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Pymes & I+D+i. Tendencias

La mujer, el campo y los negocios se reconcilian

El Premio Excelencia a la Innovación para Mujeres Rurales concede 25.000 euros a 20 proyectos de emprendedoras.

Hemos sido las eternas sacrificadas, con cargas que no estaban remuneradas". Habla María Ángeles Sainz. Su familia empezó a vender sobaos pasiegos y quesadas artesanales de pueblo en pueblo en Vega de Pas (Cantabria) en los años cuarenta, en plena posguerra. Ella siguió el negocio familiar, "mi padre era panadero, mi madre se dedicaba al estraperlo de harina", hasta convertirlo en un "negocio sólido". Con el tiempo, el carro para transportar los sobaos se ha transformado en furgonetas de reparto. Esto, la creación de un obrador y la venta por internet han sido los únicos cambios que ha sufrido la compañía. La receta sigue siendo la misma.

Y también las manos que fabrican los sobaos y quesadas. De las 14 personas que trabajan en la empresa, 13 son mujeres. Su aportación a la generación de empleo femenino en zonas rurales le ha valido a Sobaos Pasiegos Joselín el Premio de Excelencia a la Innovación para Mujeres Rurales, un galardón que cada año otorga el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino para promover el empleo en este sector de la población. En total, se ha premiado a 20 micropymes, una prueba de que se está rompiendo el aislamiento al que se ha visto sometida la mujer de zonas rurales en España. Ser mujer, vivir en el campo y desarrollar un negocio innovador y sostenible ya no son términos contradictorios. Precisamente, integrar estas tres realidades es uno de los objetivos del programa Empleaverde que promueve la Fundación Biodiversidad, que depende del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino.

La empresa Trebore Transporte, SL, dedicada al alquiler de vehículos con conductor, salió de las aulas de los cursos que imparte la Fundación Paideia Galiza, beneficiario del programa Empleaverde (cofinanciado por el Fondo Social Europeo), para la formación ambiental a trabajadoras de empresas turísticas.

El galardón quiere paliar la dificultad de acceso de la mujer en zonas rurales al mercado de trabajo a través del autoempleo

Por su parte, la Unión de Asociaciones de Trabajadoras Autónomas (Uatae) también ha participado de la iniciativa de la Fundación. Con su programa Autoempleo Verde, dedicado a la formación y consultoría a mujeres emprendedoras, "queríamos crear 50 puestos de trabajo, y nos consta que 35 mujeres han iniciado los trámites para montar su propio negocio", explica María José Landaburu, secretaria general de Uatae. El balance de este tipo de iniciativas es muy positivo. El principal motivo, según Landaburu, es que "en los entornos rurales hay muy pocos recursos, por ello iniciativas como la nuestra son muy bien recibidas".

Las dos socias de Artelar, Marian San Martín y Estíbaliz Sáenz de Urturi, dejaron en 2006 sus empleos como responsable de recursos humanos e ingeniera agrónoma, respectivamente, para promover la artesanía textil en La Rioja a través de esta empresa de tejidos artesanales. Realizan pañuelos y bufandas para mujer, complementos, productos para bebés y para hombres. La de estas dos mujeres ha sido una apuesta por recuperar el telar tradicional, "que se está perdiendo", y buscar un contexto empresarial que les permitiera dedicar más tiempo a sus hijos. La crisis les ha obligado a replantearse el negocio y cambiar sus canales de venta, más allá de asistir a ferias de artesanía por toda la geografía española. "Son caras y no dan tantos beneficios", explica San Martín. Para ello, están pensando en abrir un taller-tienda y colaborar más estrechamente con el colectivo de artesanos de La Rioja, organismo que ellas han contribuido a crear, "para ayudarnos mutuamente", añade.

La dotación de 25.000 euros del Premio Excelencia a la Innovación para Mujeres Rurales del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino les ha dado un empujón. "Nos ha animado a seguir", cuenta San Martín. A través de su proyecto dicen también haberse dado cuenta de que la apuesta empresarial debe de ser más por la estética, aunque sigan fieles a su interés por trabajar con tejidos naturales y a mano. "Al final, lo que la gente quiere es que el producto sea bonito".

El turismo, la agricultura y la ganadería ecológicas y las energías renovables son los sectores más proclives a la creación de empleo femenino en zonas rurales. Pero también otras profesiones pueden tener salida en el sector ambiental. Es el caso de la consultoría Sorrel, en Lérida, un proyecto que nació en 2006 de la mano de Mercedes Colomina, Rosé Bombardó y Mónica Vergès. Se conocieron en un curso organizado por el Centro Tecnológico Forestal de Cataluña y decidieron dejar sus empleos y crear esta empresa de consultoría ambiental. Ahora también ejecutan algunos de los proyectos sobre los que asesoran.

Aún no hay beneficios, pero "nos podemos dedicar a lo que más nos gusta", explican. Sus principales clientes son los ayuntamientos, pero con la crisis y el estrangulamiento del pago de las Administraciones quieren ampliar el negocio a clientes particulares.

El protagonista

Olea Cosméticos. Un curso del Ayuntamiento de Pegalajar, un pueblo de 3.000 habitantes en la provincia de Jaén, dio como resultado la creación de Olea Cosméticos. Sus fundadoras son cinco mujeres, que pasaron así de ser amas de casa a empresarias medioambientales. Llevan diez años mezclando aceite de oliva con esencias como lavanda o tomillo para sus geles, cremas y jabones. "Ahora otras empresas hacen esta mezcla, pero nosotras fuimos las primeras", explica orgullosa Manuela Herrera, de 53 años y gerente de la compañía. El último paso de la empresa ha sido la inversión del patrimonio personal de las cinco para crear su propio laboratorio, una planta de 1.300 metros cuadrados. Después empezarán a vender por internet.

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