Días verdes en el mar de trigo castellano
Aunque la presente edición de Las Edades del Hombre se extenderá hasta el próximo 11 de noviembre, la mejor ocasión para visitar Medina de Rioseco y disfrutar de la exposición es justo en estas primeras semanas.
Es el momento breve, de apenas unas semanas que difícilmente se extenderán hasta junio, en que la Tierra de Campos es un mar de intenso esmeralda, con el trigo verde resplandeciendo recortado contra el cielo más azul de la Castilla vieja.
En el camino a Medina, desde alguna de las modestas cimas de los montes Torozos, es posible disfrutar de ese paisaje único, del Mar de Tierra castellano refulgente por tan sólo unos días. Es un excelente aperitivo para la visita cultural a Medina de Rioseco, hoy una población algo adormilada pero que guarda con orgullo su pasado como sede de los Almirantes Mayores de Castilla. Con motivo de la celebración de Las Edades del Hombre, el ayuntamiento ha organizado unas rutas tituladas "Un viaje a la emoción" que visitan varios de los principales monumentos del lugar, vestigios de su relevancia desde el siglo XIV al XIX, como el Museo de San Francisco, la iglesia de Santa María, y el Museo de la Semana Santa. En el paseo, se recorrerán los típicos soportales castellanos de la Rúa Mayor, bajo los cuales aún se mantienen comercios que para los urbanitas tienen un entrañable sabor añejo, auténtico.
Las Edades del Hombre en sí se alojan en la Iglesia de Santiago de los Caballeros, la más espaciosa de la localidad, iniciada en el Gótico y terminada en el Barroco. La exposición de esta Medina -pues esta XVI Edición de las Edades se comparte con Medina del Campo- tiene como tema la pasión, recogiendo 55 piezas que ofrecen un recorrido por las últimas horas de Jesucristo.
En la propia Medina puede disfrutarse también de un interesante paseo para los amantes de la naturaleza, a la orilla del Canal de Castilla. Esta obra de ingeniería, puntera en el siglo XVIII en que dio comienzo, unía los campos de trigo castellanos con el puerto de Santander, a 250 kilómetros de distancia, aunque la llegada del ferrocarril la convirtió en obsoleta pocos años después de su finalización. El canal puede recorrerse a pie, en un pequeño barco que hace cuatro breves trayectos diarios o en piragua.
La buena mesa de Medina ofrece las viandas propias de la región, con el lechazo a la cabeza, aunque añade una tradición local de buena repostería y contundente pan candeal. En cuanto a los alojamientos, algunas de las mejores opciones se encuentran en los pueblos cercanos, en los que se han instalado balnearios urbanos como el de Las Mieses, en Roales de Campos, o casas rurales en edificios centenarios restaurados como La Casa del Abad, en Ampudia.