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César GOnzález-Bueno

Un espíritu competitivo

el banquero que lanzó ING en España ha desembarcado esta semana en NCG Banco como consejero delegado. Un desafío Eara alguien entregado en el trabajo y la sociedad.

Un espíritu competitivo
Un espíritu competitivo

Este hombre revolucionó la banca en España. En 1998, puso en marcha ING Direct, aquel su otro banco accesible a través del teléfono y más tarde internet. La competencia vaticinó el fracaso. Hoy, la entidad tiene en España más de 2,2 millones de clientes. Los jefes de Holanda, tan contentos. César González-Bueno, de 51 años, se ocupaba hasta la semana pasada de la actividad mayorista y minorista de ING Bank en 17 países. Se despidió el lunes para incorporarse como consejero delegado a NCG Banco, la entidad creada con los activos segregados de Novacaixagalicia. Para el sector, una sorpresa; para el banquero, un reto. El nuevo banco gallego busca reposicionarse en el mapa financiero español. Un proyecto para el que necesita inversiones por 2.465 millones de euros de inversores externos y el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). Dicen que en la decisión de este ejecutivo perfeccionista y exigente ha pesado el equipo de profesionales reclutado por el presidente ejecutivo de NCG Banco y animador del proyecto, José María Castellano -el artífice de la expansión internacional de Inditex-. Dos figuras que a los mandos del banco gallego despiertan mucho interés.

La nueva etapa profesional de César González-Bueno quedó inmortalizada el pasado miércoles en la foto de familia tras el consejo de administración de NCG Banco. En ella, el consejero delegado, vestimenta impecable, sonríe abiertamente al futuro.

Son ya 26 los años que González-Bueno lleva corriendo en los circuitos financieros, un símil ad hoc para este apasionado de los coches y la velocidad. Educado en un ambiente privilegiado, su padre, Pedro González-Bueno Benítez, fue presidente y director general de Citroën Hispana, empresa que contribuyó a fundar el abuelo, Pedro González-Bueno y Bocos, ingeniero de caminos y ministro de Acción y Organización Sindical en el primer Gobierno nacional de Francisco Franco constituido en Burgos.

César González-Bueno, cuarto de cinco hermanos, estudió en el Liceo Francés y se graduó en Derecho y Administración de Empresas en Icade, la cincuentenaria institución de la Universidad Pontificia Comillas, en 1985. Con el título universitario bajo el brazo, comenzó a trabajar en Citibank como analista. La experiencia, de un año, le sirvió después en Asesores Bursátiles, la sociedad de valores que habían fundado en 1984 Salvador García Atance, Pedro Guerrero e Ignacio Garralda. De él han dicho que conserva modales de consultor. Entre 1989 y 1990, trabajó en The Boston Consulting Group. En esta etapa, completó su formación con un máster en Gestión Pública y Privada en Yale. Durante un tiempo, también fue profesor asistente de Finanzas y Métodos Cuantitativos en la universidad con sede en New Haven (Connecticut).

Con la llegada de los noventa, César González-Bueno se convirtió en un hombre McKinsey, la firma de consultoría de referencia y sueño de muchos estudiantes de escuelas de negocios. Fueron seis años trabajando en marketing, gestión de riesgos y reducción de costes en Lisboa, México y Madrid.

En 1996, fichó por Argentaria, como director de canales alternativos. Una apuesta decisiva para su futuro. Dos años explorando las posibilidades del teléfono y otros canales bastaron para convencer a un cazatalentos de que César González-Bueno era el candidato idóneo para lanzar en España el banco naranja. Fue la pesadilla de la banca española por su agresividad en la captación de ahorro. Conforme el banco se hacía mayor, González-Bueno tuvo la visión de ofrecer todo lo que necesitaban los clientes. ING pasó de ser tu otro banco a ser tu banco principal. Saboreó el éxito pero también vivió momentos amargos. Los peores fueron tras la intervención de Fórum y Afinsa -la crisis de estas compañías le pasó una factura del 10% del pasivo- y la inyección del Gobierno holandés de 10.000 millones de euros a la matriz ING Groep en 2008. González-Bueno tuvo que tranquilizar a los clientes en España. No paró de dar entrevistas durante 24 horas para explicar a los clientes que seguirían accediendo de la misma forma a sus cuentas y sus ahorros.

El consejero delegado de NCG Banco es un hombre familiar, que nutre su intelecto en el trabajo y que desconecta fuera de él en la naturaleza, con sus perros, o practicando deporte. Un espíritu competitivo, como el automovilismo al que es gran aficionado. Ha sido el mundo de la competición el que le ha llevado hasta la Ciudad Escuela Muchachos (Cemu), fundada en 1970 por Alberto Muñiz, tío Alberto, en Leganés (Madrid). González-Bueno, patrono de la fundación, se acercó a este centro integrador para chicos con problemas a través de Juan Carlos Delgado el Pera, un niño que robaba bancos al que rehabilitó tío Alberto y que coincidía con el banquero en los circuitos de automovilismo -el Pera fue campeón de España de Fórmula Renault-. César González-Bueno "es el mejor regalo que Juan Carlos nos ha hecho", dice Alberto Muñiz. Ve en el ejecutivo al amigo, no al banquero. "Me siento orgulloso de ser su amigo. Es un patrono vocacional. Tan importante y a la vez tan accesible", declara. En alguna ocasión, el director del centro le ha oído decir que los Estados deben ayudar a los ciudadanos, no a los banqueros. Le supone en el despacho la misma pasión que siente por su trabajo en la Fundación Ciudad Escuela Muchachos y que inculca a sus tres hijos. "Hace honor a su apellido, bueno, de buena gente", concluye.

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