Revisión de los dogmas del mercado laboral
Un título tan contundente como este puede disuadir al lector veraniego, en busca de lecturas relajantes. Lo que aseguro es que este trabajo de dos profesores de la Universidad de Castilla-La Mancha es fiel exponente del puño de hierro en guante de seda, en versión iuslaboralista.
Los veranos no son solo para la novela negra, gusto que comparto, sino que también suponen una oportunidad para distanciarse de los ritmos de la sociedad digital y leer sosegadamente, reflexionar y distanciarse críticamente de las agendas dictatoriales y poner en duda todos los dogmas comúnmente aceptados.
A quienes quieran invertir un poco de su tiempo a estos menesteres les recomiendo la lectura de unas reflexiones hechas desde el mundo del Derecho. Con un rigor que impugna esas verdades indiscutidas que sitúan al trabajo como un elemento subalterno de la economía, que ignoran las poderosas raíces constitucionales del Derecho al Trabajo y sobre todo que menosprecian el papel socializador que aún juega el trabajo en la vida de las personas y por tanto las consecuencias que conlleva perder el empleo.
Los autores, como bien destaca en el prólogo el sabio jurista italiano, Umberto Romangoli, utilizan un lenguaje sereno, discursivo y de tono bajo. Eso sí, rompiendo con los paradigmas dominantes que intentan limitar al trabajador a la mera condición de factor productivo, y a las relaciones laborales a un parámetro económico más del mercado de trabajo. Lo hacen con reflexiones de fondo sobre la evolución de las reformas laborales de las últimas décadas, sobre la continuada pérdida de causalidad, formalidad y control judicial en la regulación del despido. En la lectura puede venir el recuerdo del film de Gómez Pereira y puede que se pregunten por qué le llaman despido causal cuando quieren decir desistimiento unilateral indemnizado.
Aunque en algún momento los autores utilizan sofisticadas argumentaciones -siempre asequibles al lector que esté dispuesto a abandonar sus prejuicios-, en otros momentos comparten con la sabiduría popular reflexiones a pie de calle. Como la que se hacen muchos ciudadanos cuando se preguntan cómo es posible que el mejor incentivo legal para crear puestos de trabajo consista en facilitar la destrucción de los existentes.
Joan Coscubiela, profesor de la Facultad de Derecho de Esade