La postura de EE UU sobre las divisas
El interés de los norteamericanos en la reunión del G20 celebrada el pasado fin de semana en Corea, era claro. Lo había anticipado por carta a sus colegas el Secretario del Tesoro. Contenía tres puntos. El primero, se refiere a que han de adoptarse políticas que faciliten el reequilibrio entre economías con déficit y con superávit. El segundo, que no han de manipularse los tipos de cambio. El tercero, que ha de ser el FMI quien lo vigile.
Por si no quedase claro, en su introducción señala que pretende alcanzar ese acuerdo sin esperar a noviembre. Pues va a ser que no. El comunicado de la reunión anuncia en su segundo punto un acuerdo general a favor de la fijación por los mercados de los tipos de cambio, pero que en su detalle parece más bien una llamada de atención a los norteamericanos: "las economías avanzadas incluidas las que tienen monedas de reserva, serán vigilantes contra volatilidades excesivas y movimientos desordenados en los tipos de cambio". Vamos, que no. Parece que EE UU lo intentó de nuevo reuniéndose en un aeropuerto con el número dos del Gobierno chino, al que reiteró su idea de limitar a un determinado porcentaje del PIB el déficit y el superávit por cuenta corriente.
Pero ni China, ni Japón, ni Alemania muestran entusiasmo. Los máximos responsables de Brasil ni siquiera acudieron al encuentro, enviando funcionarios de segundo nivel. En conclusión: los norteamericanos marcarán el ritmo del debate. Pretenden no llegar a enfrentamientos abiertos, saben que en parte su fuerza radica en ser el primer mercado consumidor del mundo. Su estrategia puede ser apretar al máximo en el campo diplomático, pero no arriesgarse a soportar las consecuencias de iniciar una verdadera guerra de divisas. Como alternativa, acuerdos bilaterales. Convendrían a Europa.
José Manuel Pazos. Socio director de Omega IGF