El 'Monopoly' se renueva al sumar sus 75 años 'oficiales'
Las versiones 'Revolution' y 'U-Build' actualizan un clásico con 1.000 millones de jugadores en todo el mundo.
Con unos mil millones de jugadores estimados, presencia en 111 países y más de un millar de ciudades representadas en distintas ediciones, el Monopoly sigue siendo hoy uno de los reyes del juego de mesa. Para celebrar el 75 aniversario de su patente, aunque no de su nacimiento, y tal vez también para actualizarse en un mercado cada vez más competitivo, Hasbro publica dos nuevas variantes: el Monopoly Revolution, con banca electrónica y un llamativo tablero circular, y el Monopoly U-Build, en el que no existe tablero tradicional.
Ambos se unen a las incontables versiones aparecidas en los últimos años: portátil, para videoconsolas, de cartas, de chocolate, hinchable, con ciudades del mundo votadas por los jugadores... Es una permanente actualización en la que no se pierden de vista los elementos que le han convertido en un perenne éxito -competitividad, azar matizado por ciertos factores de estrategia-, pero se le añaden cualidades de diseño y tecnología. En el Revolution, por ejemplo, los pagos se realizan ahora por tarjeta de crédito y las jugadas se ven coreadas por música y efectos sonoros.
Es un jalón feliz para una historia bastante accidentada. La celebración del 75 aniversario corresponde en rigor a la conmemoración de la patente realizada por Charles Darrow, un desempleado de Atlantic City, que empezó a manufacturar unas versiones más sofisticadas de un juego que venía circulando desde hacía tres décadas; posiblemente su creación tuvo lugar en 1903 y corrió a cargo de una mujer llamada Lizzie Maggie. Pero Darrow vendió el concepto a Parker Brothers en 1935, y la empresa se encargó desde entonces de mantener los derechos de la idea creando, a su vez, un monopolio del concepto que terminó, tras un prolongadísimo contencioso judicial, con la derrota de la marca a manos de Ralph Anspach, autor de un juego publicado también en España, el Antimonopoly.
æpermil;ste no es, ni mucho menos, el único juego contestatario que adapta parte de las reglas del Monopoly para representar una ideología contraria. El más curioso es posiblemente Deuda eterna, muy popular en Cuba, en el que cada jugador es un Gobierno que pretende derrotar al Fondo Monetario Internacional.
En España el Monopoly tuvo problemas de derechos durante años. Cuando aún no se había publicado ninguna versión local, un malagueño llamado Paco Leyva comercializó un juego idéntico, el Palé (sobre las dos primeras sílabas de su nombre), luego adquirido por los licenciatarios del Monopoly.
También con motivo del 75 aniversario se estrenará este año un documental sobre el juego, Under the Boardwalk. Ridley Scott, por su parte, dirigirá una inesperada adaptación al cine.
Córdoba acoge la mayor cita anual del sector
Desde el viernes y hasta el próximo martes se celebra en Córdoba la quinta edición de su Festival Internacional de Juegos, la cita más consolidada y que más jugadores atrae en España en este sector. Son cinco días con campeonatos de varios de los juegos de mesa más populares del momento en España -caso de Carcassonne, Dominion, Ritmo y Bola o Jungle Speed-, partidas improvisadas por todas partes y presencia del creciente mercado del sector, que en España cuenta ahora mismo con media docena de editoriales bastante activas ante el crecimiento de ventas de los últimos años.Otros de los actos más interesantes de la ocasión son un concurso internacional de fotografía lúdica o los encuentros con creadores internacionales. Uno de ellos es Dirk Henn, integrante de la actual generación de grandes diseñadores de juegos alemanes y creador del muy popular Alhambra. En este caso, se presenta mundialmente una adaptación de este juego a baraja de cartas, que se pondrá a la venta en los próximos meses.El festival también incluye la elección del mejor juego del año entre los publicados en España el pasado ejercicio. Los finalistas en esta ocasión son Fauna, de Friedemann Friese (editado por Homoludicus); Fresco, de Marco Ruskowski y Marcel Süsselbeck (Mercurio); Identik, de William P. Jacobson & Amanda A. Kohout (Asmodée Ibérica); Pony Express, de Bruno Faidutti y Antoine Bauza (Fun Forge); Ritmo y Bola, de Gabriel Ecoutin (Asmodée); The Adventurers: El Templo de Chac, de Frédéric Henry y Guillaume Blossier (Edge); Tinners' Trail, de Martin Wallace (El Viejo Tercio), y Un mundo sin fin, de Michael Rieneck y Stefan Stadler (Devir).
Novedades
Fresco. De Wolfgang Panning, Marco Ruskowski y Marcel Süsselbeck. Mercurio. Los jugadores son artistas encargados de pintar la cúpula de una iglesia renacentista, distribuyendo a sus operarios y tomando decisiones. Ha sido uno de los juegos más premiados del año.Fauna. De Friedemann Friese. Homoludicus. Cuenta con 360 fichas de animales distintas, y los participantes deben adivinar las características físicas y la zona donde vive el protagonista de cada tarjeta. Juego familiar ameno y con sustancia para aprender geografía y biología.El juego de las marcas. Diset. Una novedad en España que adapta un juego de gran aceptación en su lanzamiento en Reino Unido, el pasado año. Los participantes deben responder a cuestiones sobre slogans, logotipos y otros identificativos de las marcas más populares.Toledo 1085. De Javier Jesús Domínguez Cruz. Edge. Cada jugador intentará que las tres culturas presentes en la capital castellana en la época (cristianos, árabes y judíos) se coordinen para conseguir el mayor desarrollo económico y cultural.
La moda europea
Alemania siempre fue un país con singular afición por los juegos de mesa, pero desde el lanzamiento en 1994 de Los colonos de Catán, de Klaus Teuber, se ha convertido en su meca internacional. Las tiradas de los grandes éxitos de cada temporada son allí de decenas de miles de copias. Este fenómeno se ha extendido ya a Francia e Italia, y tímidamente en España.