La póliza no suscrita del Códice Calixtino
Las ventajas de proteger las obras, como recibir asesoramiento sobre restauración y tasación, no acaban de convencer al público español.
Mientras la desaparición del Códice Calixtino toma tintes novelescos -las tesis que se barajan van desde la venganza hasta una supuesta devolución bajo secreto de confesión-, la realidad es que muchos coleccionistas se van a la cama intranquilos desde que la obra desapareció de la catedral de Santiago de Compostela. Algunas compañías aseguradoras cuentan con pólizas específicas para este mercado, y también existen firmas especializadas en este segmento, pero se trata de un negocio muy específico, por lo que no todas las empresas que operan en España lo comercializan.
No existen datos pormenorizados sobre los seguros de obras de arte en España y, por tanto, tampoco se han consignado cifras de cómo ha evolucionado el segmento en los últimos años, pero las aseguradoras confirman que su popularidad evoluciona de la mano de los ladrones de guante blanco y de noticias como el robo del Códice Calixtino.
"La alarma social suele durar 10 días. Se revisan las medidas de seguridad, se hacen algunos seguros... Después todo vuelve a ser como antes", explica David Encinas, de la filial de Axa especializada en arte, Axa Art. Cita como ejemplo el robo de un brazo del Cristo del Gran Poder de Sevilla, que llevó al 80% de las cofradías sevillanas a contratar una póliza.
Los especialistas en este mercado afirman que la crisis ha marcado la evolución. Eva Peribáñez, suscriptora de seguros de arte y clientes privados de Hiscox, afirma que el número de coleccionistas privados ha crecido en España en los últimos años, en especial entre aquellos que compran arte como una fuente de inversión. Pero matiza que "en España todavía no hay mentalidad aseguradora". "Además se cree que el seguro de arte es caro, cuando en realidad las primas son muy bajas, por lo que estos nuevos coleccionistas no contratan un seguro especializado o lo hacen por unos valores por debajo del real", añade Peribáñez.
Por su parte, Encinas, de Axa Art, especifica que el perfil asegurador de la población, al igual que sucede en otros segmentos de este mercado, varía de una comunidad autónoma a otra. Y añade que, una vez que llegan las dificultades económicas, tanto coleccionistas privados como instituciones públicas hacen recortes en la protección de sus obras de arte. "El seguro del coche es obligatorio, prescindir del seguro de hogar puede resultar un problema, pero hasta que no sucede una desgracia no ves las consecuencias de no hacer un seguro de arte", asegura Encinas.
En el ámbito privado los seguros más frecuentes son los todo riesgo, con los que coleccionistas, fondos, particulares, fundaciones privadas y corporaciones que cuentan con colección propia se protegen de robos, actos de vandalismo, incendios, una posible depreciación comercial, etcétera. Javier Fernández, jefe técnico del área de mediana y gran empresa de Mapfre Empresas, explica que también contemplan una cláusula de demérito artístico, que "incluye una indemnización para la depreciación sufrida por la obra en el mercado como consecuencia de su deterioro".
En el sector institucional, las aseguradoras afirman que la contratación de pólizas se ha reducido y atribuyen esta caída a que cada vez se celebran menos exposiciones temporales. "En los dos últimos años hemos visto una reducción en el número e importancia de exposiciones de obras de arte", asegura Jordi Pozo, director del área de transportes de Generali Seguros, quien precisa que en los últimos meses está teniendo lugar cierta recuperación de la actividad. "Este seguro no es ajeno a la crisis y en los últimos años se puede constatar una reducción del número de exposiciones públicas y privadas", indica Javier Fernández, de Mapfre.
Los seguros más frecuentes en esta área son las pólizas "clavo a clavo", apropiadas para el transporte de las obras de arte que viajan de un lugar a otro para ser expuesta en una muestra temporal o para ser restaurada. En este producto "se garantiza todo daño sufrido por la obra desde el momento en que la misma se descuelga de la pared en el domicilio del propietario hasta el momento en el que se vuelve a colgar en los distintos lugares de exposición", explica Jordi Pozo, de Generali. Y lo mismo sucede para el proceso de vuelta.
Por otra parte, las restricciones presupuestarias han obligado a los museos de menor envergadura, aquellos que están ubicados en poblaciones de tamaño medio o capitales de provincia, a prescindir de los gastos que no influyen en la operatividad del museo. Es decir, sus gestores pueden prescindir del seguro, pero no de los gastos de personal o de mantenimiento de las instalaciones. Las instituciones públicas suelen embarcarse en la apertura de museos y fundaciones sin reparar en los costes que genera una institución de estas características, aseguran algunas de las fuentes consultadas, y pensando más en el rédito que obtendrán ante sus ciudadanos.
De esta forma, los especialistas del sector estiman que alrededor del 40% de las obras de arte que están ubicadas en museos pequeños, aquellos con colecciones que no superan los cuatro millones de euros en valor, no están aseguradas, aunque precisan que el dato no es oficial.
La situación es más complicada para las joyas de la historia del arte, como podrían ser el Guernica, el legado de Goya en El Prado, el Sueño de Dalí expuesto en el Thyssen o el propio Códice Calixtino. Cuando alguna de estas obras participa en una exposición, cuentan con una protección especial, denominada garantía del Estado, de tal forma que son las arcas públicas quienes cubren la posible pérdida, destrucción o robo de la obra. Y para los crímenes que tienen lugar en la propia sede de la obra, como el que tuvo lugar en la catedral de Santiago, existen pocas soluciones. "El seguro de daños se define como aquel contrato de seguro que pretende el resarcimiento de un daño patrimonial sufrido por el asegurado, es decir, la reposición del bien o el coste de restaurar un bien a su condición original", explica Pozo, de Generali.
"En el caso de las obras del Patrimonio del Estado, como la desaparición del Códice Calixtino, es muy difícil, si no imposible, valorar cual sería el coste económico de reposición del mismo, pero aun teniendo alguna forma de valoración, este nunca reemplazaría el valor artístico, cultural e histórico".
Por ello, solo se aseguran sus traslados. Lo corrobora Juan Carlos de la Mata, director de actuaciones histórico- artísticas de Patrimonio Nacional, la institución que gestiona entre otros bienes el Palacio Real. "Como criterio general, estos bienes se aseguran cuando se trasladan a otras instituciones, cuando se utilizan seguros clavo a clavo".
Robos misteriosos, una fuente que no se agota
En septiembre verá la luz una nueva novela del británico Noah Charney, que relata la historia de desapariciones y encuentros del Políptico de Gante o Políptico de la adoración del cordero místico. Constituida por 24 paneles y acabada en 1432, esta obra de los hermanos Van Eyck está considerada uno de los máximos exponentes de la época dorada de la pintura flamenca.Su eminencia está ligada a la magnitud de los avatares que ha sufrido a lo largo de cinco siglos, pero el misterio más llamativo fue el robo de uno de sus paneles, el que representaba a los jueces justos; fue robado y se pidió por su entrega un millón de francos belgas. Las autoridades se negaron al rescate y a día de hoy se desconoce su paradero. El robo del cordero místico, título de la obra de Charney, lo publica en España la editorial Ariel.La reunión anual de la Asociación para la Investigación de los Crímenes contra el Arte (ARCA, en sus siglas en inglés), que tuvo lugar a principios de julio, sirve a los investigadores para llamar la atención sobre misterios que, como el del Políptico, todavía no han sido resueltos. Por ejemplo, la investigadora Sarah Zimmer expuso sus averiguaciones sobre la desaparición de un aguafuerte de Rembrandt, propiedad de una institución cuyo nombre no quiso citar. El cuadro abandonó la institución para ser restaurado, pero nunca volvió. Después de meses de seguirle la pista a la obra, fue conminada a abandonar la investigación sin ninguna explicación.En esta reunión se expusieron los detalles de los continuos traslados que sufrieron las obras de arte florentinas y, en concreto, las expuestas en la galería de los Uffizi, para escapar de los enfrentamientos entre nazis y aliados en la Segunda Guerra Mundial. También se contó el rescate de 96 medallas del Museo Nacional Militar de Nueva Zelanda.Permanecen sin resolver curiosos robos como la desaparición de 18 pinturas del Museo Isabella Stewart Gadner en Boston, así como la sustracción de dos cuadros de Velázquez en el Palacio Real de Madrid en 1990.