría de opositores, realizó un primer examen a comienzos de 2007, que le sirvió de prueba. "En esa convocatoria era prácticamente imposible que aprobara, llevaba muy poco tiempo estudiando y era un mero entrenamiento", recuerda Silvia. Pero nunca más tuvo la oportunidad que buscaba.
Más de tres años de trabajo diario, estudio y esfuerzo. "Tu vida gira en torno a ese examen que no llega. Estudias cerca de 12 horas al día, muchas veces más, y lo asumes como un horario laboral", explica Llobregat. El factor psicológico influye de manera notable a la hora de preparar unas oposiciones: "Se trata de estudiar con un objetivo. Si no sabes si convocarán tu examen, la desesperación puede contigo", recuerda.
Llobregat es un ejemplo de la realidad que viven los 500.000 aspirantes de todos los grados que se calcula que hay en España cada año. Pero esta cifra no es más que una mera aproximación, ya que, como explica Ángela de las Heras, jefa de estudios del Centro de Estudios Financieros (CEF), especialista en la preparación de oposiciones, "aunque firmen para presentarse en el examen, la forma de preparar puede ser muy distinta. Existe un importante número de personas que se presentan sin estudiar todo el programa exigido". La dedicación casi en exclusiva y el tiempo empleado es la línea que separa el ser o no ser opositor.
Las estadísticas demuestran que entre 2008 y 2010 se dio el recorte más grande de plazas y convocatorias públicas jamás conocido. Y todo ello a las puertas de la crisis. "Desde entonces no se levanta cabeza", asegura De las Heras. "Todos los tipos de oposiciones se han visto afectados; los que menos, aquellos de grado superior (A1 y A2). Pero el recorte en los cuerpos inferiores ha sido tremendo", añade. Además, el parón no es únicamente estatal. Algunas regiones, como la Comunidad de Madrid, también han reducido al máximo sus plazas de empleo público; como los ahora tan de actualidad aspirantes a docentes, que peregrinan a otras comunidades huyendo de la congelación de la oferta sufrida, por ejemplo, en Canarias o Castilla-La Mancha.
Silvia, como miles de estudiantes de oposiciones, decidió "esperar y seguir hacia delante", preparándose año tras año con la esperanza de ser convocada. Pero tuvo que tomar una determinación. "En el año 2010, ante la incertidumbre, decidí dar un giro en mi carrera". Realizó un máster en asesoría jurídica en el Instituto Empresa de Madrid y de allí pasó al ejercicio de la abogacía en el bufete Barrilero y Asociados. "Fue la mejor decisión que tomé nunca".
Recuerda cómo a la hora de superar procesos de selección se tuvo muy en cuenta los años que pasó como opositora. "En el momento de contratarme, obviamente, valoraron el máster y mi formación previa, pero primó el haber estado preparándome para técnico de Administración civil". Constancia, valor, fuerza de voluntad, aguante o metodología son las principales características de un opositor y resultan atractivas a cualquier empleador. "Estudiar unas oposiciones fue una lanzadera para encontrar trabajo", explica.
Todo ello a pesar de que el tiempo juega en contra, ya que, a medida que el estudiante cumple años, el acceso al mercado laborar se dificulta.
Ella optó por dejar atrás más de tres años de estudio; pero lo que se pierde no es solo tiempo. Tanto si se prepara un examen en un centro especializado como si se hace con un profesional de manera particular, el desembolso de dinero es notable e, incluso, inaccesible para mucha gente. "Pagué cerca de 700 euros al mes a mi preparador, pero ahora es mejor verlo como una inversión", cuenta Llobregat. Si se decide optar por un centro especializado, el gasto ronda los 2.000 euros en total.
Ángela de las Heras sostiene que "esto debe cambiar independientemente de la crisis". Lo cierto es que el Estado y las comunidades autónomas ya son la primera empresa del país en número de empleados, y la realidad refleja que es necesario un ajuste. "Existe una carencia de personal en muchas áreas que se deberían cubrir", añade De las Heras.
Aún hay quien, al contrario de lo que Silvia hizo, mantiene su ritmo de estudio y la esperanza de lograr hacer y superar el ansiado examen. Patricia Díez es alumna del Centro de Estudios Financieros (CEF) y opositora del Cuerpo Superior de Inspección de Seguros. Su día llegará en apenas un mes, fecha de la convocatoria del ejercicio, pero hasta llegar aquí ha sido un camino sembrado de dudas e incertidumbre.
"La última vez que hubo examen fue en 2009, y el mismo día que me presenté nos advirtieron de que no habría plazas", recuerda Díez. Ese año solo se ofertaron cuatro puestos para este cuerpo, el año siguiente (2010) ni siquiera hubo examen y en 2011 serán de nuevo ocho las plazas para una cantidad de alumnos duplicada por el parón de convocatorias y, por supuesto, la reducción de empleo. Opositar es la salida por la que optan muchos licenciados en paro.
"Intento no desanimarme y espero sacar plaza. He luchado muchísimo y me he esforzado en un trabajo que no está remunerado", explica Díez. A la pregunta de si ha valorado alguna vez cambiarse de oposición, responde directa: "No es viable, ya que en la mayoría de los casos los temarios ni se parecen y las oportunidades se hacen más pequeñas ante el efecto llamada que suscitan los concursos con más vacantes".