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El año que nos hicimos mayores

Fueron 240 estudiantes los primeros valientes que salieron de España con una beca Erasmus. Universitarios que en 1987 cambiaron el rumbo de la juventud española sin saberlo y se fueron en busca de experiencia internacional. æpermil;ramos europeos y había que demostrarlo. En el año de la primera hornada de becados, nadie podía imaginar que, casi un cuarto de siglo más tarde, irse de Erasmus sería esencial para una buena formación.

El programa para estudiantes Erasmus, siglas en inglés de European Region Action Scheme for the Mobility of University Students, es una iniciativa de la que disfrutan todos los países miembros de la Unión Europea, además de Islandia, Liechtenstein, Noruega, Suiza y Turquía, y por la cual se reconocen las asignaturas cursadas en otras universidades de la Unión Europea. Desde su creación, más de 300.000 estudiantes españoles han disfrutado en alguno de estos países del "mejor año de su vida".

Así lo recuerda Felipe Gil. Tiene 28 años, trabaja como asesor fiscal, pero su vida habría sido muy distinta sin esa experiencia. "Yo vivía en Jaén y me concedieron la beca para la Universidad París XII Val-de-Marne. Para mí era impensable que pudiera salir de mi casa, ¡viví en una ciudad tan grande y con tantas oportunidades como París!". Tanto cambió para él, que desde entonces ha residido en tres lugares diferentes, habla tres idiomas y, como dice, "el mundo se me ha hecho pequeño".

Un cuarto de siglo después, los Erasmus de entonces son profesionales ahora, con aptitudes y habilidades imprescindibles para cualquier empresa. "Este programa aporta muchas cosas buenas a la hora de trabajar. Además de las competencias lingüísticas se adquieren otros valores como el trabajo en equipo o la amplitud de las dimensiones socioculturales". Así lo explica Encarnación Cuenca, directora general del Organismo Autónomo de Programas Educativos Europeos (Oapee), una oficina adscrita al Ministerio de Educación (MEC), que coordina los programas educativos en el marco de la Unión Europea.

"No nos hacemos a la idea de lo importante que es para un estudiante disfrutar de ese año en el extranjero", explica Cuenca. "Y más en España, donde se tiende a sobreproteger a los hijos y mantenerlos hasta el límite", recuerda. Es un año para crecer y para aprender, además de ampliar los conocimientos académicos. "Pero se trata también de un periodo de aprendizaje global", asegura la directora.

España es, desde el curso pasado, el país de la UE que más estudiantes envía y recibe. Más de 31.000 españoles estudiaron durante el curso 2010-2011 fuera de España y casi 36.000 vinieron a nuestras universidades en busca de sol, oferta cultural, ocio y aprendizaje del castellano, "un idioma en alza entre nuestros vecinos europeos", explica la directora.

Prueba de ello es la variedad internacional que existe en las aulas de las universidades españolas: "Son verdaderas reuniones de la ONU", bromea.

Los destinos preferidos entre los españoles son, desde hace algunos cursos, Italia, Francia y Reino Unido. El menor choque cultural y "la vida más barata" son las razones para elegir Roma, Milán o Bolonia como ciudades Erasmus. Pero el idioma y el nivel educativo también priman entre los estudiantes que viajan hasta Londres o París.

Cada Estado miembro elige cómo gestiona los fondos que la Unión Europea dispone para este programa. Bien otorgando la máxima cuantía de beca por alumno o bien, y esta es la fórmula española, enviando al máximo número de alumnos fuera, pero con una dotación menor. El apoyo de las familias resulta imprescindible y los padres realizan esfuerzos económicos extraordinarios para tal fin. "Durante mi año en el extranjero me gasté cerca de 9.000 euros más la matrícula de la universidad. Y eso, controlando bien el dinero, ya que para mis padres era un gran desembolso. Ahora no tengo palabras para agradecérselo", recuerda Gil.

En el curso 2010-2011 se repartieron cerca de 31 millones de euros en los diferentes tipos de becas Erasmus que se otorgan en España. La UE ha dispuesto desde 2007 hasta 2013 (fecha de cierre de esta etapa del programa) más de 7.000 millones de euros. El dinero que cada estudiante español recibirá este curso ronda los 300 euros al mes: 120 euros de fondos europeos más 172 euros de ayuda complementaria del Ministerio de Educación. Pero los becarios del MEC reciben, además, otros 372 euros mensuales. A este importe habría que sumar las ayudas que otorgan muchas comunidades autónomas españolas.

Beatriz Montero tiene 21 años, es de Córdoba y estudia tercero de Administración de Empresas en la institución universitaria privada ETEA de dicha ciudad andaluza. Cuando nació (en 1990) ya había 4.000 españoles que se habían movido por Europa con una beca Erasmus. Pero por fin le ha tocado a ella.

Hace apenas un mes que llegó a la Universidad de Waterford, una pequeña ciudad irlandesa al sur de Dublín, la capital. "Vengo con muchas ganas de aprender inglés, intercambiar conocimientos y conocer gente de toda Europa", asegura. Tiene miedo de no integrarse en el sistema educativo irlandés, pero eso "también es aprender", asegura Beatriz Montero. Sabe que, como los compañeros que la precedieron en esa universidad, "será una experiencia que me cambiará la vida" y espera que su salida al mercado laboral sea más fácil gracias a los conocimientos adquiridos este curso.

Como ella, otros 40.000 estudiantes acaban de comenzar en centros universitarios fuera de nuestras fronteras el curso 2011-2012. Pero tranquilidad: las generaciones venideras tendrán garantizado su año Erasmus ya que, como asegura la directora de Oapee, "este programa continuará e intentaremos mejorar el reparto de los fondos entre los países participantes".

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