La nueva 'reina' de la alta costura
La discreta sucesora de Alexander McQuenn, fallecido el año pasado, salva del ocaso a la firma de moda británica con el encargo del vestido de boda de Catherine Middleton.
Parece delicada y frágil, pero ha sido capaz de enfrentarse a un férreo y regio encargo: diseñar el vestido de novia de Catherine Middleton, la que algún día será reina de Inglaterra. Un diseño que a estas horas ya ha sido visto en todo el mundo, gracias a internet, a las nuevas tecnologías y a la retransmisión en directo por parte de las televisiones (el Gobierno británico calculó que el viernes la boda del príncipe Guillermo sería seguida por 2.000 millones de personas). La mejor pasarela donde exhibir un vestido. Y elevar al Olimpo de la alta costura a una modista, hasta ahora de perfil discreto y desconocida, a pesar de ser la directora creativa de Alexander McQueen, para el común de los mortales.
Sarah Burton, nacida en Manchester hace 36 años, no teme a los retos y aprovecha como nadie todas las oportunidades que, gracias a su talento y disciplina, se le han presentado. Hace un año, el grupo francés PPR (Pinault-Printemps-Redoute) -el tercer distribuidor de artículos de lujo del mundo y propietario, entre otros de Gucci-, que preside, François Henry Pinault (marido de la actriz Salma Hayek), la eligió a ella para tomar las riendas creativas de la firma británica Alexander McQueen, de la que posee el 51%. Eran momentos duros para el grupo, que no sabía qué hacer con la marca McQueen y McQ, una segunda línea de ropa para hombre, artículos de cuero y perfumes, tras el suicidio en febrero del año pasado del atormentado diseñador. Paradojas de la vida, el rebelde Alexander McQueen fue condecorado en 2003 por la reina Isabel II con el título de Comandante del Imperio Británico; y, sin embargo, confesaba ser anarquista, ateo y antimonárquico, y que había aceptado la distinción por no disgustar a su familia. No vivió para recibir la llamada de Catherine Middleton y poder esculpir su cuerpo en encaje y seda blanca.
Ahí estaba la que fuera su mano derecha durante 14 años para tomar nota del encargo. Además de salir airosa del trance, con un diseño muy femenino, ha sabido demostrar la mejor cualidad de la que debe hacer gala cualquier profesional: la discreción. Ha sido capaz, ella y todo su equipo (tarea tan ardua como la de coser de manera artesanal un vestido de boda), de salvaguardar el secreto que toda novia desea mantener a salvo: los detalles de su indumentaria. Hasta mintió cuando se dispararon los rumores de que ella era la elegida.
Estaba volcada en que su trabajo estuviera a la altura y que su obra representara la tradición de la costura británica. "Fue la experiencia de mi vida. Es un gran honor que me lo pidieran y estoy muy orgullosa de lo que ha logrado el equipo de Alexander McQueen", señaló el viernes la modista, autora también del vestido de la hermana de la novia. Por su parte, un comunicado emitido por Clarence House asegura que "Miss Middleton eligió la firma británica Alexander McQueen por la belleza de su artesanía, su respeto a a la tradición y por la técnica de su ropa. Deseaba que su vestido combinara tradición y modernidad con la visión artística que caracteriza el trabajo de Alexander McQueen".
Sarah Burton comenzó a trabajar en 1996 con McQueen, cuando todavía era una estudiante en último curso en la prestigiosa escuela de diseño Central St. Martins, de Londres. Cuatro años más tarde, tenía 25 años, fue ascendida a directora de la línea femenina de la firma. Durante cerca de tres lustros trabajó mano a mano con el diseñador británico lo que le permitió empaparse de los valores y de la esencia de la casa de moda más british del Reino Unido. Fue el grupo PPR el que decidió apostar por la continuidad dentro de la firma y no caer en la tentación de revolucionar sus cimientos con el fichaje de un diseñador ajeno a ella. Burton no se ha alejado de estas directrices, y apuesta por la modernidad, la belleza y la calidad en la confección. Pero además a este grupo le gusta apostar por profesionales jóvenes para crear marcas con gran personalidad. Alexander McQueen fue una de estas apuestas. Hace unos meses, analistas y expertos no vaticinaban un futuro prometedor a esta marca, tras la desaparición de su cerebro. "Es demasiado pronto para decirlo, pero no estoy convencido de que sea posible proyectar el negocio adelante sin él", explicaba el analista Tim Gadoffre, de la consultora Marital & Company, tras la muerte del diseñador. Había algunos que apuntaban al cierre de la firma. "Era un líder creativo y es difícil encontrar uno como él", señalaba Rita Clifton, de la consultora Interbrand. Sin embargo, el directivo del Grupo Gucci, Robert Polet, lo tenía claro: "Su equipo tiene talento, energía y pasión". No sabían que una plebeya, a las puertas de entrar en la familia más royal del mundo, les ayudaría a devolver el glamour a la marca. La última colección de Burton, que saldrá a la calle en otoño, inspirada en la reina de hielo, seguro que la tiene vendida. Su nombre es ya conocido en todo el mundo.