La olvidada capital del mundo
Rávena concilia el encanto de la Italia provinciana con su glorioso pasado imperial.
No son muchas las ciudades que pueden jactarse de haber sido, siquiera por un breve periodo, el lugar en que se decidía el destino del mundo. Quizá la más olvidada de todas ellas es Rávena, capital durante un breve periodo de la decadencia del Imperio Romano y luego sede del gobierno bizantino, y hoy apenas una ciudad provinciana de 150.000 habitantes pero que brilla por sus restos históricos y su estilo de vida apacible.
Por supuesto, la primera razón para visitar esta localidad del noreste italiano, tranquila frente a las casi equidistantes y sobre explotadas Florencia y Venecia, está precisamente en su condición de capital mundial del arte bizantino. Mientras en casi toda la península balcánica y en Anatolia su presencia sucumbió a la posterior revolución iconoclasta -que eliminó las representaciones iconográficas-, y la ocupación final por parte del invasor turco, en Rávena se conservan inmejorables muestras de la gloria del imperio que sucedió a Roma.
No hay mejor forma de adentrarse en ese periodo en el que la imaginería pagana dio paso a la cristiana, en la transición entre la Antigüedad y la Edad Media, que visitar San Vital. La iglesia edificada por orden del emperador Justiniano a mediados del siglo VI -aunque, curiosamente, financiada por un banquero en uno de los primeros casos de mecenazgo monumental- es famosa sobre todo por los dos mosaicos en los que el emperador y la emperatriz Teodora son escoltados por su séquito. En realidad, la pareja de púrpura jamás visitó Rávena y ni siquiera conoció en persona a algunos de los que figuran a su lado -varios de ellos, personalidades locales-, pero eso no altera la belleza del conjunto, su atractivo naif a la vez que grandioso. San Vital, por otra parte, está totalmente recubierta por otros mosaicos de no menor categoría.
La otra gran iglesia bizantina de la ciudad es San Apolinar Nuovo, de planta más ligada a las convenciones paleocristianas. Hay otro San Apolinar más antiguo, pero restaurado con mosaicos, en el cercano puerto de Classe, apenas a cinco kilómetros. Otros monumentos de la época, no menos interesantes, son el mausoleo del rey ostrogodo Teodórico, el de la emperatriz romana Gala Placidia -según la Unesco, el monumento con mosaicos "más perfecto y mejor conservado" del mundo-, o el Baptisterio Arriano.
Casi todos ellos se encuentran en el centro de la ciudad, totalmente peatonal, que puede recorrerse en bicicletas que se alquilan a la entrada del área cerrada al tráfico. Disfrutar de un espresso en la Piazza del Popolo es uno de esos placeres serenos que solo la Italia antigua puede proporcionar. A diferencia de otras ciudades, Rávena no creció mucho más allá de su tamaño en la época de esplendor debido precisamente a la misma razón por la que fue escogida como capital: su difícil acceso, al encontrarse rodeada de pantanos.
La belleza serena de Rávena convenció a lo largo de la historia a numerosos viajeros, entre ellos dos poetas a los que se venera hasta hoy. Dante Alighieri vivió allí sus últimos años, exiliado por el gobierno de su amada Florencia, y permanece enterrado en un céntrico mausoleo aunque su localidad natal mantenga desde hace siglos una tumba vacía a la espera de sus restos. También residieron en la ciudad Gustav Klimt y Lord Byron, que es recordado en diversos lugares y cortejó aquí a la joven Teresa Guiccioli.
Aunque Rávena se encuentre a escasos kilómetros de la costa, las mejores playas cercanas están algo más alejadas, como es el caso del centro balneario de Cervia o el puerto con canales de Cesenatico.
Guía para el viajero
Cómo irA sólo 60 kilómetros se encuentra Bolonia, que cuenta con enlaces diarios a través de Iberia con Madrid desde 150 euros. Rávena y Bolonia están unidas por tren con numerosas opciones horarias.
Dónde dormirEl Palazzo Galletti Abbiosi (Via di Roma, 140) es la residencia de una familia aristocrática del siglo XVI, incluyendo capilla, que ha sido restaurado con todas las comodidades. Otra opción céntrica y de sabor histórico es Villa Foris (Pasolini, 61). La ciudad también dispone de alternativas convencionales y cómodas de cadenas como Best Western, NH o Holiday Inn.Dónde comerLa Enoteca Bastione (Vicolo Bastione 29) ofrece la posibilidad de conocer las especialidades típicas de la Romagna y disfrutar de una selección de sus vinos con un horario muy flexible, ya que abre hasta la madrugada. Para probar las especialidades locales de pescado,es una buena opción Cappello (www.albergocappello.it). La Antica Trattoria Gallo 1909 (http://www.trattoriaalgallo1909.it) suma a su tradición centenaria una carta con sorpresas.