Las discográficas confían su futuro al negocio digital
Proliferan las alianzas con 'telecos' para diversificar el negocio.
La pasada semana, la discográfica británica EMI recibió la primera buena noticia en mucho tiempo. La irrupción de los Beatles en la tienda online iTunes permitió que la compañía ingresase casi ocho millones de euros en apenas una semana solo por la venta del catálogo del cuarteto británico. Esta gran aceptación en internet de las canciones de un grupo disuelto hace casi 40 años y que apenas un año antes habían retornado al mercado con una remasterización del catálogo que los convirtió en el tercer artista más vendedor en EE UU suponen la prueba de que las discográficas han comenzado a andar un camino que puede suponer su salvación.
Según la patronal internacional de la industria, IFPI, en 2009, por primera vez, más del 25% de los ingresos procedieron de canales digitales, hasta facturar 4.200 millones de dólares (5.500 millones de euros), el 12% más respecto al año anterior, aunque las ventas han caído el 30% entre 2004 y 2009.
IFPI explicó que las compañías se han plegado a las realidades del mercado y han "expandido las licencias a la carta de música libres de DRM que permite limitar el uso de los archivos en terminales, lo que les permite transferir música a todos sus reproductores".
Pero no solo eso, las discográficas están comenzando a vencer sus reticencias y reaccionan ante otros servicios que no exigen la acumulación de archivos que ocupan memoria. En los últimos meses se ha producido la explosión definitiva de los servicios de streaming (distribución de audio o vídeo por internet, sin descargas). Spotify es más conocido, accesible incluso a teléfonos inteligentes por una tarifa de 9,9 euros al mes. En la misma línea se encuentra Deezer, que ya cuenta con 16 millones de usuarios.
Las discográficas también comienzan a beneficiarse del interés de operadoras y fabricantes de terminales por incluir canciones en las ofertas a sus clientes, y en los últimos meses se han incrementado los acuerdos con los proveedores de internet.
Estas alianzas permiten a las operadoras limitar el trasvase de clientes. El mejor ejemplo es el TDC Play, el primer servicio que se lanzó, a cargo de la teleco danesa. Sky, por su parte, lanzó Sky Songs hace algo más de un año, ofreciendo cuatro millones de canciones en paquetes de 10 a 15 descargas mensuales. En Brasil, Telefónica ofrece sonora desde 2006, cuyo coste va incluido en la factura. Vodafone también es muy activo. El año pasado lanzó en España un servicio ilimitado de descargas para sus clientes. Los fabricantes de terminales como Nokia también tratan de convertirse en proveedoras de internet para ampliar el negocio.
Otra cuestión pendiente es la de monetarizar los vídeos online, un servicio que capta a casi un tercio de los internautas. A finales del año pasado, Universal, Sony, EMI y Youtube lanzaron Vevo, que ofrecen vídeos musicales soportados con anuncios.
Las discográficas, por último, tratan cada vez más de diversificar sus ingresos captando el negocio de merchandising y de venta de entradas de conciertos de sus artistas, o, incluso, sus páginas en internet, algo que ya hacen Warner y Alejandro Sanz.
Lady Gaga, la mayor seductora de internautas
La cantante estadounidense Lady Gaga se convirtió en 2009 en la líder de un negocio que en 2003 apenas facturó 20 millones de dólares y que actualmente dobla al que mueven las descargas de películas, periódicos y revistas por internet y que suponen ya el 27% del negocio musical. El auge ha sido tal que actualmente iTunes es ya la principal distribuidora de música en EE UU. Pero ni siquiera Lady Gaga ha podido evitar que las ventas globales vayan a caer este año por undécimo ejercicio consecutivo. Europa sigue por detrás de las compras de música por internet, con un 15% del total. Según la patronal IFPI, la principal razón es la piratería, con 29,8 millones de usuarios que frecuentemente se descargan contenidos sin pasar por caja solo en los grandes mercados de la UE, aunque también por otros motivos como un menor tiempo en el mercado de estos servicios, los impuestos más elevados que se pagan en el continente o la fragmentación del mercado.