La importancia de las buenas, o malas, compañías
El BCE calma los ánimos, hasta la próxima vez
A fines del siglo pasado Charles Flint estaba en dificultades financieras. Como conocía un poco a J. P. Morgan, decidió pedirle un préstamo. Morgan le invito a dar un paseo por los alrededores de Battery Park (Manhattan). Tras hablar durante una hora, el desesperado Flint exclamó: "Pero, señor Morgan, ¿qué hay acerca del millón de dólares que necesito que me presten?" J. P. Morgan extendió su mano para despedirse: "No creo que tenga ningún problema para obtenerlo ahora que nos han visto juntos".
Empezábamos la semana con duros castigos a la deuda periférica, en un proceso inverso al de la anécdota. Si el verle a uno en compañías prestigiosas da muchas ventajas, que a uno le vean cerca de un país periférico, como a Irlanda, es una pesadilla. Y España era metida en el mismo saco. Pero, al final de la semana, las cosas se han calmado gracias a una combinación de medidas tomadas por los políticos y complementado con las compras de bonos del BCE. Esto ha conseguido calmar los ánimos, en unos días donde la zona euro ha rozado cosas muy graves. Hasta la próxima vez.
Cada Bolsa sigue teniendo un gráfico diferente, pero hoy nos centramos en el futuro del Mini S&P 500, que es el más influyente. Como vemos, sigue atascado en la gran zona de resistencias que va desde la media de 200 semanas al retroceso de Fibonacci del 61,8% de toda la gran tendencia bajista anterior, mientras no salga de ahí todas las subidas son fuegos artificiales.
La rentabilidad de la Bolsa en un año se decide en un puñado de días
Desgraciadamente ya no vale mirar este gráfico para hacerse una idea de cómo están las demás Bolsas. Con el enredo de la deuda periférica los países afectados se siguen moviendo de otra forma. La crisis de la deuda va dando sustos, luego se calma, pero mientras no se solucionen los problemas de fondo... Por ello debemos mirar a la Bolsa con mucho cuidado actualmente.
En todo caso, todos los años siempre hay unos pocos días decisivos, para bien o para mal. Esto queda muy claro en un estudio que publicó hace algún tiempo Bespoke. Desde 1950, una persona que hubiera invertido un dólar en el S&P 500 y lo hubiera mantenido habría convertido su dólar en 49, gracias a la tendencia alcista predominante de fondo. Pero si hubiera sido capaz de no estar en los cinco días peores de cada año, tendría 75 dólares en lugar de 49. Y, atención, si hubiera estado fuera de los cinco días mejores de cada año, no habría ganado nada.
¿Conclusión?
Pues está bastante claro, el año nos lo jugamos en unos pocos días, tanto en cuanto a lo malo como en cuanto lo bueno. La pregunta del millón, claro está, es saber distinguirlos. Y claro, cuando sube la volatilidad, como ahora en la Bolsa española que ha tenido movimientos convulsos durante la semana, empiezan a agruparse los grandes malos días, y los grandes buenos.