Recorte gastos en su oficina, vaya al centro de Madrid
La eficiencia energética de la Torre de Cristal de la Mutua le ha valido para conseguir la certificación oficial de más categoría.
Desde los pilares donde se ubican sus seis pisos de aparcamientos hasta los robles del jardín vertical que coronan su cima, la historia de la Torre de Cristal de Madrid es una historia de eficiencia energética. El italiano Cesar Pelli, arquitecto del edificio, lo resume de esta forma: "Hoy ya nadie duda de que el planeta se enfrenta a una crisis ecológica. Es importante que siempre tratemos de reducir el impacto de nuestros edificios en el entorno".
El arquitecto Enrique León, del estudio de arquitectura español que ha colaborado en la construcción del edificio con Cesar Pelli, Ortiz León Asociados, asegura que "la sostenibilidad no es una tendencia sino una realidad, y se ha convertido en factor al que todos los profesionales de la construcción tenemos que prestar atención. Su llegada representa una manera nueva de construir y un nuevo paradigma en el ámbito de la construcción. Se trata, en definitiva, de una nueva manera de entender la construcción en el siglo XXI".
Por este motivo, la Torre de Cristal, cuya construcción ha sido promovida por Mutua Madrileña, fue concebida desde el primer momento para que obtuviera la cualificación más alta en materia de eficiencia energética según el método Calener, que es el usado por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. Lejos de ser un papel mojado, este documento garantiza que la Torre de Cristal gasta mucha menos energía que cualquier otro edificio de las mismas características. Además, este inmueble ha sido la primera torre en España que ha obtenido esta certificación del ministerio, según indican fuentes de Mutua Madrileña.
En concreto, la torre tiene 250 metros de altura y consume 319 kilovatios de energía por metro cuadrado al año, mientras que un edificio de las mismas características que no haya implementado sistemas de ahorro de energía gasta unos 933,5 kilovatios. Además, la Torre de Cristal, con 134,1 kilos de dióxido de carbono por metro cuadrado al año, emite a la atmósfera menos de la mitad de las emisiones que expulsa un edificio normal, con 376 kilos de dióxido de carbono.
Para conseguirlo, el arquitecto puso en marcha un sistema automático de persianas que permite regular la cantidad de luz solar, y por tanto de calor, que entra en el edificio.
Según explica el gerente del edificio, Juan Diego Carrasco, las lamas de las persianas van moviéndose a lo largo del día sin que ninguno de los ocupantes del edificio tenga que hacerse cargo de ello, pero éstas también pueden controlarse de forma manual en caso de que, por algún motivo concreto, alguien quiera que le llegue un poco más de luz.
Otra de las características del edificio que le permite ser más eficiente en el consumo de energía es la instalación de paneles solares fotovoltaicos que ha sido colocada en su azotea, que al encontrarse a más de 250 metros es la granja solar colocada a mayor distancia del suelo en el territorio español. Según Carrasco, en el momento en el que edificio alcance su máxima ocupación, la energía eléctrica que se obtendrá gracias a este sistema será de alrededor del 10% del consumo total del edificio.
El material con el que está construida la fachada también ayuda a controlar los gastos, ya que el vidrio utilizado en su recubrimiento actúa como cortina y limita la cantidad de luz que entra en el edificio. Finalmente, la Torre de Cristal cuenta con un sistema de refrigeración de agua fría situado en lo alto del edificio, que aprovecha que las temperaturas en la cima son menos elevadas para reducir la temperatura del agua.
Piezas excepcionales
A la hora de valorar cuáles son las señas de identidad de este edificio uno de los factores clave es que permite un elevado ahorro de energía, pero el arquitecto Enrique León distingue también otras características, como su forma de cristal tallado, su presencia, el material con el que está construida la fachada, su jardín vertical y, especialmente, el magnífico vestíbulo de la planta baja, que a su juicio representa una "pieza de arquitectura muy cuidada y de notable diseño".
En la actualidad, Mutua Madrileña se encuentra en pleno proceso de alquiler del edificio, que cuenta con 52 plantas, de las cuales 46 serán dedicadas a la instalación de oficinas. El inmueble cuenta por el momento con dos inquilinos después de que Mutua Madrileña informara a principios de mes de que había llegado a un acuerdo de arrendamiento con Agbar para la planta 31. La compañía catalana ha indicado que instalará en la Torre su sede en Madrid.
Desde la Mutua reconocen que, en un primer momento, la firma esperaba que el proceso de alquiler de oficinas fuera más rápido y que la crisis está afectando a este proceso. Sin embargo, recalcan que la promoción y alquiler de edificios emblemáticos en la arteria de Madrid -entre los que se encuentran el inmueble de Castellana 110, diseñado por Rafael de la Hoz, y las Torres de Colón, firmadas por Antonio Lamela- forma parte del conjunto de actividades destinadas a rentabilizar las aportaciones de los mutualistas.
El piso 50 es otra de las joyas de la corona dentro de esta construcción. Ha sido diseñado por el arquitecto Joaquín Torres y en él los promotores han instalado una serie de salas de juntas desde la que se divisa toda la capital, incluida una sala para cócteles y actos informales que tiene vistas al jardín vertical de la cima del edificio. "Estamos hablando de un jardín que se ilumina por la noche para que sirva de referencia a la ciudad. Es un regalo a la ciudad bonito, interesante y que corona el edificio", explica León.
"La torre mira a la ciudad", explica León, quien subraya que el paseo de la Castellana es la calle que da presencia al edificio. Destaca a su vez que tiene una clara orientación este-oeste, así como un perfil asimétrico que le confiere bastante movimiento. "Desde el punto de vista arquitectónico, el edificio es muy fácil de entender, porque es como un obelisco de vidrio, similar a una piedra tallada", añade. En definitiva, también la estética es parte fundamental. La trayectoria del sol va dibujando sobre él un hermoso abanico de colores con el paso de las horas.
Claves
HistoriaLa construcción de este edificio se inició en agosto de 2004. Tres años después, en septiembre de 2007, se colocó la estructura que coronaba la torre.AhorrosLos paneles solares del techo pueden suministrar hasta el 10% de la electricidad necesaria en el momento de máxima ocupación y el sistema de refrigeración hasta el 10% del agua fría.OcupaciónEn el momento de máxima ocupación habrá unos 4.000 trabajadores.
Unos robles que echan raíces lejos del suelo
Una de las imágenes más espectaculares durante el proceso de construcción de Cuatro Torres Business Area en Madrid fue el izado de los robles que forman parte del jardín vertical de la Torre de Cristal construida por Mutua Madrileña. Hasta la cima de la torre se trasladaron con una grúa estos árboles, que tuvieron que ser introducidos a través de una madeja de vigas en la jardinera que los soporta.El jardín vertical tiene una función ornamental que resulta obvia cuando se tiene la oportunidad de contemplarlo de cerca. Su entrada se encuentra en la planta número 50 del edificio, que es la más alta de las que están abiertas al público -los cuatro pisos superiores son plantas técnicas-. En esta zona están ubicadas algunas de las salas de reuniones más selectas del edificio. Junto al jardín, se han ubicado mesas y sillas que dan a los cócteles celebrados en esta sala un aire singular.El jardín también es la seña de identidad de esta torre que no destaca por la imperfección geométrica de sus formas, como le sucede al resto de sus compañeras, sino por su simetría. Es un símbolo del interés puesto por el arquitecto y los promotores del proyecto en construir un edificio en el que los valores medioambientales tuvieran un papel resonante. Además, un ojo avizor puede contemplarlo desde el exterior. "Con este jardín devolvemos a la tierra lo que nos prestó", asegura el gerente del edificio.El jardín vertical, que ha sido diseñado por el francés Patrick Blanc, cuenta con 24.000 plantas, de 43 especies diferentes. Entre todas las presentes, destacan los 12 robles americanos que fueron colocados al final de la construcción del edificio. Los jardineros que lo mantienen deben tener especial cuidado con las condiciones de humedad y con los cambios de temperatura que se producen a 250 metros del suelo. "En ocasiones nieva en la cima y no lo hace en el suelo", afirma el gerente del edificio para explicar esta especial atención.