La inflación intravenosa
Los impuestos son inflación en vena. Siempre termina pagándolos el último que tira de la cadena de la demanda, que no es ni más ni menos que el consumidor particular, porque cualquier otro operador intermedio del proceso de distribución lo incorpora siempre al precio. La subida del impuesto sobre el valor añadido desde el 16% al 18% para productos y servicios generales y del 7% al 8% para aquellos afectados por el tipo reducido termina alojada siempre en el PVP de las etiquetas y en las facturas de los particulares. Los temores de la oferta (comerciantes) a que una subida adicional de los precios tuviera un efecto demasiado contractivo en la demanda en una situación tan crítica como esta, expresados abiertamente en la primavera, han limitado el avance del IPC en julio. Pero ya aflorará. Aflora siempre, porque los deseos del Estado son órdenes para el consumidor.
Pese a ello, puede asegurarse que la mitad larga de la inflación acumulada en los últimos doce meses (de agosto de 2009 a julio de 2010) es imputable a los impuestos que le Gobierno ha tenido a bien elevar. El propio INE revela que la tasa interanual del índice de precios de consumo armonizada a impuestos constantes es del 1,3% en junio, antes de contabilizar el efecto que el escalón del IVA proporcionará a la inmensa mayoría de los precios que componen la cesta de la compra. Lo lógico es pensar que si el índice general ha dado un salto de cuatro décimas (del 1,5% al 1,9%), hará otro tanto el IPCA a impuestos constantes que Estadística publicará dentro de un mes.
En todo caso, el comportamiento de los precios ha estado muy condicionado no sólo por la atonía que una crisis aguda impone al consumo, sino por la irrupción de las rebajas en el equipamiento personal (vestido y calzado). Cuando el cambio de temporada llegue a las tiendas, pongamos septiembre u octubre, aflorará todo el efecto del IVA, y el IPC podría acomodarse unos cuantos meses en el 2,5% o su entorno.
Las rebajas han distorsionado más de lo que era imaginable el índice en julio. La repercusión negativa del descenso de precios en vestido y calzado ha sido de casi un punto (97 centésimas), lo que llevaría el índice general a un punto más del registrado (¡2,9%!) una vez neutralizado el efecto de las rebajas.
La pesada mano del Gobierno en la inflación no está sólo en el IVA. También en los impuestos especiales: el índice más elevado en tasa anual es ahora el de bebidas alcohólicas y tabaco (8,7%), más incluso que el transporte.
Desde 2005, esta rúbrica es la que más ha acelerado su avance por las decisiones recaudatorias del Gobierno: el 39,3%. Más del triple que el índice general.