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Análisis

Telefónica prueba la hiel de los mercados

Una trabajadora en la sede de Telefónica en Madrid
Una trabajadora en la sede de Telefónica en MadridEfe

Siempre ha sido la niña mimada de los mercados. Pese a la queja recurrente de su presidente, César Alierta, de que la Bolsa no refleja el verdadero valor de la compañía, Telefónica ha llegado a ser la tercera mayor operadora de telecomunicaciones del mundo por capitalización. Pero no solo eso. Quiso sacar TPI a Bolsa y lo consiguió sin problemas. Lo mismo sucedió con Telefónica Móviles, Terra o Endemol.

Luego decidió hacer la operación contraria con alguna de ellas y dar marcha atrás, incluso a un precio inferior al de colocación. Y lo logró también sin despeinarse demasiado. Luego apostó por crecer en Europa y sacó el talonario para comprar O2. Los bancos le facilitaron el mayor préstamo sindicado de la historia empresarial europea: 26.000 millones de euros.

Desde entonces se ha dedicado a la refinanciación masiva como una de las empresas más activas de Europa en el mercado de deuda. Y jamás ha tenido una tacha. Bueno, quizá una pequeña colocación en libras que tuvo que dejarse para más adelante, pero que ya nadie recuerda. Es más, Telefónica ha llegado a financiarse más barato que el Reino de España. No en vano, el equipo de mercado de capitales del exmonopolio nacional de telecomunicaciones es la envidia de muchas compañías europeas.

Incluso con el nivel de deuda más alto de su sector (solo en términos absolutos, porque su ratio de endeudamiento es inferior a la de otras operadoras), los bancos le pusieron una alfombra roja de bienvenida a sus créditos cuando se enzarzó con Portugal Telecom en una guerra de ofertas por Vivo el verano pasado.

Pero esta vez no ha sido posible. Los mercados le han dado la espalda a Telefónica con publicidad y sin remedio posible. Lo intentó todo para movilizar dinero, incluso bajó drásticamente el precio, pero finalmente ha tenido que suspender la OPV de Atento a solo unos días de su pretendido estreno en el mercado.

Hay quien dice que los inversores todavía recuerdan lo mal que les fue a muchos en las colocaciones y posteriores exclusiones de cotización de Móviles y de Terra y que eso ha pesado en la decisión de soltar dinero. Eso, al menos, sostiene Luis Benguerel, gestor de Interbrokers, según la opinión recogida por Bloomberg. Otros apuntan a las reticencias que hay sobre España en estos momentos, aunque olvidan que precisamente Atento hace la mayor parte de su negocio fuera y mucho de él procede del país estrella en estos momentos, Brasil.

"La acogida de la empresa ha sido buena, pero el mercado está seco, no hay dinero", decía esta semana un alto ejecutivo relacionado con la colocación de Atento. Lo cierto es que los múltiplos de la salida a Bolsa no podían ser más bajos, con atractivos descuentos con respecto a compañías comprables, sobre todo después de la rebaja de precio.

Ni aun así...

Primero se supo que la demanda europea estaba lejos de cubrir la oferta y que las órdenes pedían recortes de precio. Todo se confió al road show estadounidense. Cuando se vieron los resultados se intentó un último esfuerzo, rebajar el precio de salida y esperar a que los inversores estuvieran más dispuestos a comprar con un coste más atractivo. No hicieron falta ni 24 horas para que los financieros de Telefónica y los bancos colocadores se convencieran de que era mejor tirar la toalla y volver a intentarlo en otra ocasión.

Para quien crea en los refranes, está claro que a la tercera no va la vencida, porque tres son las veces que Telefónica ha intentado sacar Atento a Bolsa. Allá por el siglo pasado, Juan Villalonga lo tuvo entre sus planes. Sin embargo, el movimiento más serio (hasta el actual) llegó entre 2007 y 2008, pero los mercados aconsejaron esperar antes de iniciar los trámites. Ahora, la cancelación se produce solo días antes del estreno.

¿De quién es la culpa? Es evidente que Atento no es LinkedIn. Más bien, la filial de Telefónica es en estos momentos solo una más de las colocaciones frustradas, que en Europa alcanzan a uno de cada dos intentos en lo que va de año. Esta vez, el respaldo de su dueña no ha funcionado, quizá porque el negocio de la atención telefónica no tiene demasiado glamour para los inversores, con márgenes estrechos, potencial de crecimiento limitado y múltiples conflictos laborales. Tampoco ayuda el hecho de que Telefónica lleve años intentando venderlo, tanto en Bolsa como a compañías de la competencia. La explicación oficial es que Atento es un negocio no estratégico, pero los inversores han interpretado estas palabras de forma distinta a como lo hicieron con Endemol.

Tampoco ha ayudado el tiempo concreto, con la sombra de una reestructuración de la deuda griega planeando sobre la prima de riesgo española y con el Ibex perforando los 10.000 puntos. Pero no es la única explicación.

De todas formas, Telefónica puede esperar. Una de las incógnitas que más ha llamado la atención a los expertos es por qué la compañía se arriesgaba con la salida a Bolsa en un momento como el actual, cuando su necesidad de fondos no es perentoria. Es cierto que este año se enfrenta a fuertes inversiones y a un alto pago de dividendos, que su deuda ha crecido con la compra de Vivo y que los resultados de este año deben incluir alguna plusvalía para que la caída con respecto a los más de 10.000 millones ganados en 2010 no sea abrumadora. Pero esperar unos meses (o años) más no es materia de supervivencia para ella.

Para otros no es así. Los sueños de esta noche de los ejecutivos y responsables financieros de dos entidades bancarias muy concretas han tenido que ser agitados, si es que han logrado producirse. Bankia y Banca Cívica no pueden permitirse el lujo de esperar y su demanda de fondos es superior a la de Atento. El augurio no puede ser peor.

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