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A fondo

¿Funciona la bola de cristal de FCC?

La crisis que tocó primero al negocio inmobiliario, después al de la edificación y al cementero y, por último, a la obra civil, se llevó rápidamente por delante las previsiones económicas de FCC plasmadas en un optimista plan estratégico 2008-2010. Pero la bola de cristal no ha funcionado tan mal como parece.

La firma que preside Baldomero Falcones presentó el documento en mayo de 2008, con una capitalización bursátil de 6.246 millones y cuando acababa de cerrar un ejercicio 2007 histórico: la cifra de negocios ascendía a 13.500 millones (bajó a 12.700 millones en 2009), el Ebitda era de 1.830 millones y el beneficio neto tocaba los 465 millones en la antesala de la debacle económica mundial. Todo con un endeudamiento neto muy inferior al de sus competidoras: 6.000 millones.

Prácticamente cubierto el citado plan estratégico, FCC va a culminar 2010 muy lejos de sus estimaciones precrisis, con un Ebitda aproximado de 1.460 millones, 1.000 millones por debajo de lo previsto hace tres años, y con un beneficio neto de 307 millones, la mitad de lo que se pretendía ganar.

A pesar de que la disparidad entre cifras debe escocer tanto a los ejecutivos de la casa como a sus accionistas, la descomunal crisis pudo con cualquier expectativa de negocio, independientemente del sector. Así es difícil hablar de un fracaso en el camino de la constructora, ni siquiera porque su capitalización en Bolsa se haya desplomado hasta los actuales 2.381 millones.

FCC se había puesto el listón alto y, con lo que ha llovido, llueve y está por llover, era imposible saltar por encima. Pero ha aprovechado este último trienio para sentar las bases de una revolución en la empresa.

Sus pretensiones pasaban por invertir 4.050 millones entre 2008, 2009 y 2010, manteniendo la deuda bajo control. Y así está a punto de suceder en el balance del último trienio. FCC va a cumplir su hoja de ruta muy cerca de esa cifra (lleva 3.521 millones de inversiones netas hasta septiembre de 2010) y prevé cerrar el presente ejercicio con un pasivo neto de alrededor de 7.655 millones, frente a los 7.100 millones marcados como objetivo tres años atrás.

Una apuesta inversora, contenida especialmente en el presente 2010, que ha llevado a este gigante de la construcción a pisar fuerte en las energías renovables y a consolidarse en los servicios urbanos.

El propio plan estratégico 2008-2010 señalaba como imperativo balancear las ventas nacionales y las internacionales. En los últimos resultados a cierre de septiembre, éstas ya están en un 54%-45%, frente al 63%-37%% que marcaban a finales de 2007.

Otro reto prácticamente alcanzado es el de la consolidación de Servicios como motor del Ebitda, en detrimento del negocio de la construcción o el cemento. A lo que se suma la irrupción de FCC Energía. Una actividad que debería tener un peso del 20% en el resultado bruto de explotación a finales de 2013 y que ya aporta el 4,5% del total.

Lo único con lo que FCC no parecía contar, a la vista de lo que estimó en su plan 2008-2010, es con una actividad cementera, a través de Portland Valderrivas, que materialmente se ha desinflado. En 2007 el polvo gris ofrecía el 34% del Ebitda del grupo, en comparación con el 15% actual y el 26% que esperaban Falcones y su equipo directivo para 2010.

Todos los hitos se han cumplido sin que la deuda neta se haya descontrolado. Era de 6.000 millones en 2007 y estará en 7.655 millones en diciembre de 2010, según la dirección financiera del grupo. Un hecho importante, el del control de la deuda y del gasto, a la vista de que el Ebitda es mucho menor que el estimado tres años atrás. Es decir, FCC pretendía agotar el plan estratégico con un endeudamiento con recurso menor a tres veces el Ebitda, y parece que cumplirá.

Pasado el examen de defender la hoja de ruta en plena tormenta, FCC prepara un nuevo documento que presentará en los primeros meses de 2011. A la espera de conocer la cifra de inversión que llevará implícito ese plan de negocio, hay ciertos detalles que hablan a las claras de las intenciones del grupo.

Primer mandamiento: las ventas internacionales deben alcanzar el 60% del total de aquí a 2013. Y, de momento, la cartera de obra y servicios apunta bien.

En segundo lugar, FCC Energía tiene que aportar el citado 20% del Ebitda global en 2013. Eso supone cuadruplicar su aportación actual y llegar a los 2.000 MW en renovables. Un camino para el que se ha firmado una alianza con la japonesa Mitsui en energía termosolar; avanza en la valorización de residuos, e invertirá en el terreno eólico. Un campo en el que depositó sus esperanzas en 2008 con la adquisición de 14 parques eólicos en España a Babcock & Brown.

En tercer lugar, este grupo de construcción especializado en obra civil, está dando primacía al desarrollo de proyectos ferroviarios, con especial foco en el plan de infraestructuras de Estados Unidos, y también aspira a convertirse en un experto en construcción industrial.

Puestos a amarrar el futuro, FCC ha entrado en las energías renovables en zonas desérticas de África; mantiene un papel activo en el despertar del vehículo eléctrico; participa en investigaciones sobre energía eólica marina, y avanza como gestora del ciclo del agua, prestando servicio ya a 27 millones de personas de 14 países.

Por mercados, es previsible que Falcones marque Brasil, China e India entre los destinos preferentes. Como él suele decir, la estabilidad del accionariado, en el que Esther Koplowitz cuenta con el 53,9%, da tranquilidad a quien tiene que pilotar la nave. El próximo plan estratégico será buena piedra de toque para ver si el clima interno en FCC destila, o no, confianza.

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