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A fondo

La intrahistoria de las treguas para las hipotecas

Santander asumió públicamente este viernes la creciente hostilidad que está despertando la banca entre la opinión pública española y anunció una medida con la que busca dar respuesta a ese descontento, concediendo una moratoria de tres años a los hipotecados con problemas de pago, durante los que solo se pagan intereses. Tal y como era de esperar, la decisión de la mayor y más influyente entidad financiera del país ha obligado a retratarse al resto de entidades pero, sobre todo, plantea la pregunta de cuál está siendo la verdadera contribución de la banca para aliviar el impacto de la crisis en las economías familiares y hasta qué punto está haciendo esfuerzos para favorecer la renegociación de las hipotecas y evitar las entradas en mora y el temido embargo, que han sufrido 300.000 familias en los últimos tres años.

La morosidad no tiene trampa ni cartón desde el momento en que un crédito cumple 90 días de impago pero antes de llegar a esa situación, el cliente tiene margen para negociar con su banco condiciones que hagan lo más llevadero posible el pago de la cuota. El periodo de carencia, la ampliación del plazo de amortización, el aplazamiento de parte del capital pendiente e incluso la refinanciación a partir del capital que ya se ha amortizado. El consejero delegado de BBVA, Ángel Cano, no tuvo ayer empacho en asegurar que el banco "no busca titulares", en clara alusión a su rival Santander y aseguró que el banco ya renegocia las condiciones de las hipotecas de sus clientes con problemas de pago. Otras entidades consultadas por este periódico mantienen el mismo discurso, hasta el punto de afirmar que las medidas anunciadas por Santander ya son práctica común en el conjunto del sector, con la diferencia de que la entidad que preside Emilio Botín "las ha puesto encima de la mesa".

La evidencia es que Santander no descubrió antes de ayer la carencia en los créditos hipotecarios. La moratoria en el pago del capital ya se aplica aunque, según el anuncio del miércoles, a partir del 1 de agosto no se modificará ninguna de las condiciones financieras de la hipoteca por el hecho de que un cliente se acoja a la carencia. Y desde el sector replican que esta práctica es la habitual y que, una vez recuperada la normalidad en el pago, se sigue aplicando el tipo de interés pactado al inicio de la vida de la hipoteca.

El margen de las entidades para renegociar la hipoteca con sus clientes se acaba cuando la realidad de la situación financiera del cliente no permite ir más allá y el banco ya no puede perdonar el impago. Y antes de llegar a ese punto se habrá optado también por endurecer las condiciones a cambio de un aplazamiento y de que, claro está, vengan tiempos mejores. Ha sido, y sigue siendo, el caso evidente del voluminoso crédito a promotores inmobiliarios, en una difícil huida hacia adelante.

En el sector reconocen que la prioridad es no seguir engordando la cartera de activos en balance, para lo que la renegociación de los créditos resulta vital. Por ejemplo, en La Caixa aseguran haber renegociado las hipotecas de 150.000 clientes con problemas de pago desde 2009. Y aun así, las entidades recuerdan que la morosidad de las hipotecas, aunque avanza, está en niveles muy reducidos. A cierre del primer trimestre, se situaba de media en el 2,42%, muy lejos del 0,99% de marzo de 2008. En Santander alcanza a junio el 2,4% en sus hipotecas en España; en Popular es del 2,9% y en La Caixa, del 1,37%.

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