"El monte es como la Bolsa, una inversión a largo plazo"
Los bosques buscan la rentabilidad en la gestión privada que apuesta por superficies con múltiples funciones, desde el turismo hasta la generación de energía.
La bombona de gas butano acabó en los años sesenta con la principal función de los bosques: calentar las casas. El valor energético del monte se perdió cuando se dejó de recoger leña. Ya no hacía falta porque la vida moderna había llegado a las poblaciones rurales. Pero aquel avance se llevó por delante el valor añadido del bosque, su rentabilidad y la de su mano de obra. "Hace 50 años, mi abuelo pagaba un jornal con la venta de una tonelada y media de leña. Ahora con una tonelada puedo pagar el sueldo de una semana", explica Rossend Castelló, propietario forestal de tres fincas en el Alt Maresme, una comarca de la provincia de Barcelona.
Castelló es uno de los cientos de propietarios de pequeñas y medianas superficies forestales en España y presidente del Consorcio Forestal de Cataluña. En total, el 70% del monte español está en manos privadas. Estos pequeños propietarios batallan por dar viabilidad económica a sus bosques, algo que no resulta nada fácil en pleno éxodo rural y cuando "los productos forestales valen una quinta parte de su valor en los años sesenta", matiza.
A ello se añade la exigencia de inversión a muy largo plazo. "Yo estoy recuperando ahora una inversión de hace 20 años, pero no todos pueden", explica Castelló. La solución pasa por diversificar los servicios que ofrece la finca y salvaguardar su biodiversidad, es decir, romper con el círculo vicioso de aprovechar al máximo aquellas especies de árboles más rentables para el sector maderero, que acaban agotando el suelo, y lograr un equilibrio con el mantenimiento de otras. En definitiva, se trata de considerar el bosque como un todo, donde el valor ecológico y económico van de la mano para lograr su rentabilidad y protección.
Castelló ha sabido aprovechar ambas bazas. Los alcornocales de su finca proveen la principal actividad económica. "Es un sector muy estable, apenas hay competencia". De sus árboles salen entre 30 y 70 toneladas anuales de corcho para tapones, tras 20 años de limpieza y recuperación de esta especie. "El problema es que muchos propietarios forestales se enfrentan a estos largos plazos de inversión y no encuentran el atractivo al monte".
æpermil;l dice estar convencido de que los bosques son rentables, pero "se necesitan incentivos" para aguantar el riesgo de caída de precios en el mercado, una plaga o un incendio. La cercanía del mar Mediterráneo favorece que las 80 hectáreas de pinos de las fincas de Castelló sean muy productivas. La madera que sale de ellos se convierte en cajas para el embalaje de vino y para la fabricación de láminas de chapa de madera "muy limpia", que luego se encuentran en los interiores de muebles, en marcos de puertas o en cajas de fruta.
Para este propietario forestal, "si se trabaja un buen producto en su lugar de crecimiento idóneo, la rentabilidad está asegurada". De las encinas y de los robles aprovecha su leña, y de los chopos, que bordean los riachuelos de la finca en plantaciones lineales, se extrae madera también para embalaje. "Su rentabilidad es mayor porque su periodo de crecimiento oscila entre los 12 y los 14 años".
De las choperas sale madera para la generación de energía, "un sector que será estratégico para mejorar la rentabilidad de los bosques". El aprovechamiento de madera barata y de los restos de algunas especies, que apenas tienen valor en el mercado, ya sirven de combustible para calentar viviendas e incluso fábricas. Castelló vende estos productos de menor valor a los propietarios de calderas de biomasa, que utilizan la madera como combustible, igual que en los años sesenta.
Nogales y cerezos son más simbólicos en el terreno de Castelló, pero también se aprovechan para la fabricación de madera de calidad. Para garantizar que la gestión privada del monte sea sostenible y proteja su equilibrio a largo plazo, la Administración exige un plan técnico de gestión y de mejora forestal, por el que cada propietario está obligado a informar de los periodos de siembra, de corta y de cualquier medida que altere el estado original de su propiedad. A cambio, reciben ventajas fiscales.
La finca completa su ciclo económico con la producción de cereales y de kiwis de cultivo ecológico. La de Castelló ha recibido el ansiado sello de la organización internacional Forest Stewardship Council (FSC), que garantiza la gestión sostenible del bosque y de todos los productos que salen de él.
Ahora bien, para este propietario forestal, como para casi todos en España, la gestión de los bosques representa una actividad complementaria. "Tienes que tener otros recursos; el bosque es como la Bolsa, hay que invertir a largo plazo". æpermil;l trabaja como gerente de una empresa que comercializa bienes de equipo para empresas.
Claves
Modelo de negocio: gestión multifuncional de bosque mediterráneo, que incluye la producción de madera, el cultivo de cereales y la generación de energía.Rentabilidad: a largo plazo. El crecimiento medio de especies como el pino tiene ciclos de hasta 35 años.
Las cifras
70% de los bosques en España está en manos privadas.20 años es el periodo de inversión media para obtener rentabilidad de una inversión forestal, lo que supone un freno para su explotación.