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Comunidad Valenciana

Cambiar de modelo bajo la lupa de los mercados

La cuarta comunidad más grande de España encara el reto de reorientar su economía en un año aquejado por los desequilibrios fiscales.

Puede que la idea no termine de gustarle a los miles de ingleses y alemanes que se han establecido en sus costas, pero está claro que el futuro de la economía valenciana no reside en sus cálidas playas, sino en recursos con -digámoslo así- algo menos de encanto. Por ejemplo, las prótesis que Lafitt produce en el parque tecnológico de Paterna, a ocho kilómetros al noroeste de Valencia. Esta empresa de 30 empleados invierte el 7% de su facturación anual -unos cuatro millones de euros- en investigación, lo que le está permitiendo competir en mejores condiciones con productos más baratos, principalmente brasileños y turcos. "Si en los últimos años no hubiésemos apostado por la I+D+i, ya estaríamos fuera del mercado", asegura Francisco Más, director de operaciones de Lafitt.

La Comunidad Valenciana necesita que más empresas de este perfil se multipliquen a lo largo y ancho de su territorio para reorientar un modelo productivo que en los últimos 10 años ha estado concentrado en la construcción y los servicios turísticos. "En todos los sectores tenemos ejemplos de empresas competitivas: cerámica, juguetes, calzado, automóviles, química, alimentación", dice Francisco Pérez, director de investigación del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE). "El problema es que su participación en el conjunto de la economía es pequeño, tienen que ganar peso", añade.

La cuarta autonomía más grande del país en términos de PIB debe encarar el reto en una coyuntura sumamente complicada. El sector inmobiliario está colapsado y la competencia de países emergentes ha desplazado del mercado a industrias como las del calzado y el juguete, cuya ventaja competitiva residía precisamente en el uso intensivo de mano de obra barata. "El resultado de todo esto es una diferencia de cuatro puntos en la tasa de paro con respecto a la media española", señala Vicent Soler, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Valencia.

"La actuación procíclica de la Generalitat no ha hecho más que agravar la crisis", dice Ana Fuertes, catedrática de la Universidad Jaume I

A esto se añade la precaria situación en la que se encuentran las finanzas públicas de la región, consecuencia de la práctica en los últimos años de una política de gasto "procíclica y no anticíclica, como cabía esperar", explica Ana María Fuertes, catedrática de Economía Aplicada de la Universidad Jaume I de Castellón. "En la fase expansiva de la economía, la Administración autonómica ha realizado un importante esfuerzo inversor a costa de incrementar sustancialmente su nivel de endeudamiento y recalentar la economía", precisa. Pero al sobrevenir la recesión, la caída de los ingresos ha generado un déficit tan grande que ha forzado a una reducción drástica de las inversiones. "En definitiva, la actuación procíclica no ha hecho más que agravar la crisis", recalca.

El Gobierno de Francisco Camps, envuelto en un sonado caso de corrupción, se ha propuesto pedir este año 1.328 millones de euros a los mercados de deuda para cubrir sus cuentas y cumplir con el déficit fiscal del 1,3% al que se han comprometido las autonomías. "La calidad crediticia de Valencia es algo inferior a la de otras comunidades, pero más allá de eso, la situación del mercado tampoco es muy propicia y no se sabe si podrá absorber semejante volumen", comenta César Cantalapiedra, analista de Asesores Financieros Internacionales (AFI). "El desafío de la Administración será convencer a la comunidad de inversores de que tiene la capacidad para contener el gasto y reequilibrar el saldo", añade.

Las tensiones de tesorería están obligando a la Generalitat a retrasar el pago a sus proveedores, la mayoría de ellos pequeñas empresas como Lafitt, cuyos principales clientes en España son los hospitales públicos. "Hay comunidades, como Navarra y País Vasco, que nos están pagando en 90 días, lo cual está bien, y otras, como la valenciana, que están tardando 120, lo cual está bastante mal", dice Más. "No estamos cobrando a tiempo y nuestra capacidad financiera ha disminuido", reconoce. Por otra parte, señala que la creciente presión sobre las autonomías para que reduzcan el gasto sanitario las está llevando a pedir precios cada vez más bajos. "Ya llevamos varios años con los precios congelados. Y si los costes laborales y las materias primas suben, no podemos bajarlos más. Tampoco podemos hacer productos de menores prestaciones. Lograr ese equilibrio entre precio y calidad es muy difícil", explica.

Por fortuna para Lafitt, la empresa destina la mitad de sus implantes al mercado exterior, principalmente a Portugal, Italia, Argelia, Egipto, Argentina, Venezuela, Brasil y Japón, algo que no sería posible si, desde sus inicios en 1993, no hubiese apostado por la innovación. "La única forma de competir con países que tienen costes laborales más bajos es hacer productos con mayor valor agregado".

Los economistas coinciden con Más en que garantizar el tránsito de las empresas hacia una estrategia competitiva centrada en la diferenciación del producto y el aumento de la competitividad es la única forma de que la industria no siga perdiendo peso en el PIB regional (bajó del 28% en 1983 al 16% en 2009, mientras que en el mismo periodo el peso de la construcción subió del 8% al 11%, según datos del INE). "Todo ello solo es posible mediante la innovación productiva y comercial, tecnológica y de gestión", sostiene Soler. "Para acometer todos estos cambios se necesitará en muchos casos aumentar la dimensión de las pymes y practicar la rivalidad competitiva entre empresas del mismo entorno con la puesta en valor de los clusters o distritos industriales existentes en el territorio", añade.

Fuertes, por su parte, está convencida de que, pese a las dificultades, los cambios estructurales necesariamente se tendrán que producir porque para salir de la crisis es preciso buscar otros nichos de especialización, hacer un importante esfuerzo en I+D y conseguir cuotas en nuevos mercados. "La clase empresarial valenciana es muy dinámica y se está viendo forzada por la coyuntura a encontrar nuevas áreas de trabajo y a ampliar sus mercados", señala.

No en vano, al igual que Lafitt, en los últimos meses muchas empresas han aprovechado la recuperación del mercado externo para compensar la caída del interno. Según la Cámara de Comercio de Valencia, las exportaciones valencianas crecieron en octubre un 20% interanual, tres puntos por encima del total español. "Si para algo bueno está sirviendo esta crisis es para que la comunidad tome conciencia de la necesidad de cambiar el modelo productivo. æscaron;ltimamente se habla tanto de esto que ya se nota cierta predisposición global al cambio", comenta Carlos Vicente, director técnico de Aurora Sat, una joven empresa creada en el seno de la Universidad de Valencia y la Politécnica, y que se dedica al desarrollo de software para satélites.

Como promotora del desarrollo regional, la Administración autonómica está llamada a liderar este cambio. Aunque dadas las circunstancias, por lo pronto, apunta Más, "que pagaran a tiempo sería suficiente para nosotros".

El frente externo compensa el interno

Es, junto con Mercadona y la planta de Ford en Almussafes, una de las industrias emblemáticas de la región. Porcelanosa, el mayor fabricante de azulejos de España, ha intensificado la internacionalización de sus negocios para compensar el impacto "devastador" que ha tenido la paralización del sector construcción en la economía local. "Prueba de ello es que actualmente exportamos el 80% de la producción", dice José Vicente Roca, consejero delegado del grupo. "Nuestro principal reto en los próximos años será, por una parte, consolidar la presencia tanto de tiendas como de empresas propias en todos los países donde ya estamos, mejorando sustancialmente los canales de distribución. Y por otra parte, crecer en aquellos países emergentes en los que o bien no estamos todavía de forma directa o bien nuestra presencia no ha tenido el impacto deseado", precisa.El ejecutivo prevé una ligera recuperación de la economía nacional en el segundo semestre y espera afrontar 2012 con mayor optimismo, "aunque quizá más que en una crisis tengamos que pensar en un cambio a nivel mundial y una adaptación a este cambio a medio plazo". En cuanto a las medidas tomadas por la Administración frente a la crisis, considera que han sido las adecuadas, aunque probablemente tardarán en dar los resultados deseados. "En cualquier caso, esperamos que con el esfuerzo colectivo de todos los poderes públicos, empresa, sindicatos y trabajadores podamos crear empleo, fomentar las exportaciones, racionalizar los salarios ligados a la productividad, reestructurar el gasto público y potenciar el capital riesgo", señala. "Al final, se trata de evitar que la salida de la crisis venga marcada por una imparable escalada inflacionaria de imprevisibles consecuencias".

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