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Pequeños gigantes | La Mediterránea

La vajilla se viste de diseño sin perder de vista la ecología

La Mediterránea, heredero de la desaparecida industria vidriera de L§Olleria, planta cara a la crisis con un sistema de producción artesanal.

Vivió el éxito durante los años del boom, impulsada más por las ventas internacionales que por el dinamismo de la economía doméstica, pero la llegada de la crisis sorprendió al fabricante valenciano La Mediterránea con el peso de una enorme deuda financiera, adquirida principalmente para sufragar la compra de una enorme máquina para la producción de objetos de vidrio en cadena. El aparato, que hoy descansa parado en la sede de la fábrica en L'Olleria, llevó a la firma a una serie de dificultades que se llevaron por delante la estructura cooperativista.

"Es un monumento a los errores empresariales", afirma el actual director general de La Mediterránea, José Luis Pérez. La adquisición de esa máquina implicó que los productos de la empresa pasaran a ubicarse en una gama en la que no podía competir, la más barata, copada por los productores asiáticos. Al mismo tiempo, la deuda contraída con los bancos atrofió la actividad de vidriera hasta llevarla al concurso de acreedores y ponerla a un paso de la liquidación.

Pérez, que adquirió una parte de la firma en colaboración con un fondo de capital riesgo a principios de 2010, ha conseguido desde entonces -y gracias al apoyo de parte del antiguo equipo de producción, comercialización y diseño de la empresa- recomponer su participación en ferias comerciales y parte de su cartera de clientes. Asimismo, ha elaborado un ambicioso plan de negocio basado en la contención de costes, "más apretados que en circunstancias normales", y la filosofía de obtener beneficio desde el primer momento, aunque sea pequeño. Y ha hecho de la recuperación de los valores que hicieron la compañía una de las patas fundamentales de su estrategia, es decir, ha vuelto a situar a la compañía en la órbita de los productos de gama media-alta, con un importante componente de diseño y con la bandera ecológica bien presente en cada nueva colección.

Ampliar producción

Entre los objetivos más próximos de la nueva dirección destaca el de ampliar la capacidad productiva de La Mediterránea. Para ello, tienen previsto invertir 300.000 euros en un plan que contempla la construcción de una nueva cuba de fundición que facilite más materia prima y que ayude a establecer más líneas de producción. Mejor dicho, más líneas donde trabajen los artesanos.

Todo el proceso de fabricación en La Mediterránea involucra la mano del hombre, pero no de cualquiera, sino las del grupo de artesanos que llevan manipulando el vidrio con sus manos, y sus pulmones, durante toda la vida. El primer paso consiste en introducir la materia (vidrio 100% reciclado, comprado a 100 euros la tonelada) en la cuba de fundición. De ahí, cada uno de los operarios extrae una porción de la masa fundida, casi una bola de fuego, sobre la que después dará forma a una copa, una lámpara, un jarrón o una aceitera, un vaso, un plato o, incluso, algo tan español y tan auténtico como un porrón de vino.

La masa de vidrio hirviente unas veces se centrifuga, las más se sopla a pulmón. Algunos trabajadores son especialistas en ponerles el pie a la copa, los hay que dan forma a excelentes lámparas, otros aplican su maestría al corte del vidrio. Una vez que la pieza ha tomado forma pasa a un arca, en la que desciende su temperatura gradualmente, desde los 400-500 grados que mantiene durante el proceso de fabricación hasta una temperatura normal. Un enfriamiento lento evita que el cristal se rompa en mil pedazos. A la salida del arca, espera el control de calidad.

La diseñadora, Silvia García, exprime al máximo los valores que encumbraron a La Mediterránea. "Nuestra seña de identidad ha sido siempre el espíritu mediterráneo: la luz, el color, el brillo. Nos funciona utilizar líneas puras y piezas con mucho colorido", afirma García. Cada una de las piezas de la empresa está fabricada en un solo color y existen colecciones, como Aster, inspirada en los rayos del sol, su gran éxito, con la que consigue el 25% de sus ventas, de hasta 16 colores distintos. Así, uno de los atributos más característicos de la firma es la posibilidad de combinar sus piezas hasta el infinito. Ideal para un perfil de cliente de mujeres de mediana edad que buscan un producto alegre para su segunda residencia.

Para reforzar el área de diseño, la compañía ha comenzado además a colaborar con diseñadores ajenos a la firma en proyectos determinados. Una de estas iniciativas tiene los atributos para calar hondo en el público internacional. Se trata del Porrompompero, de Héctor Serrano, un vertedor de vino que imita la forma del auténtico porrón. Sin embargo, la revalorización de las piezas vintage ha impulsado a la firma a agrupar dentro de una colección productos casi simbólicos de la industria vidriera tradicional y de la cultura mediterránea, como aceiteras, tarros para envasar o botellas de anís.

En apenas dos meses la firma lanzará un canal de venta online a través de su página web. En principio, estará disponible para clientes en España, pero posteriormente se extenderá a otras parte del mundo. Casi como por descuido desvelan su próximo reto: crear una división de joyería.

Datos básicos

FacturacionLa firma ha facturado 1,3 millones en 2010 y ha generado un ligero beneficio de 20.000 en el primer ejercicio después de un 2009 con interrupciones en la actividad. A 30 de junio de 2011 su facturación había superado la del conjunto del año pasado y para este año espera que se sitúe en los tres millones. Prevé que sus ingresos en 2015 superen los 10 millones.PlantillaEn la actualidad, la firma cuenta con una plantel de entre 35 y 40 trabajadores, según los volúmenes de trabajo. Con la ampliación de su capacidad productiva, tiene previsto aumentar esta cifra hasta alcanzar los 100 o 120 empleos.Exportaciónlas ventas en el exterior representa entre el 70% y el 75% de las ventas de la compañía. A 30 de junio había vendido a minoristas extranjeras mercancías por valor de 850.000 euros. Entre los principales países destino de sus exportaciones destacan Estados Unidos, China, Francia e Italia, indica el director comercial para la región europea, Juan Sanchís.

Distinguida en el MOMA

Las últimas colecciones de La Mediterránea han estado impregnadas del espíritu del trabajo artesanal y la cultura tradicional levantina, explica la diseñadora de la firma, Silvia García. Por ejemplo, la colección Maiaia rescata el tricot de las abuelas con el punto de ochos, el de revés, etc."Busco texturas diferentes, pero además estos trabajos están ahora muy revalorizados por la desaparición paulatina del trabajo manual", dice García.Sus colecciones han logrado premios frecuentes en las ferias Maison & Objet y Ambiente, de París y Fráncfort, respectivamente.Además, las vajillas de La Mediterránea se comercializan en la tienda del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA). La firma cuenta con una sala de exposición en el 41 de Madison Avenue. En la foto, colección de decoración Beijing.

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