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Fernando Fernán-Gómez. Galerista

"Es el peor momento que he vivido en el mercado del arte"

Décadas en el mundo del arte, como editor y galerista, dan a Fernando Fernán-Gómez hijo una inmejorable perspectiva sobre la situación de su sector.

Acaba de inaugurar este año su nueva galería, Fernán-Gómez Arte Contemporáneo, en la madrileña Puerta de Alcalá. Toda una apuesta en una época difícil para su sector, a la que dio inicio con la presencia de la obra reciente de un indiscutible como Luis Feito.

¿Cómo está atravesando el mercado del arte la actual crisis respecto a otras que usted ya vivió?

Ya sabemos que en la economía de mercado todo son ciclos, pero este bajo que nos toca ahora es especialmente difícil. Es el peor momento que he conocido, después de tres o cuatro crisis previas.

Siempre se dice que el arte es un valor seguro, en incertidumbres del mercado...

No es algo que haya funcionado nunca en España de manera tan clara como en otros países de Europa, debido a ciertas especificidades de nuestro mercado. Tampoco la crisis ha sido tan intensa como aquí. Por otra parte, y si bien es cierto que el arte bien comprado es una inversión sin grandes fluctuaciones, tampoco es tan corriente dar pelotazos, que es como se ha funcionado en demasiadas ocasiones en España.

Su sector, además, siempre se queja de problemas fiscales.

Es que el tratamiento fiscal del coleccionismo en España es uno de los peores del mundo, sin ningún tipo de ayudas o desgravaciones. El IVA es el máximo, el de lujo. Y ni de lejos hay facilidades como las de Estados Unidos, donde, por ejemplo, es posible pagar impuestos entregando obras de arte.

Dentro de ese escaso movimiento, ¿hay algún tipo de compra que se realice con mayor facilidad?

Por supuesto, la prioridad es ir a lo seguro, a artistas con total garantía de que no perderán valor. Lo que más se mueve es el mercado secundario: no son ventas directas a compradores, sino a marchantes que, a su vez, actúan en nombre de clientes que confían en ellos. Además, es un mercado muy a la baja, con precios por debajo del 50% de hace unos años.

Entonces, paradójicamente, es un buen momento para comenzar una colección.

Sin duda, si se cuenta con un buen asesor. Es posible encontrar piezas espléndidas que se venden a la baja, no porque su precio haya caído en el mercado, sino porque se deshacen de ellas personas con verdaderos problemas de liquidez.

El gran perjudicado es, pues, el arte actual. Pero ¿existen realmente artistas españoles con el nivel de los que surgieron, por ejemplo, en los años cincuenta y sesenta?

Bueno, hablamos de una generación extraordinaria, difícil de repetir... Pero sí que hay unos cuantos buenos artistas. El problema es que la falta de mercado hace que no puedan dedicarse a tiempo completo a producir. Muchos se dedican a dar clases, cursos, incluso son funcionarios... Muy pocos pueden vivir a tiempo completo de la creación. Y precisamente este sería el arte que más debería cuidarse desde las instituciones.

¿Cree que debería haber otro apoyo más allá de las ferias, por ejemplo?

Las ferias sirven de poco. Habría que hacer una promoción institucional a escala nacional, olvidando esa idea de las culturetas locales que se promueven desde las autonomías y que solo generan artistas sin proyección. En el lanzamiento internacional de los artistas de los cincuenta que mencionábamos tuvo mucho que ver una apuesta decidida desde el Gobierno; bien es cierto que por el afán del franquismo de proyectar una imagen de modernidad, pero con éxito al fin. Algo ha hecho Exteriores, con el patrocinio del ICO y del Icex, pero han sido intentos modestos.

Abrió su nueva galería con un artista consagrado como Feito. ¿Tendrá también artistas jóvenes?

La idea es compartir el espacio de exposición entre un artista consolidado y uno joven que, de alguna manera, aparezca apadrinado por el prestigio de su compañero de sala. También me gustaría hacer hincapié en la escultura, como una exposición colectiva que tuvimos en mayo y en la que estuvieron presentes Rafael Canogar y Martín Chirino junto a artistas jóvenes, en algunos casos de menos de treinta años. La escultura es la más desconocida de las artes plásticas, pero creo que hay que insistir en ella, además de por una predilección personal, porque es la más perdurable, la que, por ejemplo, nos llegó hasta hoy desde Grecia y Roma.

"Una colección se disfruta más al empezar"

En parte por herencia de sus padres, el legendario actor y dramaturgo homónimo y la cantante María Dolores Pradera, Fernando Fernán-Gómez fue un coleccionista en muy distintas facetas, aunque debió vender buena parte de sus tesoros por un cambio de domicilio al centro, donde no podía albergar las masivas cantidades que había almacenado.

¿Cómo fue la venta de sus colecciones?En resumen, como si me hubieran cortado los brazos... Llegué a tener mil máquinas de trenes eléctricos, 30.000 libros, miles de estilográficas... Solo con la colección de cómics que vendí en los ochenta me pagué la mitad de un piso. Pero el coleccionismo se disfruta casi más cuando se comienza. Luego, hace falta más que constancia y dinero: también espacio y tiempo para disfrutarlas.

Editó durante un tiempo una revista sobre estilográficas, La Escritura. ¿Qué ocurrió con ese mercado que se hundió al comienzo de siglo?Hubo un exceso completamente absurdo en la edición de series limitadas de coleccionista. Montblanc dio comienzo al tema en 1992 y, ante el éxito, incontables marcas se lanzaron a ello. Se llegó al exceso de que se compraban denominaciones de marcas italianas, desaparecidas antes de la Segunda Guerra Mundial, para vender con su nombre plumas fabricadas en China con materiales de tercera... El mercado se saturó y se vino abajo, en un fenómeno creo que bastante ejemplar.

También ha editado publicaciones de arte, ¿cómo ve ese sector?Mi impresión es que a las revistas de arte les quedan tres cortes de pelo... Ahora, en internet, a golpe de dedo, es posible tener imágenes de las obras con mayor definición que en cualquier revista. Personalmente, seguiré editando los catálogos de mis exposiciones en papel por una cuestión de amor al formato, y también como regalo para los artistas, que aún lo valoran mucho.

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