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Cine

Hollywood se muda a Nueva Zelanda

'El señor de los anillos' y 'El hobbit' reposicionan a este país en el mapa.

Imagine poder bombardear las retinas de cientos de millones de almas con imágenes que muestran las virtudes de su producto o la belleza del lugar que desea promocionar. ¿Se le ocurre un instrumento publicitario más poderoso? La maquinaria de Hollywood es capaz de crear (o destruir) la marca de un país, la llamada country branding. El motivo por el que el rodaje de El hobbit, secuela de la trilogía El señor de los anillos, se convirtió en cuestión de Estado para Nueva Zelanda.

Estas tres películas inspiradas en la novela de J. R. R. Tolkien cambiaron para siempre el destino del país: "æpermil;ramos el mejor lugar del mundo para filmar por nuestra variedad de paisajes", aseguraba en su día su director, el kiwi Peter Jackson. Así, el monte Ruapehu se transformó en el abrasador monte Doom, donde Sauron forjó el anillo.

"No hay duda de que la proeza de estas películas ha significado todo para Nueva Zelanda", recalca el consultor de marca Martin Lindstrom. Filmar allí tuvo un efecto colosal para la economía de esta remota nación isleña de poco más de cuatro millones de habitantes. La Warner dejó en su suelo más de 640 millones de dólares y empleó a alrededor de 2.000 personas. Y sus consecuencias perduran: el turismo experimentó un enorme auge. "Actualmente es el mayor ingreso y la razón por la que el Gobierno cambió recientemente la ley sindical, con el objetivo de atraer otra gran película de Hollywood".

"El éxito de los tres filmes ha creado un reconocimiento muy fuerte de nuestro made in", confirma Sarah Cull, directora general de Film New Zealand. "El país ha capitalizado este éxito mundial gracias a la creación de efectos visuales, incentivos a la producción y la construcción de sólidos escenarios".

Industria y turismo, ¡claqueta!

La combinación de todos esos factores culminó, en opinión de Cull, en la película más taquillera de todos los tiempos, Avatar. Producida enteramente en Nueva Zelanda por Weta Digital, empresa fundada por Peter Jackson, confirma la potencia de una industria cinematográfica reciente. Un lucrativo sector que cuenta con el apoyo institucional, según confirma su director de marketing, David Gouge.

Pero, ¿qué explica la afluencia masiva de turistas a países remotos como Nueva Zelanda? "Acuden a los lugares donde se rodaron las escenas más famosas para tratar de experimentar los sentimientos de aventura y romance plasmados en las películas", apunta el experto estadounidense en marca país Dave Lightle. Un fenómeno palpable en películas como Sleepless in Seattle donde el idilio entre Tom Hanks y Meg Ryan empujó durante años a multitudes a conocer la ciudad. "Cualquier país puede alcanzar este efecto vía Hollywood si tienen la suerte de caer en el lado bueno de los hacedores de imágenes". El ejemplo más reciente es la cinta de dibujos animados Madagascar. "La película puso literalmente al país en el mapa. El turismo se disparó incluso cuando es relativamente difícil llegar allí y carecen de las infraestructuras adecuadas para alojar a hordas de turistas", indica Lightle.

No todos los países han logrado dar la campanada merced a Hollywood. La potencia de pegada del cine estadounidense puede actuar como una máquina de destrucción masiva. La película Atracción fatal ocasionó un caso dramático con una escena de efectos devastadores para el made in Taiwan. En ella puede verse a una jovencísima Glenn Close junto a Michael Douglas esperando un taxi en Nueva York, recuerda Lightle. Llueve, pero éste no logra abrir su paraguas y dice: "Está hecho en Taiwán".

En ese lejano 1988, el pequeño enclave asiático era líder mundial en fabricación de hardware y productos intensivos en tecnología. Alrededor de 600 millones de personas vieron el filme con las consiguientes pérdidas millonarias. "A excepción de eventos como la Copa del Mundo de fútbol, ninguna otra industria tiene el poder de acceder a tantas personas", zanja el experto.

Fotogramas en el subconsciente

Usted está en casa mientras afuera el frío podría congelar el mercurio de su termómetro. En la televisión las noticias muestran las playas de Sídney, Australia. Allí el gentío celebra la Navidad. Abundan biquinis y sombreros rojos de Papá Noel. La escena se repite año tras año y no por casualidad. El Gobierno respalda estas cálidas imágenes con ingentes cantidades de dinero, explica Martin Lindstrom. ¿El objetivo?, fijar esa imagen en el subconsciente de millones de personas alrededor del globo. "Ni la campaña de publicidad más ingeniosa ni el folleto turístico más brillante lograrán convencerle de viajar allí". En cambio, estas imágenes sí pueden.

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