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Viajes

Los castillos del Loira renuevan su encanto

Uno de los principales reclamos turísticos de Francia ofrece nuevas experiencias a los visitantes para mantener su atractivo.

Fortaleza de Azay-le-Rideau
Fortaleza de Azay-le-Rideau

Ya no basta con mostrar las soberbias fortalezas que jalonan uno de los ríos más célebres de Francia, después del Sena que atraviesa París. El valle del Loira, a escasas tres horas al sur de la capital, esconde, cierto es, un libro de historia a tamaño real del país galo. Aquí se mudaron los grandes reyes siguiendo la amabilidad de su naturaleza. Hoy se ha convertido en un recorrido de 350 kilómetros de cuentos de hadas, príncipes, sagas familiares, traiciones, muda de costumbres, secretos políticos y un halo de grandeur que atrajo a personajes como el maestro Da Vinci, quien en la ciudad de Amboise satisfizo parte de su búsqueda del conocimiento del mundo.

"Cada año recibimos a 800.000 visitantes, tenemos que ser cada vez más vigilantes y ejemplares respecto a la calidad de nuestra oferta turística", explica Catherine Danielou, del Centro de Monumentos Nacionales, un gigante administrativo en Francia responsable de gestionar el apabullante patrimonio cultural y artístico del país vecino.

Danielou desgrana algunos de los retos a los que se enfrentan los castillos del Loira durante un desayuno organizado a primera hora de la mañana en los jardines de la fortaleza de Azay-le-Rideau, fundida con el río Indre. El horario de visitas aún no ha comenzado y el silencio de este castillo, levantado en 1527 para Francisco I, envuelve de magia el lugar.

Recinto de propiedad estatal

Azay-le-Rideau surge en medio de un lago, a pocos kilómetros de la región de Chinon, celebrada en Francia por sus exquisitos tintos. Es uno de los castillos en manos del Estado, al que cada vez cuesta más esfuerzo manejar este patrimonio. "Este verano abriremos por primera vez al público el ático, algo que no se ha hecho aún en el valle del Loira", explica orgullosa Danielou. Azay-le-Rideau termina en una estructura afilada de tejados de pizarra del siglo XVI que combina madera y detalles de artesanía. En verano, esta mansión de tintes aristocráticos y mezcla de la Edad Media gala y del Renacimiento italiano convierte sus jardines en El espejo encantado, un espectáculo de magia que se desarrolla en los jardines del castillo.

Para aquellos que están en manos privadas, la búsqueda de rentabilidad pasa en ocasiones por vericuetos insospechados para el visitante. Brissac, por ejemplo, perteneciente a la familia Cossé Brissac desde el 26 de mayo de 1502, ha recurrido a alquilar dos de sus históricas habitaciones, entre ellas la del rey, que todos los castillos construían con las mejores telas, tapices y muebles para la eventual visita imprevista del monarca del momento.

Este verano, el marqués de Brissac, gestor y huésped de su propio castillo junto a su mujer y sus cuatro hijos, ha reservado esta suntuosa habitación a una artista japonesa por el módico precio de 400 euros la noche. El número 13 en la cadena de herederos también celebra espectáculos y proyecciones de cine en el teatro privado del castillo.

Sorprende la naturalidad con la que estos peculiares aristócratas asumen la gestión de semejante patrimonio histórico y sentimental. "Soy consciente de que soy un privilegiado, pero para mí no es algo excepcional, siempre he vivido en este castillo", explica con pasmosa indiferencia el propietario del suntuoso Villandry, Henry Carvallo. Este descendiente de españoles heredó uno de los pesos pesados del valle del Loira, con 350.000 visitas anuales, siguiendo la más férrea tradición del primogénito. "Espero que a mi hijo mayor también le interese seguir con la gestión de Villandry", esgrime estirando el cuello en un gesto de orgullo paterno.

Su ancestro Joachim Carvallo dejó la perspectiva de una brillante carrera científica junto al profesor Charles Richet, Nobel de Medicina en 1913, al enamorarse de esta morada de gigantescas dimensiones. Hoy, el gran atractivo de Villandry son sus exquisitos jardines, en los que el actual Carvallo ha sabido conjugar el clasicismo temático de los jardines reales galos con espacios bautizados con nombres como El amor tierno, El amor apasionado, El amor fugaz y El amor trágico, con originales creaciones hechas de todo tipo de hortalizas. Debe de ser Villandry el único jardín de todo el valle con lechugas como protagonistas.

La huerta del Renacimiento, como ha sido bautizada, reúne nueve cuadrados idénticos con motivos geométricos variados en su interior: vestidos de azul de puerro, rojo de col y de remolacha, y verde jade de las matas de zanahorias. La originalidad de la apuesta tiene su espejo en la Edad Media, cuando a los monjes que habitaban las abadías les gustaba disponer de sus hortalizas creando figuras geométricas, en particular en forma de cruz. El actual Villandry ha levantado rosales en cada uno de estos espacios, remedando las siluetas de aquellos monjes labrando la tierra.

Ya sea en manos públicas o privadas, los castillos del Loira, Patrimonio Universal para la Unesco, son una excelente oportunidad para aprender historia, que en ocasiones llega de la mano de anécdotas aparentemente anodinas. Como la que ocupa la enorme cocina del castillo de Valençay, uno de los de más rancio abolengo napoleónico de la región.

Las cenas de Talleyrand

La costumbre de la época dictaba servir todos los platos al mismo tiempo durante las frecuentes cenas de gala que organizaba el célebre ministro de Asuntos Exteriores de Napoleón, Charles Maurice de Talleyrand, propietario del castillo en 1803. Pero uno de los cocineros, durante una de aquellas cenas, rompió la tradición por consejo de un invitado de la actual Rusia, donde ya entonces se había optado por servir los primeros y los segundos en orden sucesivo y evitar así que los invitados degustaran las viandas frías. Nacía así en Europa el orden gastronómico como lo conocemos hoy.

Un placer al que debe rendirse cualquiera que se sienta atraído por la región es el cada vez más demandado paseo en bicicleta. Varios de los municipios que comparten este magnífico patrimonio se han unido para ofrecer a sus visitantes la oportunidad de recorrer la región sobre dos ruedas. Basta con unas alforjas y las ganas de dejarse mecer por la misma suavidad del clima que atrajo a los reyes del país vecino hasta estos parajes.

Guía para visitantes

Cómo irExisten conexiones diarias en TGV (tren de alta velocidad, en sus siglas en francés) desde París hasta las ciudades de Blois, Tours, Chinon, Saumur, Angers, Amboise y Orleans, situadas en el valle del Loira.Dónde dormirEl Château du Breuil, en la región de Cheverny, es una de las fortalezas con más solera del valle y donde el dibujante Hergé inventó el castillo de Moulisart. Ofrece 39 habitaciones de ambiente aristocrático en medio de 45 hectáreas de bosque (www.chateau-hotel-dubreuil. com).Dónde comerEl sello Grandes Etapes Françaises reúne algunos de los hoteles y restaurantes más chic de Francia. El valle del Loira cuenta con Le Prieuré, en Chênehutte-Les-Tuffeaux, en la región del Loira (www.prieure.com). Su terraza ofrece la increíble vista del río en una de sus partes más anchas y más caudalosas. El restaurante está en plena renovación gastronómica, con mezclas entre la cocina tradicional gala y sabores exóticos.

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