Presupuesto y empleo
Definitivamente no queda más que apretarse el cinturón para cumplir con nuestros compromisos de estabilidad presupuestaria. Además, el escenario macroeconómico no parece muy halagüeño, con una previsión de aumento del empleo de sólo 0,3% en el 2011. La tasa de paro no caerá y también seguirá aumentando el paro de larga duración. Probablemente lleguemos a superar el 60% antes de fin de año. Con estas previsiones, parece lógico que una de las partidas presupuestarias que menos recorte haya experimentado sea la destinada al Ministerio de Trabajo, y más concretamente, al Servicio Público de Empleo Estatal. Su presupuesto apenas sufrirá recortes. El aumento en la duración del desempleo requiere destinar más a los subsidios y menos a las prestaciones por desempleo contributivas. Y, de nuevo, los ingresos deberán ser complementados con aportaciones directas del Estado (más de un 40%), dado que las cotizaciones por desempleo y formación no dan para más.
En total, la protección por desempleo prácticamente no variará siendo casi el doble que en 2008. Razonable. Lo que lo parece menos es que la partida destinada a las políticas activas vuelva a caer situándose de nuevo en niveles similares a 2007. Se recorta el gasto total destinado a estas políticas, en especial, a la formación ocupacional y continua, y, por otra parte, y a pesar de la reciente reforma laboral, tampoco parece que se produzca una nueva distribución del gasto en políticas activas. A pesar de la declaración de intenciones del ministerio previa a la reforma laboral, se seguirá apostando por los incentivos al empleo estable, en forma de subvenciones o bonificaciones a la Seguridad Social. Ya disponemos de suficiente evidencia sobre la ineficacia de estas subvenciones para crear empleo y generar más estabilidad. Una tercera parte del presupuesto en políticas activas podría pues considerarse como puro despilfarro.
Con esta crisis, están quedando en evidencia muchas deficiencias de nuestra formación ocupacional. Nuestros parados participan proporcionalmente mucho menos en cursos de formación no reglada que en momentos de bonanza. Justo ahora, que si disponen de tiempo y requieren una seria necesidad de reciclaje, en especial, aquellos que proceden de sectores que no recuperarán su tamaño al salir de esta crisis. Las comunidades autónomas con más paro también son aquellas que están formando menos a sus parados. Probablemente sea debido a una mala distribución de los recursos, o al menos a destiempo, en cualquier caso, sólo puede ampliar aún más las desigualdades territoriales en tasas de paro. Nuestros parados menos cualificados casi no se obtienen formación ocupacional, señal de que existen serios problemas de oferta en este tipo de formación.
El presupuesto destinado a este tipo de políticas activas parece muy exiguo cuando lo comparamos con nuestros vecinos del norte. La reforma educativa también requiere de recursos, y la I+D, qué decir. Los recortes se han generalizado cierto, poniendo aún más difícil el cambio de modelo productivo. Ahora más que nunca, cuando la necesidad de recortar parece imperiosa, dejemos de fiscalizar los presupuestos, evaluemos en serio la eficacia y eficiencia de nuestra políticas de empleo, evitaremos más despilfarro. Qué lo poco que podemos gastar sirva al menos para algo.
Florentino Felgueroso. Profesor de la Universidad de Oviedo e investigador de Fedea