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Empresas

Telefónica se reinventa para seguir creciendo

La era del tamaño por el tamaño ha terminado. Las operadoras se enfrentan a un cambio radical en el que ya no bastan las redes, sino los servicios que se dan gracias a ellas

Telefónica ha vivido un último año frenético. La batalla con Portugal Telecom para controlar Vivo y comprar su parte del líder brasileño de móvil no ha tenido piedad y ha permitido a la operadora pulverizar los míticos 10.000 millones de beneficio en 2010, algo que ninguna empresa española había hecho antes. También se ha reforzado en China, con una realianza con China Unicom que le permite rozar el 10% de capital en su socia asiática y a esta entrar en el consejo de la operadora nacional.

César Alierta ha establecido un nuevo modelo, basado en valor añadido y aplicaciones

Entre una cosa y otra, ha habido desembolsos milmillonarios para comprar frecuencias de móvil. Telefónica se ha reforzado en Alemania y México con el alimento del internet móvil del futuro, el espectro radioeléctrico. Y ha conseguido entrar en Costa Rica, uno de los pocos países de Latinoamérica que le quedaban por explorar. Pero nada de eso es suficiente. Telefónica es, en estos momentos, la primera empresa española, la segunda operadora europea y la cuarta del mundo por valor en Bolsa, solo superada por China Mobile, AT&T y Vodafone. ¿Es sostenible a largo plazo a base de despliegue de redes y de provisión de servicios de telefonía? César Alierta, el presidente de Telefónica, tiene claro que no. Puede que se haya conseguido mucho, pero la próxima batalla no se ganará por kilómetros de red o megahercios de espectro, sino por valor añadido y aplicaciones. Y este es un negocio al que las operadoras de telecomunicaciones llegan tarde, copado como está por compañías como Google, Apple, Yahoo o Facebook, que han conseguido relegar a las telecos a meras gestoras de la red. Para Alierta, sin embargo, llegar tarde no tiene por qué implicar quedarse fuera, así que ha puesto en marcha una doble estrategia. Una parte pasa por reclamar acuerdos con los proveedores de contenidos, para que ellos se hagan también cargo de las fuertes inversiones que requiere el despliegue de redes fijas y móviles. Estas compañías se benefician de la capacidad de las infraestructuras y sus aplicaciones y aparatos consumen buena parte del tráfico, así que deben colaborar, argumenta Telefónica. A la vez, Alierta ha puesto a sus directivos a trabajar para situar a Telefónica entre las operadoras capaces de saltar al otro lado y convertirse en proveedores de aplicaciones y de servicios. ¿Sus bazas? Ella tiene los clientes y la capacidad de facturarles.

Competir de tú a tú con el adversario

Dicho y hecho. Telefónica ha detectado cuál es el camino a seguir y se ha puesto a ello. Y ha comenzado por la parte más vital del nuevo negocio de servicios y aplicaciones: tentar a las personas que lo hagan. Puede que el próximo éxito rompedor esté en la cabeza de un joven en Brasil o en Colombia, o en un pueblo de España. ¿Cómo conseguir que acabe entre los servicios de Telefónica? Dándole armas y recursos para que lo desarrolle para ella. Así que Telefónica ha lanzado un plan para persuadir a los desarrolladores y que trabajen para la compañía.El esquema ideado permite poner las herramientas y los canales a disposición de los innovadores, pero eso también lo hacen Google o Apple. La diferencia que aporta Telefónica es que cambia el reparto de beneficios y permite que los desarrolladores no solo cobren una vez cuando se baja su aplicación, sino que puedan tener ingresos recurrentes por uso, con cobros semanales, mensuales... o por el tráfico que generen sus servicios. Otro de sus proyectos permitirá que las aplicaciones que se descargue cada cliente no dependan del dispositivo al que se lo hayan bajado (teléfono, tableta, ordenador, televisión), sino que estén en la nube, que se almacenen fuera del terminal, y que sean accesibles desde cualquier dispositivo. Pero Telefónica no está sola en esta cruzada. Junto a otras telecos, está impulsando una tienda de aplicaciones común para todas las compañías y para sus millones de clientes.

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