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Más de una década buscando la fusión

Iberia-British, un matrimonio de personas maduras

Las juntas generales de accionistas de ambas aerolíneas aprobaron ayer su unión.

Antonio Vázquez, presidente no ejecutivo de la nueva IAG.
Antonio Vázquez, presidente no ejecutivo de la nueva IAG.PABLO MORENO

Utilizando una versión más cálida que la del impersonal lenguaje que define la vida de las empresas, podemos interpretar que ayer, con el sí, quiero de las juntas de accionistas de Iberia y British Airways (BA), culminó por fin en boda la más larga relación prematrimonial que se ha dado entre dos grandes aerolíneas. Ahora solo podemos desear que lo que los cielos han unido no lo separe la zafiedad de los hombres. Consumada la fusión, nadie podrá sospechar que los esponsales de la española y la británica han estado apremiados por la urgencia de la pasión, por el amor arrebatado, por la atracción eléctrica e irresistible que ambas empresas se han demostrado. Más de una década ensayando, sin éxito, toda suerte de fórmulas para cristalizar un compromiso nos conduce a deducir lo contrario.

La unión entre BA e Iberia, más que una boda de veinteañeros enamorados, se produce como un matrimonio entre personas maduras. Es fruto de un largo tiempo de meditación y análisis sobre las ventajas y los riesgos, de una dilatada negociación que ha llevado a la firma de capitulaciones complejas y con la prudente decisión de conservar cada cual el piso en el que habitaban de solteros. El tiempo derrochado hasta acordar sellar el compromiso en régimen de separación de bienes, no obstante, deja a estos dos veteranos muy limitada la vía de escape de un divorcio que ya nunca podrá acordarse sin un grave quebranto para sus expectativas de un futuro por separado.

Que la fusión de Iberia y British no sea fruto del impulso de un amor arrebatado no significa que esté abocada al fracaso. Quizás todo lo contrario. El dilatado periodo de convivencia prematrimonial (como accionista el uno del otro, compartiendo alianza en OneWorld, compartiendo códigos, explotando rutas en común) demuestra que, si bien entre ambas organizaciones no exista algo parecido al feeling, esta carencia ha sido suplida por el conocimiento y el respeto mutuo. En una década ha habido tiempo para cruzar mil reproches y vivir incontables desencuentros que, aún así, nunca condujeron a la ruptura total. Y, como todo el mundo sabe, del roce termina naciendo el cariño.

Las dos llevaban más de una década ensayando diferentes fórmulas para sellar su compromiso

Que la boda se haya celebrado "entre iguales" es uno de los síntomas que demuestran que la unión entre Iberia y British es un acuerdo entre personas maduras. A pesar de la diferencia de tamaño y del desequilibrio en la aportación patrimonial o de fondo de negocio, ambas partes han llegado al convencimiento de que, en la constitución de la casa común, los derechos han de ser repartidos de manera equilibrada, de modo que ninguna de las partes se sienta ofendida o minusvalorada.

El escenario de una compra del menor, Iberia, por el más grande, British Airways, ya fue ensayada con ímpetu durante el proceso en el que el grupo de capital riesgo estadounidense TPI no logró persuadir a los dueños de la británica de que sería un negocio redondo hacer un desembolso en condiciones ventajosas para comprar a la española. Ni tampoco convenció a Caja Madrid ni al Corte Inglés de que sería bueno abandonar Iberia a cambio de plusvalías moderadas.

La boda en condiciones de igualdad y la perspectiva de entendimiento en el desarrollo de un proyecto común de largo alcance han terminado pareciendo la salida más interesante a los accionistas de ambas compañías.

El modelo de enlace por el que los dos miembros de la pareja podrán continuar su vida y su actividad anterior con libertad ( con el mantenimiento de sus respectivas marcas, la continuidad de sus estructuras y de sus operaciones particulares) no impedirá una perspectiva de largo plazo que cambiará a ambos de modo profundo. Sin embargo, aporta la ventaja inmediata de que los primeros pasos puedan desenvolverse sin traumas, como efectivamente ya está ocurriendo.

En este escenario en el que no se concibe la pasión, pero tampoco se permiten los celos, Iberia y British han dotado a su relación de un instrumento de convivencia, como es la estructura de IAG, que facilitará a corto plazo que el matrimonio se convierta en un trío sin incomodos para ninguna de las partes. La perspectiva de la integración del nuevo gigante aéreo con la estadounidense American Airlines, u otros pretendientes, no tendrá porque provocar alteraciones en la operación de las tres empresas originales, más allá de la búsqueda de las deseadas sinergias. Los repartos, los pactos y las salvedades podrán articularse con consenso y sin dolor, modificando únicamente la estructura de IAE.

En buenas manos

Después de un noviazgo demasiado largo, Iberia y British Airways han consumado sus esponsales. Durante el último año y medio no solo han concretado un pacto que parecía inalcanzable. Ambas compañías, pero en especial iberia, han recuperado la tensión y la ilusión de quienes se creen con el derecho a no dejarse llevar por los malos vientos y a decidir el camino que quieren para su futuro.

El nombramiento como presidente de Antonio Vázquez se convirtió en el acontecimiento determinante que ha dado el impulso definitivo al languidecido proceso de fusión, a la vez que relanzaba la alianza con American. El equipo de Vázquez, extraído de las entrañas de la propia Iberia, al tiempo, ha luchado por erradicar los números rojos del año 2009, ha reclamado y conseguido que se reconozca y trate a Iberia como la piedra angular del aeropuerto de Madrid-Barajas; ha racionalizado la actividad de handling (servicios aeroportuarios) y ha resucitado el negocio de la carga.

Su actuación como presidente de la nueva aerolínea fusionada que hoy comienza a volar es toda una garantía de que los intereses de Iberia, y con ellos los de España, estarán bien protegidos en el arranque de una aventura que debe pilotar al nombre más tradicional de la aviación comercial española en su vuelo de mayor alcance.

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