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Juan Diego. Actor

"Deberíamos crear un euro de segunda categoría"

Incansable, siempre con proyectos en cartera, reivindica el papel de las artes escénicas como agitadoras de conciencias y subraya las posibilidades de internet en el ámbito político

Ha participado en más de 40 películas, ha representado más de 15 obras de teatro y ha actuado en incontables series de televisión. Si Juan Diego (Bormujos, Sevilla, 1942) tuviera que elegir entre cualquiera de los tres medios, se quedaría con el teatro. "Tienes la capacidad de volar, de ser el personaje en su máxima expresión artística".

Recientemente actuó en el Teatro Real como declamador del poema metafísico La muerte sin fin. ¿Por qué merece la pena volver a la metafísica en los tiempos que corren?

El ser humano es algo muy manipulable desde su nacimiento. Aparecen los chamanes y se adueñan del conocimiento, y a partir de ahí siempre hay alguien que se adueña de la voz. El hombre sigue preguntándose quién es, de dónde viene y a quién representa. Es importantísimo que la pregunta siga existiendo en estos momentos, porque el hombre de hoy siente que es pura mercancía. Nuestra pregunta debe ser siempre: ¿y por qué?

Hemos dado mucho más valor al tener que al ser.

Eso por un lado, pero también se ha envilecido bastante la sociedad. Se ha creado una sociedad virtual donde todo es relativo y no existen los valores. Las cosas no tienen más importancia que lo que valgan. Esos que llamamos "los grandes mercados" deberían reflexionar, porque van a terminar dándole la razón al marxismo. El capitalismo va a morir por propia consunción, porque no va a dar la posibilidad de que la gente siga consumiendo. Ese es el gran problema que tenemos en Europa y en España. Si no hay trabajo, no se puede consumir. En el momento en el que la clase media se descapitalice, todos los productos se quedarán ahí.

Las protestas que está habiendo van por la senda de criticar las decisiones inspiradas por el mercado.

Desde mi punto de vista, es un intento de transformar este sistema que se nos está revelando inoperante. Hemos pasado de un capitalismo productivo a un capitalismo donde no existe el dinero. ¿Dónde está? ¿Cómo se controla? Volviendo a las protestas que han tenido lugar en España, me parece una de las cosas más importantes que ha ocurrido últimamente. Entre las muchísimas cosas que proponen yo creo que hay seis u ocho muy interesantes, como detener los desahucios. Esto era impensable hace años. Por ello, los políticos no deben ser cínicos y deben atender estas demandas.

¿Qué salidas ve a la crisis?

No le veo a esto más salida que descapitalizar el euro y crear una zona real, en la que estaríamos Grecia, Portugal, Irlanda, Italia y España. Deberíamos unirnos y no cumplir las exigencias de la industria alemana o francesa. Tendríamos que hacer un euro de segunda categoría porque a nosotros, como ciudadanos, la Europa del norte no nos está tratando como es debido. Esa puede ser una de las soluciones, porque en ese caso podríamos controlar la inflación con nuestras propias decisiones.

Las reformas obligadas por la inestabilidad de los mercados son medidas que están afectando sobre todo a la gente de a pie.

Los gobernantes han aceptado algo que sonroja al español, italiano o portugués. Han consentido una dictadura del mercado donde la conciencia nacional desaparece. El Estado con un mínimo de garantías ha ido adelgazando de tal manera que ese colchón se ha convertido en un catre donde ya nadie puede dormir. Los Estados deberían investigar quiénes controlan los mercados. ¿Son personas honorables?

En una situación de tanto pesimismo, ¿cómo pueden ayudar las artes escénicas a la población?

Las artes siempre han sido un elemento de información o de catarsis. Deben tratar de poner delante del ciudadano sus problemas como si fueran un espejo. Pero para estos espectáculos no nos van a quedar dentro de poco destinatarios, porque no podrán acceder a ellos. Lo más interesante es ese nuevo fenómeno que supone internet. Es un factor impredecible, que ha cambiado la forma de relacionarse. Lo importante es cómo encauzarlo y darle representación dentro de un sistema realmente democrático. La democracia participativa debe ser el fin de una buena sociedad.

Rodará 'Inservibles' y 'Todo es silencio'

Actuó en julio en Madrid para recordar a su compadre Enrique Morente, en un espectáculo al que le comprometía más la emoción que cualquier interés económico.¿Por qué fue tan grande Enrique Morente?Fue un revolucionario. Sus investigaciones fueron más allá de lo literario y se centró en lo tangible. Sin él, el flamenco no sería tan rico y tan cercano a la realidad como es ahora.¿Qué proyectos está preparando?A la vuelta de Nueva York voy a hacer una película que se llama Inservibles, que dirige Juan Carlos Merino. Es una coproducción con Francia y una historia muy potente sobre la memoria histórica.También tiene previsto rodar con José Luis Cuerda. El proyecto se llama Todo es silencio, y está basado en una novela de Manuel Rivas. Es una hermosa novela de pasión, en la que se narra el paso del contrabando de cajetillas de tabaco o de café a una sociedad donde predomina el narcotráfico y el dinero fácil. Va a ser una película muy impactante.

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