El filántropo estepario
Douglas Tompkins, creador del imperio The North Face, invierte su fortuna en la Patagonia para preservarla del ansia humana.
Douglas Tompkins es un filántropo atípico. Mientras otros empresarios multimillonarios como Bill Gates o George Soros dedican sus enormes fortunas al desarrollo de terceros países o regalan colecciones de arte, Tompkins, de 67 años, decidió hace ya dos décadas dedicar su patrimonio a la protección de las inmensas y hermosas tierras de la Patagonia chilena.
Este alpinista nacido en Ohio hizo fortuna con la compañía The North Face, que fundó en los años sesenta en California junto a su primera esposa, tras pasar dos años haciendo alpinismo en el estado estadounidense de Colorado, en Europa y en Latinoamérica y haber fundado en California el servicio de guía para montañeros. La empresa está especializada en equipo y material de alta montaña y en dos décadas se ha erigido en marca de referencia mundial tanto para esquiadores, exploradores y montañeros de alto nivel como para cualquier aficionado al disfrute de la naturaleza que busque abrigarse con un buen forro polar.
Siguiendo la estela de la leyenda que rodea a otras grandes compañías como Google o Apple, The North Face fabricó su primer equipo de montaña en la parte trasera de la primera tienda que abrió en la playa de North Beach, en San Francisco. Una vez apuntalado el éxito y ya divorciado, Tompkins se bajó del mundo de los negocios, vendió su parte de la empresa a su esposa y se lanzó en cuerpo y fortuna a la protección del medio ambiente.
La suya es una visión muy particular de la filantropía ecológica: la tierra no está al servicio del hombre, sino que es necesario protegerla por su valor intrínseco. Es el lema del movimiento Deep Ecology (ecología profunda), que acuñó el noruego Arne Naess en los años ochenta y en el que Tompkins milita junto a otros miembros de su familia.
Tompkins compró en 1990 un total de 10.000 hectáreas del Parque Pumalín, en la Patagonia chilena, con la intención de protegerlo de los intereses de la industria maderera y de cualquier empresario que pensara solo a corto plazo. Su adquisición ha subido hasta 289.000 hectáreas. Su iniciativa despierta desde entonces el recelo de ciudadanos y poderes públicos, que no acaban de entender el ímpetu emprendedor de una mano privada al servicio de un bien inmaterial como el medio ambiente. Las páginas de los diarios chilenos y los foros ecologistas de este país están llenos de comentarios desconfiados sobre la iniciativa del antiguo propietario del imperio The North Face. Pero Tompkins ha mantenido intacta su idea de devolver la tierra que va comprando a las autoridades una vez estas demuestren que la convertirán en parque nacional.
En agosto de 2005, el entonces presidente de Chile, Ricardo Lagos, declaró el Parque Pumalín santuario de la naturaleza, restringiendo el acceso y las actividades dentro del recinto a un estricto informe de impacto ambiental. Pumalín se convirtió así en el primer parque natural de gestión privada, el cual está en manos de Conservation Land Trust, una fundación creada por Tompkins. Hoy son miles los turistas que visitan cada año esta reserva natural en busca de increíbles paisajes y especies animales.
Esa es la otra tarea que se ha marcado este filántropo de aire estepario, la recuperación de especies en peligro de extinción, como el oso hormiguero gigante y los venados de las pampas. Para ello ha dado un paso más. De Chile ha dado el salto a Argentina, donde vive seis meses al año en su hacienda del Rincón del Socorro, en los Esteros del Iberá, en la provincia de Corrientes, y donde ha comprado 139.000 hectáreas a grandes terratenientes. En esta tierra de arroyos, riachos, pantanos y lagunas ha restaurado la hacienda donde vive, ha levantado un hotel y una escuela, donde estudian los hijos de algunos de los trabajadores a los que ha empleado para su proyecto, y gestiona personalmente cada actividad con estricto criterio ecologista.
Dicen los expertos que la reserva de los Esteros del Iberá es una joya de biodiversidad y que gracias a la iniciativa de Tompkins mucha gente empieza a darse cuenta de su importancia en Argentina. La apuesta por el turismo ecológico empieza a sonar a muchos emprendedores gracias de nuevo a este alpinista y magnate de los forros polares.
De cualquier forma, a Tompkins parece importarle poco lo que ciudadanos, terratenientes o poderes públicos puedan pensar de su iniciativa. "Terminarán comprendiendo de qué se trata porque, al fin y al cabo, ¿qué político se va a negar a recibir 250.000 hectáreas?", ha explicado en la prensa.
Batalla ganada a las eléctricas
El ecologista Tompkins está detrás de que la línea eléctrica que prevé unir la región de Aisén con Santiago de Chile no atraviese las hectáreas del Parque Pumalín, declarado santuario de la naturaleza en 2005.La compañía Hydroaysén está en pleno estudio del trazado del tendido eléctrico, que podría atravesar seis parques nacionales y ocho sectores indígenas. El secretismo con el que la empresa afronta este diseño ha sido criticado por grupos ecologistas, que siguen de cerca el proyecto, para el que está previsto que se levanten torres de 70 a 80 metros en terrenos vírgenes y sin vías de acceso para esconder parte del tendido eléctrico. La línea prevé la construcción de cinco centrales hidroeléctricas.
Las cifras
289.000 hectáreas de tierra posee el empresario Douglas Tompkins en la Patagonia chilena.2005 fue el año en el que el entonces presidente de Chile, Ricardo Lagos, declaró Pumalín santuario de la naturaleza.