Para disfrutar del vino y de la historia... Oporto
A poco más de 550 kilómetros de la capital, Oporto es una ciudad perfecta para una escapada.
Rodeada de vegetación, flanqueada por el río Duero y formada por vestigios visigodos y romanos, Oporto tiene un encanto especial.
Sobrepasada por los acontecimientos, la ciudad no ha soportado el paso del tiempo y parece el recuerdo vivo de lo que fue en algún momento el centro del mundo.
Una ciudad antaño esplendorosa, hoy está formada por mansiones con los cristales rotos, edificios y calles abandonadas, voraces enredaderas que ocultan el techo de las antiguas bodegas y majestuosas construcciones que se mueven entre lo románico, lo gótico y lo barroco. Esa decadencia, unida a la arquitectura monumental, otorga a Oporto un ambiente único y, casi casi, mágico.
Centro histórico
El centro histórico de la ciudad -declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco- es un sinfín de avenidas, callejones y sorprendentes recovecos que desembocan en impresionantes edificios y monumentos, muchas de cuyas fachadas están cubiertas por los típicos azulejos blanquiazules.
Aunque en la ciudad se pueden utilizar todo tipo de transportes, desde el autobús y el metro, hasta el funicular y el teleférico; Oporto se conoce a pie.
Entre los lugares más emblemáticos destaca la Catedral y el claustro, el Palacio de la Bolsa y la Iglesia y Torre dos Clérigos, cuyo ascenso permite una vista panorámica de toda la ciudad. Al lado del conjunto barroco se puede visitar además la mítica librería Lello e Irmao, que aparece en la película de Harry Potter y que merece la pena descubrir por su arquitectura interior en madera.
Pero lo más representativo de la ciudad son sus puentes. En total, siete estructuras comunican Oporto con el otro lado del Duero. El más cercano al centro de la ciudad, el Puente de Don Luis I, permite una vista espectacular de la ribera del río, especialmente de noche, cuando la luz de Oporto y de su vecino de enfrente, Gaia, la iluminan.
De bodegas
Vila Nova de Gaia es la pequeña localidad que se encuentra al otro lado del Duero. Dominada básicamente por las bodegas, el vino de Oporto lleva cientos de años envejeciendo en sus barricas, gracias a la humedad y al clima únicos de la zona. Si se dedica una mañana -o un día- a visitarlas, con sus correspondientes degustaciones, hay que tener en cuenta que ningún vino de Oporto tiene menos de 19,5º de alcohol.
Playas
El frío del océano Atlántico dificulta bastante el ocio playero. Pero aunque sea para disfrutar de una puesta de Sol en el océano, merece la pena acercase a alguna de sus kilométricas playas.