El mensaje de Sacyr a la banca
Sacyr Vallehermoso es de las constructoras que invirtió con decisión en energía en 2006, como Acciona lo hizo en Endesa o ACS entró en Fenosa. La diferencia es que la firma que preside Luis del Rivero mantiene la apuesta por el petróleo, mientras que sus competidores han hecho evolucionar sus estrategias: Entrecanales se quedó con las renovables de la eléctrica y Florentino Pérez decidió abandonar Fenosa para engordar en Iberdrola.
Esta vía tomada por Sacyr ha hecho que mantenga una importante deuda con la banca. En concreto, 4.908 millones que le han unido es una especie de relación de amor y odio con una veintena de entidades financieras.
Se trata del saldo vivo de un crédito por 5.175 millones firmado en 2006 para la toma del 20% del capital de la petrolera, y que la firma que preside Luis del Rivero está tratando de renovar.
Fuentes del sector financiero comentan que el grupo constructor debía hacer un gesto de poder en Repsol para generar confianza en los acreedores. El préstamo se paga con los dividendos de la participada y si Sacyr no tiene algo más que voz y voto en la política de remuneración, la banca desconfía sobre que Sacyr sea capaz de atender el servicio de la deuda.
Dicho y hecho, Luis del Rivero y los suyos han dado con los nudillos en la propia mesa de Antonio Brufau. Al sindicar sus acciones con Pemex, hasta alcanzar el 29,8% del capital, demandan un giro estratégico que incluya mensajes claros al mercado -mayor eficiencia y búsqueda de sinergias entre las filiales, regularidad en el pago de dividendos, desinversiones puntuales, etcétera- para conquistar la deseada revalorización en Bolsa. Hoy la acción de Repsol vale 18,89 euros, por los 26,7 euros que pagó Sacyr a finales de 2006.
El grupo de construcción siempre ha defendido que quería mantener su posición en la "mejor empresa española con permiso de Telefónica", según palabras de Del Rivero. Y trataba de apaciguar los ánimos entre la banca recordando que su empresa ha respondido al pago de los intereses y ha amortizado capital con lo que iba sobrando del dividendo pagado por la propia Repsol.
El presidente de Sacyr no querrá más sorpresas respecto a la política de remuneración de Repsol. Tuvo suficiente cuando en febrero de 2010 Brufau sacó adelante un recorte del 19% y se puso en entredicho la capacidad de la constructora para afrontar los intereses que cobra el consorcio que lideran Santander, Caja Madrid, Calyon y Citi.
También habrá sido insoportable para él la ruptura de los equilibrios de poder en su propia compañía. Dos partícipes de Sacyr, del peso de Juan Abelló y Demetrio Carceller, terminaron por rebelarse en la última junta de accionistas ante el reforzamiento de Rivero y su consejero delegado, Manuel Manrique, en el consejo.
Una batalla que vino precedida de la escalada del citado Carceller en Sacyr, hasta convertirse en primer partícipe, y las reiteradas quejas de este y de Juan Abelló sobre el escaso protagonismo que Sacyr tenía en las grandes decisiones de la petrolera.