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Los reguladores exigen que se refuerce el control

Desde que comenzaron a celebrarse las primeras subastas Cesur, la CNE dio la voz de alarma: en los días previos a la celebración de las mismas se apreciaba una subida sistemática de los precios, lo que tenía una influencia directa en el resultado de la puja (que marca legalmente la tarifa trimestral), mientras que en los posteriores volvían a bajar (coste real al que se adquiría luego la energía). De esta manera, los agentes calificados por Omel para participar en la Cesur obtienen un importante margen. Aunque la justificación de este sistema es que el mercado eléctrico está liberalizado y conlleva un riesgo, lo cierto es que, hasta ahora, las entidades financieras y de trading que participan en las subastas nunca han perdido.

A la vista de lo sucedido, la CNE pidió una coordinación estrecha con la CNMV para supervisar unos mercados opacos que escapan a su control. Y es que la referencia de precios para la tarifa es, según la normativa, el precio de la energía que se negocia en los mercados de futuros del mercado ibérico (Omip), y, muy especialmente, dado el gran volumen negociado, el mercado de derivados OTC (over the counter) especializados en electricidad. Mercados que, a diferencia de los de futuros, son totalmente opacos.

El presidente de la CNMV, Julio Segura, tomó cartas en el asunto y llegó a asegurar públicamente a mediados del año pasado su disposición a luchar contra la opacidad de los mercados OTC que actúan sobre los mercados energéticos. Una influencia que, en palabras de Segura, "está siendo objeto de un intenso debate regulatorio". Y pidió que, como en otros países, la CNMV pueda trasvasar información a la CNE, algo que la ley española no permite.

Por su parte, el regulador energético ha defendido subastas más frecuentes (el año pasado pasaron de ser semestrales a trimestrales) y que las empresas del régimen especial a tarifa vendan directamente su producción, lo que abarataría los precios.

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