Los riesgos de limitar el déficit en la Constitución
Algunos expertos creen que el gasto disminuirá en siete puntos de PIB
Desde que el pasado 23 de agosto el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunciara en el Pleno del Congreso su disposición a reformar la Constitución para incluir en ella un límite estructural al déficit público y la deuda, el debate no ha cesado. Los defensores de esta medida, que esta semana deberá ser ratificada por el Senado después de que el viernes la aprobara el Congreso, aseguran que una estabilidad presupuestaria estipulada en la Carta Magna brindará confianza a los inversores, por lo que generará crecimiento económico y empleo. Sus detractores critican que la reforma responde a cuestiones ideológicas, supone el triunfo del ultraliberalismo y condena a los países al dictado de los mercados.
Dice el catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Granada Santiago Carbó que nos enfrentamos a una crisis tan particular que "la única respuesta parece ser que los estímulos y ayudas deben mantenerse pero, al contrario que hasta ahora, deben ir acompañados de un soporte institucional tan hábil y exigente como para garantizar a la vez equilibrios fiscales, estímulos en políticas básicas de crecimiento y garantías y solidaridad frente a especuladores. Casi nada".
Gasto eficiente
Pero la cuestión es: ¿cómo conseguir todo eso a la vez sin menoscabar el bienestar de la sociedad? Como cabía esperar, los políticos no han podido resistir la tentación de llevar el debate a su terreno y así mientras algunos diputados del PSOE han tachado la reforma de neoliberal, desde la bancada del PP se les reprocha que perpetuar altos déficit y no controlar el endeudamiento es propio de una política "de izquierdas". Lo más acertado, coinciden la mayoría de analistas, es pasar a la acción. Tal y como dice José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney, "lo que es neoliberal es el déficit crónico y el ejemplo son Reagan y los Bush que nunca tuvieron equilibrio en sus cuentas. El déficit público crónico es el colesterol que deteriora las arterias de la democracia. La estrategia del movimiento neocon era explícitamente bajar impuestos para incurrir en déficits crónicos y obligar a la sociedad a asumir la reducción del tamaño del estado. El lema neocon es "matar a la bestia de inanición". Una de las voces más críticas ha sido la del diputado socialista Antonio Gutiérrez, quien rechaza el fondo y la forma del cambio constitucional. Asegura que debido a las reformas fiscales aplicadas, "estamos lejos de Suecia en equidad y solo somos suficientes para pagar nuestro magro andamiaje social cuando crecemos mucho, pero manteniéndose la deficiente redistribución de siempre".
Aquellos que coinciden con Gutiérrez auguran dramáticos recortes del gasto público, ya que las previsiones hablan de un crecimiento raquítico a corto y medio plazo, apenas del 2,5% de media en los próximos nueve años. Quienes se proclaman apolíticos o defienden despojar de ideología al debate, aseguran que un proyecto progresista es aquel que se basa en perseguir un nivel adecuado de servicios públicos de calidad, garantizando la igualdad de oportunidades. Y eso solo se consigue si se logra un gasto público eficiente. La clave es construir una estructura fiscal coherente con el nivel de gasto y con progresividad.
Hacia un sector público cada vez menos protagonista
Más allá de los planteamientos de si será o no positivo establecer en la Constitución un tope de déficit y deuda, algunos expertos realizan ya los primeros cálculos.Para poder cumplir con ese déficit estructural del 0,4% del PIB, que equivale a entre 5.000 y 6.000 millones, frente a los más de 60.000 millones previstos para este ejercicio, el gasto tendrá que adaptarse a esa nueva realidad. "Si se cumple la premisa de que España tiene un crecimiento potencial del 2%-2,5%, eso supone que prácticamente el gasto público debería crecer a tasas cercanas al 0% a largo plazo, salvo en épocas de recesión, lo que invalidará cualquier programa de convergencia en algunas materias en las que aún estamos muy alejados, tales como educación, infraestructuras, sanidad o servicios sociales", advierte Alejandro Inurrieta, economista y director de Inurrieta Consultoría Integral. Dada la elasticidad de ingresos y gastos, "la reducción de la participación del gasto público deberá ser muy drástica. Eso sí, suponiendo que no hay cambios apreciables en la presión fiscal y se hacen permanentes las rebajas fiscales aprobadas", añade. Para cumplir con los nuevos límites, Inurrieta alerta que el gasto no debería de representar más del 33% del PIB, (en la serie histórica se mantuvo por debajo del 40%) por lo que el tijeretazo se antoja difícil, siete puntos porcentuales menos de PIB, entre 60.000 y 70.000 millones por año, sin que afecte a servicios esenciales como sanidad, educación o dependencia.
Las cifras
2,5% crecerá el PIB anual hasta 2020, según algunos estudios. En la etapa expansiva lo hizo al 3,5% de media.0,4% es el límite de déficit público que PSOE y PP han consensuado fijar en una futura ley orgánica.60.000 millones es el déficit previsto este año, el 6% del PIB.