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Cine

'Valor de ley' para confirmar que el Oeste sigue vivo

La película de los Coen llega a España como nueva muestra del culto al género.

Fue un lugar común considerar que el western estaba muerto, que las películas que llegaban con cuentagotas a los cines en los últimos años eran homenajes, excepciones o rarezas. Sin embargo, esta semana se estrena en España Valor de ley, que abrirá también el Festival de Berlín. Ha obtenido 10 candidaturas a los Oscar y a su éxito de crítica se ha sumado el de público: fue la película más vista en Estados Unidos varias semanas y en apenas un mes en cartel se convirtió en la más taquillera de la filmografía de los hermanos Coen, superando incluso a la oscarizada No es país para viejos.

Sin embargo, sería erróneo considerar excepcional el éxito de Valor de ley, nueva adaptación de una novela de Charles Portis que ya llevó al cine en 1968 Henry Hathaway con John Wayne al frente del reparto. La previsión es que lleguen a las pantallas durante este año no menos de una decena de nuevas películas del Oeste, y se multiplican los proyectos.

Para el profesor Fernando Moreno, especialista en géneros literarios de la Universidad Complutense, "hay algo de universalidad cultural en estas historias con unas pautas tan concretas y localizadas, pero que ha ido sirviendo para estimular la imaginación de sociedades y épocas tan diferentes". Tal vez porque, en una época de crisis de valores, ofrece asideros firmes: "Es un género existencialista y transgresor, en el que la individualidad es la única salida ante la brutalidad humana y la falta de sentido del universo. Paradójicamente, el pistolero parece luchar siempre por principios éticos universales", señala el profesor universitario.

Jeff Bridges retoma el personaje que dio a John Wayne su único Oscar, un pistolero en el ocaso contratado para la venganza

De la universalidad del western existen pruebas sobradas. La más conocida en España es sin duda el auge del spaghetti western, las películas de vaqueros hispano-italianas rodadas en Almería, que en sus casos más sobresalientes mantienen su prestigio hasta hoy: los clásicos de Sergio Leone tienen unas ventas regulares en DVD y son fuente de inspiración reconocida para cineastas de moda como Quentin Tarantino. Pero es que además existió un western indio, el Ostern de la Europa tras el telón de acero -era el género favorito de Josef Stalin, que pedía que siempre ganaran los indios- o la continua alimentación mutua con el género de samuráis japonés.

El barroquismo del spaghetti western y la falta de identificación de los valores clásicos del género con la sociedad de los años setenta terminó por determinar la progresiva extinción del género. Prácticamente no hubo ninguna película destacada en los ochenta, si bien en los noventa retornó tímidamente el western crepuscular con dos de las tres únicas películas del Oeste que han ganado el Oscar a la mejor producción: Bailando con lobos (1990) y Sin perdón (1992).

El mensaje de estas películas "es más poético, más romántico y, por consiguiente, mucho más conservador y reaccionario. Los valores éticos y sociales son mayores, y el pistolero busca una redención que no necesitaba en el western clásico", apunta Fernando Moreno. En comparación con ambas, Valor de ley precisamente contrasta por su clasicismo: es una historia de traiciones y venganza, con buenos y malos de una pieza, realizada con una factura limpia impropia de la filmografía de los hermanos Coen, y con un protagonista a la antigua usanza encarnado por un memorable Jeff Bridges, en el mismo papel que le valió a John Wayne el único Oscar de su carrera.

Entre Sin perdón y Valor de ley se ha producido además una reivindicación del western en distintos ámbitos que ha abonado su renovado éxito. El ejemplo más conocido es el de la serie de televisión Deadwood, que se cerró precipitadamente después de tres temporadas de culto. También el reconocimiento a la obra de escritores emparentados como Cormac McCarthy, pese a lo cual el western se sigue presentando a sí mismo como el único género en el que el cine ha superado a la literatura.

En los últimos años se estrenaron otros westerns de calidad que no han conseguido tanta fortuna en taquilla y premios, es el caso de Appaloosa (2008, dirigida por el actor Ed Harris) o El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (2007).

McCarthy y la vigencia de la novela de frontera

De forma puntual, cada octubre el nombre de Cormac McCarthy vuelve a ser mencionado entre los candidatos al Premio Nobel. Escritor de carrera casi secreta durante décadas, cobró popularidad a partir de Todos los hermosos caballos, que obtuvo en 1992 el National Book Award estadounidense y que supone una de sus aportaciones -quizá la más asequible- a un nuevo género que ha consolidado: la novela de frontera, el western en ubicaciones contemporáneas. El ejemplo más conocido puede ser su novela, adaptada al cine también por los hermanos Coen y ganadora del Oscar, No es país para viejos. Sin embargo, McCarthy también ha escrito historias ubicadas directamente en el Oeste clásico, de las cuales la más recomendable es sin duda Meridiano de sangre (1985). Otro autor de temática y escenarios similares que está siendo reivindicado hoy es Jim Thompson.

Vaqueros en todos los ámbitos

VIDEOJUEGOS El pasado año, los estudios Rockstar, uno de los más punteros del panorama del videojuego, publicó el primer gran título del Oeste: Red Dead Redemption. Con estética crepuscular, ha sido un éxito comercial y artístico.LIBROS Aunque los grandes clásicos como Karl May, Zane Grey o Louis L§Amour no se encuentren fácilmente en las librerías españolas, recientemente se reeditó uno de los clásicos del western tardío, la excelente Warlock, de Oakley Hall (Galaxia Gutenberg).Mæscaron;SICA El country estadounidense no solo sigue vivo y coleando, sino que a su estela han surgido algunos de los fenómenos más interesantes de la música popular reciente: el llamado Americana, con figuras decisivas como John Fogerty, Steve Earle o Wilco.

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