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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Inesperada carta al presidente Zapatero

Este mes de agosto está siendo algo atípico debido a la que está cayendo en los mercados financieros y a los descalabros de las economías europeas. Los líderes europeos desde Merkel y Sarkozy a Berlusconi o el propio Zapatero han interrumpido sus vacaciones para tomar decisiones económicas urgentes y de calado. En el terreno patrio, ayer fueron los secretarios generales de los sindicatos CC OO y UGT, Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez, los que se hicieron visibles en pleno agosto a través de una carta conjunta a Zapatero que no deja de sorprender por inesperada. Los líderes sindicales no atravesaban en los últimos meses por el mejor momento de unidad de acción debido a la insistencia con la que Toxo había reclamado un adelanto electoral, al tiempo que Méndez (personal e institucionalmente vinculado a Zapatero) se ponía de perfil. Sin embargo, una vez que el adelanto de las elecciones es un hecho, el líder ugetista se ha sentido más cómodo a la hora de saltar a la palestra para hacer junto a Toxo media docena de propuestas al Ejecutivo, "ante la gravedad de la situación económica y ante las decisiones de carácter económico y laboral que va a adoptar el Consejo de Ministros" de hoy y el próximo viernes. Llama la atención en esta misiva que los dirigentes sindicales ponen a disposición de Zapatero su más preciado bien: un compromiso de mantener la moderación salarial más allá de 2012, que es cuando termina el actual pacto de negociación colectiva con la patronal -aunque Toxo precisó más tarde en la Cadena Ser que podría ser hasta 2014-. Sin embargo, y por mucho que esto pudiera ser interpretado como intento de echar un cable al Gobierno socialista y, sobre todo a su candidato Alfredo Pérez Rubalcaba, ante la más que esperada victoria de la derecha en las urnas, el ofrecimiento de contener los salarios no es gratuito. A cambio, exigen a los empresarios "un compromiso firme de contención de los beneficios y su reinversión" y que desbloqueen la negociación de los convenios pendiente, porque el repunte inflacionista está haciendo perder poder adquisitivo a los trabajadores. Al Ejecutivo demandan una intervención temporal "más intensa" sin precedentes en los precios de alimentos, transporte público o energía. Piden también un aumento impositivo; se suben (tardíamente) al carro de eliminar duplicidades en las administraciones; e insisten en la incentivación del alquiler de viviendas y el mantenimiento de la protección social. Lanzan un mensaje implícito al ministro de Trabajo que estos días diseña un modelo de contrato a tiempo parcial que nada gusta a los sindicatos: "en ningún caso se puede pervertir su filosofía y usar este contrato como principal mecanismo de entrada", lo que le convertiría en una especie de contrato basura que ni siquiera en estas circunstancias están dispuestos a bendecir. No son ninguna de ellas medidas novedosas porque todas han sido puestas encima de la mesa en algún momento por los sindicalistas. Aunque habría sido interesante estudiar su aplicación si se hubieran exigido con más insistencia y mucho antes. No puede decirse que CC OO y UGT hayan sido correa de transmisión del Ejecutivo de Zapatero porque incluso le hicieron una huelga general (aunque ésta se interpretara por algunos como una justificación ante sus bases más que otra cosa), si bien también es cierto que la reacción sindical a la crisis se hizo esperar demasiado. Puede parecer fácil a toro pasado elucubrar sobre lo que se tenía que haber hecho, pero hubo quien echó de menos que cuando en 2009 ya se veía la gravedad de la situación, patronal y sindicatos se hubieran encerrado con los responsables gubernamentales en La Moncloa a consensuar medidas de emergencia, aunque fueran temporales e impopulares, que pusieran coto a la destrucción masiva de empleo. Ya no hay tiempo, al menos para negociar con este Gobierno; quizás con el siguiente la disposición sindical no sea la misma.

Los sindicatos se suben al carro de atajar el gasto

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