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Tras el caso de las dioxinas

Alemania defiende la exportación de sus alimentos

El Ministerio de Agricultura de Alemania ha asegurado que no existe ningún motivo para no importar alimentos alemanes a causa de la contaminación por dioxinas, que ha obligado a cerrar más de 5.000 explotaciones avícolas y porcinas del país.

"Queremos dejar claro que en ningún momento ha habido ningún riesgo para la salud procedente de las exportaciones alemanas", señaló un portavoz ministerial en Berlín.

Esta declaración del Ministerio federal de Agricultura se produce después de que Eslovaquia, miembro de la Unión Europea (UE), y Corea del Sur paralizaran importaciones alemanas.

En el caso eslovaco, la suspensión se refiere a huevos y productos cárnicos procedentes de aves, y en el surcoreano, a productos derivados del cerdo.

El portavoz insistió en que cualquier información que así lo indique es "infundada y completamente inaceptable".

"Alemania se encuentra en estrecha sintonía y en un estrecho intercambio de comunicación con la Comisión Europea (UE)", añadió.

El ministerio estimó que la CE ha confirmado la eficacia de las medidas de seguridad de Alemania.

Desde las organizaciones de consumidores alemanes Foodwatch acusó hoy al Gobierno de Angela Merkel de graves errores en el escándalo de contaminación por dioxinas y de actuar en beneficio de los intereses de la industria alimentaria.

En declaraciones que recoge en su página electrónica el diario Saarbrücke Zeitung, Thilo Bode, ex director de Greenpeace en Alemania, aseguró que "el Gobierno federal tiene una estrategia de exportación muy clara para los productos cárnicos" y por ello no tiene ningún interés en endurecer los controles sobre la industria alimentaria.

Para el dirigente de Foodwatch, el actual escándalo de contaminación por dioxinas es sólo "la punta del iceberg".

"Cerca del 80% de la tasa de dioxinas considerada tolerable en la población por la Organización Mundial de la Salud (OMS) procede de los alimentos", señaló Bode.

Este defensor de los consumidores añadió que muchas de las cosas que antes acababan en una incineradora ahora terminan en la industria alimentaria.

Bode, autor del libro 'Los falsificadores de comida', exigió a la industria alimentaria que someta a análisis por separado a todos los componentes que se usan para fabricar alimentos y que se informe a las autoridades en caso de tasas elevadas de dioxinas.

"Es una barbaridad decir que no es tan grave", criticó Bode, en referencia a los políticos de distinto signo, entre ellos de la coalición del Gobierno, que insisten en que no existe ningún problema para la salud de los seres humanos.

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