Planeta JT
José Tomás, posiblemente el español desnudo más terrorífico del momento, volvió a demostrar el sábado, en la plaza de toros de Valencia, que en el universo taurino el centro es él, el planeta José Tomás. Y que todos los demás astros del firmamento de la tauramaquia giran en torno a su vapuleada figura.
Por eso su actuación, una oreja, brilló por encima de la del verdadero triunfador de la tarde, el impetuoso mexicano Arturo Saldívar, que cortó una oreja a cada uno de sus toros y que salió en solitario por la puerta grande. JT cortó una merecida oreja a un toro, el quinto, del que el público pidió las dos pero al que el presidente, con buen criterio, rebanó sólo una.
Menos abastraído que en otras ocasiones JT apareció en el coso valenciano suspendido en una nube de fotógrafos. Quince meses después de la cogida que casi le cuesta la vida en México reapereció, resurgió, el torero de Galapagar (Madrid). Sólo él es capaz de juntar en el mismo tendido al presidente de Mercadona, Juan Roig; al cantante Joaquín Sabina; al vicealcalde de Madrid Manuel Cobo; al músico argentino Andrés Calamaro o al empresario Vicente Boluda, entre otras caras conocidas de la economía, la política o la cultura española del momento. Sólo por ver a JT los trenes AVE Madrid-Valencia van llenos un sábado de julio, los hoteles de la ciudad alcanzan una ocupación del 80% y los hosteleros adelantan tres días el mes de agosto para hacer el ídem. Con JT en la plaza uno se olvida de la crisis.
Será por eso por lo que los reventas, tanto digitales como terrestres, ponen precios a las entradas de la corrida de JT de la época del boom. "Se venden tres bolígrafos por 250 euros y se regala con cada bolígrafo una entrada [de Sol] para ver a José Tomás" dice un anuncio en internet. "¿250 euros por tres entradas [cada entrada de Sol valía 32 euros]". "No, 250 euros por cada bolígrafo, y con cada boli regalo una entrada", explica el reventa digital. "Si te esperas al segundo toro de José Tomás para entrar te la dejo a la mitad", dice.
Tras brindar su segundo toro al público -el primero se lo dedicó a los médicos que le salvaron la vida en México- JT se puso en su sitio universal, el centro de la plaza. Citó al toro, de la ganadería de El Pilar -dos fueron despedidos con aplausos- y este le arrolló como si fuera un muñeco de paja. Rodó por el suelo, también rodaron sus visibles canas, y le acompañaron tras la barrera. Parecía medio atontado, pero su gesto no era de dolor, sino de molestia y poco expresivo. El toro no había llegado a empitonarle, aunque el trompazo fue bueno. Volvió a la arena y terminó de cuajar una emocionante faena que le valió la oreja.
A JT se le vio desde su aparición en la plaza con los pies más en la tierra de lo que antes nos tenía acostumbrado, atendió a los fotógrafos antes de hacer el paseíllo, se le vio conversando con sus compañeros en la arena y dispuesto a hacerse fotos con aficionados. Perdió la muleta en tres ocasiones, más raro aún, pero se le vió al terminar la corrida sonriente y feliz a pesar de que era Saldívar a quien sacaban por la puerta grande.