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De cómic

Visita al castillo donde Tintín descubrió el secreto del unicornio

Cheverny inspiró a Hergé la creación de Moulinsart, regia mansión de los antepasados del capitán Haddock

Basta borrar con la imaginación las dos alas laterales del soberbio castillo de Cheverny, en el bucólico valle del Loira (al sur de Francia), et voilà, aparece el ya clásico Moulinsart al que dio vida los lápices del dibujante Hergé. El creador belga del reportero Tintín se inspiró en esta regia mansión, que pertenece a la misma familia desde hace seis siglos, para situar El secreto del unicornio, la primera parte de una aventura más del periodista que nunca escribió, y que Hergé continuó en El tesoro de Rackman el Rojo. Las dos entregas se publicaron en el diario Le Soir entre junio de 1942 y enero de 1943. El nombre de Moulinsart obedece a invertir Sart-Moulin, nombre de un pequeño pueblo belga de la provincia del Brante valón.

El jugoso tesoro de antigüedades que Tintín encontró en los sótanos de Moulinsart tras haber sido secuestrado por los hermanos Pájaro bien podría existir en realidad. Cheverny es uno de los castillos mejor conservados de todos los que jalonan el río Loira. Muebles, tapices y la suntuosa decoración se mantienen casi intactos. Al visitarlo da la impresión de que ni siquiera sus actuales habitantes, los marqueses de Vibraye, que viven en el ala derecha que Hergé suprimió para su cómic, tocan nada de lo que albergan sus gruesas paredes de piedra.

El entrañable legado del personaje de Hergé y la perspectiva de un guiño turístico más para el castillo, que se financia exclusivamente mediante la venta de entradas, empujó en 2001 a un acuerdo entre la Fundación Moulinsart, propietaria de los derechos de Tintín, y Cheverny para abrir la exposición permanente Los secretos de Moulinsart.

Adentrarse en el acogedor edificio adyacente al castillo donde se ha abierto el museo de Tintín es entrar en sus aventuras a tamaño real. Los dueños de Cheverny y la factoría Hergé han recreado en este espacio cada uno de los ambientes de la fortaleza en los que se desarrollaron las peripecias del joven reportero en varios de sus álbumes. Dentro, el visitante encuentra la cripta donde Tintín dio con el tesoro. En el salón de El asunto Tornasol puede escucharse el trueno que hizo añicos los cristales del gran salón y seguir las misteriosas manifestaciones que se vivieron en el lugar y resultarían ser, como se descubre más adelante, fruto de los inventos que el profesor Tornasol crea en su laboratorio. Uno de ellos es el Supercolor Tryphonar, de Las joyas de Castafiore, un invento visionario que permite recibir imágenes de televisión en color, aunque por supuesto no está del todo a punto.

La muestra juega a confundir a los más pequeños en el espacio Moulinsart o Cheverny? That is the question!, donde se invita a los niños a dilucidar dónde acaba el castillo real y empieza la mansión de ficción. Los apasionados por la creación de Hergé podrán ver el famoso cohete rojo.

El castillo esconde incluso una exclusiva: la habitación que Tintín ocupó dentro de Moulinsart y que Hergé nunca mostró, plagada de recuerdos de sus aventuras. Quién sabe si este escondite será uno de los planos de la esperada y secretísima primera entrega cinematográfica sobre Tintín que Steven Spielberg y Peter Jackson llevarán a la pantalla a finales de este año.

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