El corazón intelectual portugués
Coimbra es de las ciudades que se benefician de muy distintos paseos recomendables. Tiene por un lado la Ciudad Alta, el viejo laberinto de callejas dominado por la Universidad, con rincones de aromas medievales. A sus pies se mueve bulliciosa una zona comercial de aire novecentista, y si descendemos un poco más, el área restaurada junto al río que seguramente sea uno de los parques urbanos más disfrutables de la Península Ibérica.
Como casi todo Portugal fuera de Lisboa, Coimbra es mal conocida por el viajero español y relacionada si acaso con algunos tópicos rápidos, como el de ciudad añosa y equivalente luso a Salamanca. De eso hay, pero como el resto del país, ha empleado buen gusto y diseño para lavarse la cara en los últimos tiempos, con algunas actuaciones urbanas francamente acertadas que han reutilizado por ejemplo la vieja sede de la Inquisición como sede de un centro de arte, o reformado a fondo el centenario Museo Nacional Machado de Castro, con una de las mejores colecciones históricas y artísticas del país.
No en vano Coimbra fue la primera capital de Portugal, cuando el país nació en el siglo XII, y mantuvo esa condición poco más de un siglo. Luego, Lisboa le arrebató el privilegio, pero a cambio en la sede del antiguo Palacio Real, en la cima de la colina que domina el paraje, se instaló la primera universidad del país, cuya influencia ha sido decisiva para la ciudad hasta hoy.
Los universitarios y sus fiestas marcan el ritmo del calendario de Coimbra, en citas en que la ciudad se ve repleta de las capas negras y cintas coloreadas que son la vestimenta tradicional de los estudiantes locales. También la Universidad es el monumento más conocido de la ciudad, en particular la Biblioteca Joanina, situada en el patio de la facultad de Derecho. Esta fantasía rococó es firme candidata al título de la biblioteca más lujosa del mundo.
En esa zona vieja destacan también las dos catedrales, Sá Nova y Sé Velha; esta, en particular, es uno de los mejores ejemplos del románico luso, edificada cuando la ciudad era capital del naciente estado y con un hermosísimo claustro. El restaurado monasterio de Santa Clara la Nueva, junto al río Mondego, completa la lista de visitas culturales imprescindibles: restaurado recientemente, forma parte además de la mitología portuguesa porque fue en él donde los enviados del rey Alfonso IV asesinaron a la gallega Inés de Castro, amante de su hijo Pedro y coronada reina de manera póstuma.
Según los nativos, el fado nació aquí, o al menos una de sus vertientes más puras, más poéticas. Por ello, por la noche, es posible acudir a numerosos locales donde escucharlo acompañado de un vino de Oporto y alguno de los platos de pescado local.
La otra opción para una cena placentera es disfrutar de la zona de restaurantes y bares de copa que se ha instalado sobre el río, en el llamado Parque Verde. El Mondego, que en el pasado arrasó en varias ocasiones los alrededores, es hoy un ancho y bonancible curso alrededor del cual se desarrolla buena parte de la vida urbana.
Las conocidas playas de Figueira da Foz, la ciudad balneario de Luso, el magnífico bosque de Bussaco, y las ruinas romanas de Conimbriga completan la oferta de la ciudad a unos veinte kilómetros de distancia en cada caso.
Guía para el viajero
CâMO IR: La cercanía a Lisboa y Oporto hace que el pequeño aeropuerto de Coimbra apenas tenga conexiones. Por autopista, Coimbra se encuentra a menos de 200 kilómetros de la frontera de Fuentes de Oñoro (Salamanca).DâNDE DORMIR: Los hoteles más singulares de la zona se encuentran a unos 20 kilómetros, por el norte en Luso y por el sur en Lousa, ambos palacios restaurados. El Bussaco Palace (www.almeidahotels.com) es el último palacio construido por los reyes de Portugal, situado en un bosque de ensueño. El Palacio de Lousa (www.palaciodalousa.com) es un confortable cuatro estrellas propiedad de Meliá.DâNDE COMER: El Arcadas da Capela, situado en el exquisito hotel Quinta das Lagrimas (www.quintadaslagrimas.pt), es de los pocos establecimientos portugueses con estrella Michelin, al cargo del chef Albano Lourenço. Apuesta por una cocina de vanguardia con los lógicos guiños locales.