Vettel corona la inversión de Red Bull en deportes extremos
Ferrari optó por ir a remolque en lugar de liderar la estrategia y dejó 7º a Alonso.
Si una carrera de Fórmula 1 fuera una clase de una escuela de negocios, de la de ayer se podrían sacar lecciones muy valiosas sobre gestión. Quizá la primera, y por lo que afecta a los aficionados españoles, sería que cuando eres el líder, como lo era Fernando Alonso antes de este último gran premio de la temporada, planear toda tu estrategia pensando en qué harán tus rivales e intentar copiarlos, se antoja cuanto menos poco atrevido. La segunda, y esta ya referida al nuevo campeón del mundo, que cuando se apuesta por un objetivo y se persevera en él, por muchos errores que se cometan, al final existe una recompensa.
Sebastian Vettel, (Heppenheim, Alemania 1987) se convirtió ayer en el piloto más joven en ganar un mundial de F1. En su cuarta temporada en la competición, Vettel toma el relevo de Alonso y Lewis Hamilton en su tarea de rebajar la edad de los records. Los niños, como llamó hace unos años Mark Webber al propio Vettel tras un incidente en una carrera, han tomado el relevo desde hace ya años en este deporte. La imagen ayer de Michael Schumacher, fuera de carrera a la primera vuelta y asistiendo a la lucha por el título desde el muro, es un ejemplo del cambio que se ha operado en la Fórmula 1.
Esa nueva imagen es la que persigue Red Bull en su estrategia de patrocinios. La compañía de bebidas energéticas ha apostado por un segmento de público joven, urbano y arriesgado. Así, el logotipo de los dos toros a punto de chocarse se puede ver en eventos como el skate, el snowboard, los rallies, el parapente, la aviación acrobática, el motociclismo o, desde hace cinco años, la Fórmula 1.
Joven, arriesgado y extrovertido, valores de la marca
En el caso de la máxima categoría del automovilismo hay, además, un hecho diferencial. No es un mero patrocinio. La escudería es propiedad de la marca (le compró la estructura a Jaguar cuando Ford decidió retirarse de la competición), un modelo que ya se experimentó en el pasado con el caso de British American Tobacco, la multinacional que creó una equipo de Fórmula 1 para promocionar su marca Lucky Strike.
Pero Red Bull ha conseguido sacar mucho más partido a su apuesta que en su día BAT (depués BAR y Honda). En esos cinco años y con una inversión muy elevada, de las mayores del circo en estos momentos, unos 177 millones de euros, ha conseguido contar con el mejor coche gracias a tener al mejor diseñador, Adrian Newey. Pero además, Red Bull cuenta con un programa de pilotos jóvenes, en el que está el español Jaime Alguersuari corriendo para Toro Rosso (escudería participada por Red Bull), que le garantiza una cantera de futuro. Un caso similar ocurre también en el motociclismo, con por ejemplo otro español, el nuevo campeón de la categoría de 125cc, Marc Márquez.
"Para una marca como Red Bull, que sigue creciendo y necesitando posicionarse en el mercado, una victoria en Fórmula 1 le resulta más beneficiosa que a otras enseñas más consolidadas, como podría ser Ferrari", ha destacado estos días el consultor de patrocinios deportivos Mick De Haas. La gran ventaja, desde el punto de vista de la compañía de bebidas, es que el monoplaza es prácticamente un anuncio exclusivo. Sin embargo, de la victoria de ayer de Vettel y la ya alcanzada de constructores en Brasil, también salen beneficiados otros compañeros de viaje. Uno de ellos, curiosamente, Renault, proveedora de motores que prácticamente está de salida de la competición (la escudería que lleva su nombre no es de su propiedad, la vendió el año pasado).
Y si el coche es un anuncio sobre ruedas, Vettel se convierte igualmente en un soporte publicitario codiciado. Joven, extrovertido y no falto de polémica, el alemán, con esta victoria, da el salto que en su día dieron Alonso o Hamilton de promesas de la competición a icono mediático. Y el gran patrón de la F1, Bernie Ecclestone, encantado con un triunfo que deseaba de forma explícita en cada declaración.
Mateschitz, la antítesis del 'glamour' de la F1
El circo de la Fórmula 1 se caracteriza por el glamour, los fastos y una cierta ansia de protagonismo que en nada encaja con DietrichMateschitz, el multimillonario austriaco propietario de Red Bull. Ajeno a los flashes, pese a ser también dueño de una revista de cotilleos en su país, Mateschitz es la antítesis de, por ejemplo, otro de los multimillonarios que se pasea por el padock luciendo palmito: el dueño de Virgin Richard Branson. Si el gigante de las aerolíneas se ha dejado querer por las cámaras tanto como lo han dejado, Mateschitz es la discreción absoluta. Y encima los resultados le avalan. En cinco años, de no existir a ser campeones. Mientras, Branson, que llegó este año con los nuevos equipos, ha quedado el último, incluso detrás de Hispania Racing Team, y se ha llevado una reprimenda de Bernie Ecclestone por no invertir lo suficiente en la escudería.
Santander, satisfecho
El presidente del Santander, Emilio Botín, elogió ayer el esfuerzo de Fernando Alonso y, pese a la decepción, destacó la importacia del patrocinio a Ferrari. El banco comunicó que el retorno de la inversión en F1 en 2010 será de 270 millones, 20 millones más de lo previsto.