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Viajes

Madeira, una isla dueña y esclava de sus fuentes de agua

La inundación que sufrió hace menos de dos años apenas ha dañado la vitalidad de su gente

Madeira y el agua. Como si de una relación de amor y odio se tratara, las gentes de la más verde de las islas atlánticas se lamentan por las consecuencias de la terrible riada que tuvo lugar el año pasado por una repentina lluvia torrencial. "Esto es una isla, no tenemos mucho donde elegir a la hora de construir", aseguran los lugareños, y acto seguido se dejan embaucar por su optimismo latente: "De todas formas, una semana después todo estaba limpio".

La riqueza de Madeira está en sus fuentes de agua, debido a que este elemento tiene numerosas vertientes que pueden ser aprovechadas para fines turísticos. La primera obra civil que los portugueses realizaron en la isla tras su descubrimiento en el siglo XV fue la construcción de las levadas, unos canales de agua que viajan desde la parte norte de la isla, la más húmeda y lluviosa, hasta el sur, pasando por las montañas. Hoy día existen 2.000 kilómetros de levadas y recorrerlas representa una oportunidad única para los amantes del senderismo. Pueden hacerse rutas de tres o cuatro horas, que permiten conocer los recovecos de la montañosa isla.

Estas rutas también ponen a disposición del turista uno de sus tesoros más evidentes: una variedad alucinante de flores distintas que cambian dependiendo de la época del año en la que nos encontremos. Los madeirenses presumen de que el clima tropical y las condiciones atmosféricas de la isla permiten que crezca casi casi cualquier cosa. Al paso del turista florecen orgullos de la isla (su flor más cotizada), orquídeas y muchas otras, también presentes en su Jardín Botánico y el imponente Jardín Tropical.

Los empresarios turísticos se han esforzado por desarrollar una interesante oferta de turismo activo. Aparte de senderismo, los turistas pueden atreverse con bicicleta de montaña, parapente, rápel, descenso de cañones y también escalada, una actividad que les permitirá entrar en contacto con la laurisilva, un tipo de flora único considerado patrimonio natural por la Unesco. Ya en el agua, el avistamiento de delfines y ballenas es una opción interesante.

Uno de los puntos fuertes de Madeira como destino turístico es que en la isla conviven visitantes y habitantes en los mismos espacios (calles y plazas, restaurantes, piscinas naturales, carreteras y caminos) y que sus autoridades han diseñado un completo calendario de actividades a lo largo de todo año, con el objetivo de que en Madeira siempre esté sucediendo algo. De todas las citas, cabe destacar dos: su Festival de las Flores, en Semana Santa, y los fuegos de Fin de Año.

Una isla tan vinculada tiene que ser más de pescado que de carne. Una visita al mercado servirá para ponerse al día de las variedades únicas de la zona, como un pez espada que procede de aguas abisales y que sabe a gloria.

Guía para el viajero

Cómo ir. La aerolínea TAP (www.flytap.com) refuerza su oferta de vuelos en verano, cuando más afluencia de turistas españoles hay a la isla, con dos conexiones directas entre Barcelona y Madrid y el aeropuerto de Funchal.Dónde comer. A lo largo de toda la isla hay diseminados restaurantes en los que degustar una espetada (brocheta de carne pinchada en palo de laurel). Para un público gourmet: Armazém do Sal, (en Funchal, +351 291 241 285) y Vila do Peixe (en Cámara de Lobos, +351 291 099 909).Dónde dormir. La cadena de hoteles portuguesa Pestana cuenta con siete establecimientos en la isla. Destacan el Carlton y el Casino. Meliá abrió hace dos años su Madeira Mare, con un lujoso y agradable spa.

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